Una chica de campo

014| Octubre

Ha pasado mes y medio desde que nos mudamos a la ciudad, el tiempo ha transcurrido muy rápido, y haciendo un recuento de todo lo sucedido en este periodo se puede resumir en que realmente mi vida no está hecha un lío y tampoco es perfecta pero sin embargo, ha sido un buen cambio, es decir,  quizás no lo es lo que esperaba pero si lo que necesitaba y aunque al principio me negaba a mudarme y vivir este cambio, me ha hecho ver las cosas desde otra perspectiva, han sido cambios que los he recibido de muy buena manera, y quizás todo había iniciado mal en un principio pero afortunadamente las cosas mejoraron y hoy puedo decir que realmente me gusta lo que estoy viviendo.

La tía Holly llegó hace dos horas a la casa, lo primero que hizo fue saludar a sus dos únicas sobrinas favoritas, posteriormente mamá se ofreció llevar a su hermana a conocer el vecindario y de paso a comprar algo para la cena, cuando llegaron ayudé a mi tía a llevar sus cosas a la habitación en la que se quedaría por un par de días.

—Gracias, Addie—escucho decir a mi tía con su cantarina voz—es muy linda la habitación—sonríe.

Asiento y enseguida me acerco a la ventana y la abro para que se ventile un poco, ya que casi nunca la abrimos, y tiene un olor extraño. Levanto mi mano para saludar a Jake quien va caminando a lado de su hermana y sonríe en cuanto me ve, por otra parte, su hermana Sofi me saluda también.

—Se ve guapo ese chico—dice la tía Holly sacándome de mis pensamientos y siguiéndolo con la mirada— ¿es tu novio?-pregunta curiosa.

Río ante su mirada que pone y de su rara pose que realiza cuando por fin volteo a verla, niego.

—Claro que no tía—enseguida agrego—es mi amigo—aclaro, y hago todo mi mayor esfuerzo por no ponerme colorada.

Frunce su ceño y me lanza una mirada bastante rara y divertida a la vez, con la que me dice que no me cree, pero que esta bien no dirá nada, la miro por unos instantes y me doy cuenta de que hebras blancas ya empiezan a verse reflejadas en su corto cabello castaño.  Así que con la intención de cambiar de tema le pregunto sobre cómo han estado las cosas por el campo.

Da un suspiro y comienza a sacar un par de prendas antes de hablar y se dispone a doblarlas para posteriormente acomodarlas en una silla.

—Todo está bien-me mira por unos segundos— ¿Recuerdas a los Western? - pregunta con intriga.

Asiento. Mientras tanto me acerco al armario y saco un par de cobijas y almohadas que serán necesarias para la tía Holly durante estos días.

—Demostraron que hablan más de lo que hacen—advierte con su mirada.

—¿Por qué?—pregunto curiosa.

Voltea a la puerta y se espera unos segundos como si quisiera que nadie escuchara lo que va a decir. Parece que se trata de un verdadero secreto que no desea compartir con nadie más.

—Su mermelada de durazno no fue la mejor de la feria de la cosecha- dice en un susurro y me pide que me acerque un poco más— tuvieron el último lugar y toda la temporada de cosecha dijeron que su mermelada iba a ser la mejor.

Se ríe.

Me quedo asombrada ante tal noticia, ellos siempre han dicho que sus mermeladas son las mejores, pero nunca habían participado porque según ellos la competencia sería muy injusta. Que intenso, quiero pensar que se debió a una mala cosecha de duraznos con un terrible sabor.

—Pero bueno, espero que para el próximo año tengan mejor suerte— frunce sus labios y continúa acomodando su ropa.

Asiento. Y termino de ayudar a la tía Holly, estoy segura de que estos días serán maravillosos gracias a que estará ella.

En la mañana siguiente todo parecía ir en orden y con cierta tranquilidad hasta el punto me hacia sentir satisfecha, resulta que el examen de Historia el que creí haber reprobado lo había aprobado y el de Física fue todo lo contrario, la parte buena es que no tiene mucho valor en la calificación, además, la tía Holly me había prometido que por la tarde haríamos pan de calabaza y un poco de mermelada de fresa, con la poca cosecha que tuvieron este año en casa, en definitiva ya quería que fuera la tarde.

A la hora del primer receso salgo del salón, yendome a sentar a una de las bancas cercanas a las jardineras y Alaska llega corriendo a mi encuentro, me toma de los hombros con un poco de dificultad porque en una de sus manos trae un chocolate y una carta y comienza a agitarme.

—Tranquila—logro decir cuando deja de sacudirme y soy consciente de decir algo— ¿Qué te sucede? —pregunto con demasiada intriga.

Me enseña la carta y el chocolate, a pesar de ello no logro entender su mensaje limitandome a alzar los hombros por lo que la expresión de mi cara de curiosidad o duda se hace presente. Sin embargo, su cara es todo lo contrario, muestra una radiante sonrisa e incluso se que esta nerviosa.

—Encontre esta carta y chocolate en mi mochila—dice con un tono de alegría pero a la vez de duda —¿Tienes idea de quien puede ser?

Niego y ella frunce sus labios mientras muestra un poco de decepción ante mi respuesta.

—No es de lo más romántica la carta y la letra tampoco es la mejor, pero...—se detiene un momento a pensar mejor sus palabras—me imagino que es alguien de la escuela.

Mira a nuestro alrededor y al parecer no encuentra a nadie sospechoso así que vuelve a posar la vista en mi y como es de esperarse tomo la carta que tiene entre sus manos.

—Me imagino—digo mirando atentamente la letra de la carta y con dificultad logro leer una frase;

《Espero que te guste, no soy bueno dando obsequios》

Al leer aquello mi corazón se hace chiquito, me parece tierno que aún existan personas que dejan ese tipo de detalles y lo hagan como admiradores secretos, pero también creo que el chico debería de decirle lo que piensa y siente en persona.

—Puede que sea una broma—habla la castaña quien de un momento al otro su tono de voz ya no muestra aquella seguridad que la caracteriza.



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En el texto hay: adolescentes, ciudad, amor

Editado: 07.09.2020

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