Una chica de campo

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Entro a la camioneta y en un movimiento tan ágil me acomodó para quedar a un lado de la ventana del lado izquierdo, enseguida entra mi hermana y posteriormente entra mi mamá quien cierra la puerta con mucha fuerza, mi papá prende la radio dejando la frecuencia más famosa en el condado, una estación de música country y enseguida pone en marcha el auto y una vez listo comienza a avanzar, durante el poco recorrido que llevamos — y que va menos de una hora — voy observando el paisaje que se logra apreciar por la luz natural de la luna, en algunas partes hay mucho campo, en otros hay abundancia de árboles y en otros pocos solo hay casas alejadas una de las otras y claro también de vez en cuando me dedico a mirar las estrellas. Volteo a ver a Lucy, la niña está más que dormida literalmente va en el séptimo sueño, pero de ella es muy normal. El resto del camino es muy repetitivo, por lo que decido que será mejor dormir unas cuantas horas. 

***


Después de varias horas de camino por fin llegamos, por lo que el sueño desapareció pero el hambre aumento, mi última comida fue a las tres de la tarde por lo que ahora quiero pensar que es normal quererme comer hasta un elefante entero pero claro que no lo haré por dos razones; primera, explotaría por tanta carne y segunda, no es justo matar animales para ahuyentar mi hambre. 
Antes de salir del auto busco entre la mochila que no guarde en el maletero un suéter rosa y así como lo encuentro me lo coloco y ahora si bajo del auto, en cuanto veo la nueva casa, mi cara lo dice todo, que hasta el hambre desaparece por unos minutos. Y como si mi cara fuera una especie de chiste, mi papá comienza a reírse de mí, enseguida saca su teléfono móvil — que aún que no lo crean en el campo si lo hay — y toma una foto donde se puede apreciar mi rostro confuso. Optó por no enojarme por aquello y solo me repito que dentro de unos años veré esa foto y moriré de la risa al igual que mi papá lo hace ahora. 
Me acerco más a la casa dejando a mis padres atrás y es que simplemente es hermosa la casa por fuera, tiene unos grandes ventanales y una puerta demasiado elegante y agregó que a simple vista se ve bastante grande, sin mencionar que el jardin delantero es grande y con el pasto casi perfecto, hasta podría jurar que es falso, no se muestra ni un poco seco o maltratado.

Siento la presencia de alguien y miro a un lado mío que se encuentra mi hermana bostezando y después tallando sus ojos con la manga de su suéter.

— Es como la casa de muñecas que pedí a Santa Claus el año pasado... — observa detalladamente cada parte — y que nunca llegó.

Si, sé que duele cuando santa no trae lo que uno pide, pero no es motivo para odiarlo como ella lo está haciendo durante estos meses y pensar hasta cierto punto en ya no dejarle galletas con chispas. 
La miró y puedo notar su cara de decepción, pero desaparece en cuanto hablo.

— Quizás este año sí.

Solo se limita a levantar los hombros, dándole menos importancia al asunto.

Mi mamá se acerca a donde estamos nosotras y cuidadosamente de sus bolsillos del pantalón saca unas llaves, entregándoselas a papá, y es él quien habré la puerta principal de la casa.

Con un poco de desconfianza Lucy y yo nos miramos, como si entrar no fuera una opción.

— Vamos — dice mi mamá quien me toma de la mano y me guía hacia adentro.

Una vez dentro mi papá se encarga de ir a levantar el Interruptor que da luz a toda la casa. 
Y cuando por fin se ilumina el interior de la casa, me permito ver que la pintura de las paredes está muy maltratada y gastada y que hay una que otra mancha de polvo en las losetas y en las ventanas. 
Pero el gusto de la luz no dura mucho porque de repente se escucha como el fusible explota y vuelve a quedar como hace cinco minutos, solo la luz de la luna nos alumbra.

— Genial — masculla mi mamá, quien inconsistentemente se cruza de brazos.

Enseguida se escuchan los pasos de  papá, quien regresa de la parte trasera de la casa con una pequeña lámpara en mano.

— Será mejor dormir ya. Pero en el coche — señala por último.

Y todos nos salimos, entrando nuevamente al coche pero ahora para dormir, ya que dentro de la casa no había nada de muebles y prácticamente es imposible dormir.
Me acuesto en el asiento de la camioneta y abrazo a Lucy quien se acomoda a un lado de mí, ambas nos quedamos dominadas nuevamente.

***

Desperté cuando los rayos del sol empezaron a molestarme entonces vi que la puerta de la casa estaba abierta, supuse que eran mis padres que estaban acomodando y sacando cajas de la cajuela o limpiando.  Cuando entre, me di cuenta de que estaba en lo correcto, de seguro llevaban más de dos horas tratando de limpiar el polvo y las ventanas. Que a diferencia de la madrugada ya se lograba ver más limpio y estable el lugar. Mis padres dijeron que irían por los muebles de la casa del campo y que nos dejarían a ambas solas y desayunando comida que habían logrado comprar en cuanto amaneció. Al parecer lo único que lograron conseguir fue jugo y unos sándwiches. Como loca amante de los sándwiches lo agradecí.



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En el texto hay: adolescentes, ciudad, amor

Editado: 07.09.2020

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