Sigo a Maddie por un largo camino hasta llegar al jardin de la escuela que resulta estar bastante apartado de los salones y lo mejor es que hasta de las personas, entonces ella se sienta y me indica que tome asiento en el seco pasto, creo que esto ira para largo, adiós a la última clase.
— Mis amigas te odian—dice sin rodeos y las comisuras de sus labios se fruncen y rasca su oreja con un poco de nerviosismo.
Por mi parte se abre un poco mi boca por el asombro, aunque ya tenía la impresión de que ellas y yo simplemente no podíamos compartir el mismo aire.
— Ellas provocaron que derramará la malteada sobre ti aquel día — dice avergonzada — me enteré ese mismo día, pero no quise decirtelo, no tenía el valor — se disculpa— mis amigas me dijeron que ellas habían sido, no sé como sentirme.
Escucho atenta lo que dice y de verdad veo que lo siente.
— Tú no deberías sentirte mal, no era tu intención —digo y ella sonríe.
—Lo sé —comenta —pero hasta pena me da, no sé que les sucede a las chicas, ¿por qué ponernos trabas entre nosotras? ¿por qué humillar a alguien? ¿Qué es lo que se gana? — exclama y me mira.
Es cierto, por qué entre chicas nos humillamos, nos odiamos, nos detestamos, es para que todas nos apoyaremos, nos cuidaramos o defendernos, no justo lo contrario.
— Simplemente no lo entiendo —finaliza.
Maddie se levanta y se acerca a un árbol frutal y toma dos manzanas rojas que cuelgan del manzano.
Miro los árboles que nos rodean y sinceramente a estos árboles frutales les hace falta mantenimiento, están muy descuidados y secos, por consiguiente la fruta no se da tan rápido. Tendrán que esperar la temporada de lluvia, que por cierto se ha retrasado un poco.
— ¿Por qué me odian ? —río ante aquello —¿Se puede saber? —digo una vez que la rubia regresa del manzano, la chica asiente y le da una mordida a la jugosa fruta, me lanza una y la atrapó con cierta habilidad.
Arruga un poco su nariz y termina de masticar.
— En primera— me lanza una rápida mirada— mírate tienes mucho estilo,
en segundo— le da una segunda mordida a su manzana—porque Jake te habla como si te conociera de toda la vida y a ellas ni siquiera les habla mucho.
Una pequeña sonrisa se forma en mi rostro al recordar el primer día que vi a Jake, trato de disimular así que miro por segundos la fruta roja que me lanzó hace un par de minutos.
— Es absurdo que me odien por eso.
La chica rubia asiente y me da la razón.
— A muchas chicas les gusta Jake y se que es absurdo odiar a alguien por eso— expresa— pero ellas aún no lo entienden.
En eso estoy en toda la razón. Ambas nos reímos, al parecer estamos en la misma frecuencia, eso me alegra.
—Mira, si en algún momento necesitas ayuda en cualquier cosa e incluso con Jake, puedes decírmelo con confianza—dice y me guiña un ojo.
— Él es guapo— digo y se que tengo una cara muy tonta al hablar de él.
—Lo sé, tiene lo suyo —se adelanta a decir una Maddie ruborizada — pero no es mi estilo, es muy—se detiene a pensar—muy no sé— me mira y recarga su dedo índice sobre sus labios — creo que analizare porque no es mi estilo—se ríe.
Sonrió ante sus palabras, realmente el primer día que los vi juntos si los veía como una bonita pareja, juro que hasta ya quería ser su madrina de bodas.
— Pero las chicas ya tienen una nueva...— piensa sus palabras— no encuentro como decirlo, —confiesa —pero ya tienen quien las mande y no es que yo me crea alguien autoritario o algo por el estilo, para nada.
Cómo es que esas chicas tienen quien las mande. Tienes mucho que aprender, Adeline.
— Creo que logro comprender — frunzo un poco los labios — y ¿quién es? —pregunto atónita.
— Ahora siguen a Renata Mulligan — dice con burla — la niña sabe como hacer que estén de su lado, es inteligente.
Me quedo pensativa un momento. Si, es demasiado inteligente.
— ¿Eso me involucra con la pelirroja?
Asiente con un poco de decepción en el rostro.
— A Renata no le caes muy bien que digamos y es por la razón número dos que te di. Ella lleva mucho tiempo intentando tener algo con Jake, es por eso que siempre le dice que si a todo lo relacionado con tareas o favores, pero de la nada llegas tú— la miro entrecerrando un poco los ojos y se encoge de hombros— sin ofender, y ambos encajan perfectamente es como si ambos estuvieran hechos como anillo al dedo.
Finaliza dando un pequeño suspiro y encogiéndose de hombros.
— Supongo que me siente como amenaza ¿No?
— Claro, creo que por eso ella y yo nunca hemos encajado —dice.
— Sabes,— me mira la rubia a la que creí no volvería a hablarle— creí que jamás volveríamos a hablarnos. Y también creí que eras diferente—me sincero.
— Supongo que es la impresión que doy, me lo han dicho siempre — comenta— pero hay que conocer a las personas antes de juzgar. Bien dicen, no juzgues a un libro por su portada.
— Muchas veces podemos estar en lo incorrecto— digo dejándolo al aire.
Asiente.
— Sabes, a veces si soy mala y grosera o me hago la tonta con las personas solo para molestar, pero estoy mejorando en eso, eh chica de campo — guiña el ojo.
Me sonrojo al escuchar eso, es algo raro que me digan así.
— Eso me agrada, chica de ciudad.
— En serio perdón por lo del primer día, ya sabes la malteada — vuelve a decir.
— Ya lo había olvidado — sonrió restándole importancia y las comisuras de sus labios se expandieron.
Cuando digo aquello mi cuerpo, mi mente y toda yo deja de sentirse nerviosa como lo estaba en la mañana, es como si todo estuviera funcionando correctamente nuevamente y sinceramente me agrada eso, he escuchado lo que tenía que escuchar y he dicho lo que tenía que decir y es ahí donde las piezas del rompecabezas comienzan a encajar nuevamente y creo que si todo fluye bien podre acostumbrarme a mi nuevo hogar.