Una chica de campo

003| Malteada voladora

En cuanto llegaron mis padres y los señores de la mudanza comenzamos a bajar los muebles, Lucy y yo solo atribuimos a lo menos pesado, — como siempre ja ja ja — pero en algunas ocasiones ayudamos con cosas realmente pesadas, como la mesa del comedor o la alacena. Tratamos de poner la mayor parte de los muebles y pertenencias en su lugar, pero somos conscientes de que sería una misión imposible por más que ayudáramos una casa no queda completamente acomodada y limpia en un día.

Después de un buen rato de limpiar, acomodar y quizás cargar, subo a la que ahora es mi nueva habitación, que para mi suerte o no, está arriba al fondo a la derecha y a lado del baño. Entro a la habitación y ésta tal cual la dejamos hace horas lo único que hay es mi cama con su respectivo colchón junto a una de las esquinas, mi armario, la mesa de noche a lado de mi cama, el escritorio y el resto está en las cajas. Pero ahora viene la tarea más difícil: Acomodar y ordenar a mí gusto.
Analizo por unos instantes toda el área y determino sin necesidad de teoremas matemáticos o algo por el estilo, que esta habitación es mucho más grande que la anterior así que tengo el doble de trabajo y cansancio. Rayos.

— Falta pintura — me susurro mirando fijamente las paredes pintadas con una vieja y sucia pintura color aqua.

— Si, está muy fea la pintura — la reconocida voz de mi padre me saca de mis pensamientos, volteó para verle y lo encuentro recargado en el marco de la puerta con los brazos cruzados — necesita una nueva capa de pintura, con urgencia. — hace énfasis en la última palabra.

Suelto una pequeña risa y enseguida él entra para observar que más detalles hay para arreglar.
Toca una de las paredes con su dedo índice y luego observa, tratando de descubrir que es lo que está pegado en las paredes, solo es polvo.

— De qué color quieres la pintura — pregunta mi papá mientras analiza la ventana de una forma muy extraña, la observa de cada ángulo existente.

Me dirijo a sentarme a la cama, que aún no tiene cobijas ni nada, pero eso no deja que sea cómoda.

— Lila — me apresuro a decir y me voltea a ver por la velocidad con la que conteste.

Él asiente y comienza a revolver mi cabello, después de unos segundos lo deja alborotado y sale de mi habitación.

***

Me llevo toda la tarde en acomodar y dejar más ordenada mi habitación, al menos ya puedo dormir en la cama y la ropa ya está almacenada en su respectivo lugar. Salgo de mi cuarto para bajar por un poco de agua. Cuando llegó a la parte de abajo me dirijo a la cocina donde se encuentra mi mamá ordenando los trastes y preparando café, el cual determino rápidamente determino porque su delicioso aroma se adentra a mis fosas nasales. 
Me mira y sigue con lo suyo.

— Adeline... — expresa mirándome nuevamente — mañana entras a la escuela.

La miró, asiento y enseguida hecho un vistazo a la hoya plateada que esta sobre la estufa, solo para asegurarme de que es café.

— No dirás nada — pregunta y continúa limpiando los trastes con el trapo amarillo que decore para el día de las madres. Extraño esos tiempos de la primaria.

La miró y enseguida la rodeó con mis brazos.

— Que puedo decir mamá— digo en un tonó relajado — no puedo negarme y dejar de estudiar.

— Me alegra escuchar eso — besa mi frente y me entrega el viejo trapo para que la ayude, mientras ella comienza a guardar otras cosas.

Y así es como término limpiando la alacena entera con un trapo amarillo.

***

No pasan de las diez de la noche y ya no tengo nada que hacer, bueno literal porque aún faltan muchas cosas por terminar, pero decido irme a dormir y hasta el momento siento que es la mejor decisión que he tomado durante las últimas 15 horas.

Me acuesto y miró el techo de la habitación, la oscuridad y la poca luz de la luna que entra hace que el ambiente sea perfecto para dormir, pero hace falta el típico ruido de los grillos, ese sonido que para muchos es fastidioso y estresante, pero para mí es el ruido más perfecto que puedo escuchar. Tendré que acostumbrarme a ya no escucharlo durante las noches. Y mis ojos se van cerrando.

Emocionada, nerviosa y torpe son las palabras que justo ahora me describen. El despertador de mi teléfono sonó hace más de quince minutos, pero no lo escuche por que no estoy acostumbrada a que una canción o un timbre me despierte, y mamá tuvo que entrar a jalar mi cobija, eso podría justificarse como la parte torpe y justo ahora estoy haciendo lo posible por qué no me congele mientras elijo ropa para ir a la escuela, eso puede explicar por qué estoy nerviosa me bañe antes y no escogí la ropa. 
Y mi parte emocionada sólo puedo pensar en cómo será la escuela, los compañeros, los profesores, en general todo.

Decido ponerme uno de los muchos overoles que tengo y una blusa blanca con una chaqueta de color mezclilla y obviamente mis tenis blancos, que resultan ser mis favoritos.

Salgo de mi habitación y comienzo a bajar las escaleras mientras cepillo mi cabello con el ya gastado cepillo de madera, decido que dejarlo suelto es la mejor opción y más para alguien que se le hace tarde. 
Veo a mamá sirviendo cereal y a Lucy comiendo demasiado rápido, ambas parecen verme pero me ignoran.



#12491 en Joven Adulto
#31127 en Otros
#4330 en Aventura

En el texto hay: adolescentes, ciudad, amor

Editado: 07.09.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.