Una chica de campo

011| Pintura

Por fin puedo decir que es viernes, toda la semana se me paso extremadamente rápido entre tareas, proyectos y un sin fin de actividades extra escolares, por fin siento que ya casi puedo respirar y añado el casi, porque aún puede que el profesor de Historia se le ocurra dejar alguna lectura, investigación o algo por el estilo. Mientras tanto saco el libro de historia universal  y busco las páginas que el catedrático acaba de decir, de mi caja de colores busco los marca textos rosa y amarillo cuando los encuentro comienzo a leer. Pero mi intento de lectura se ve interrumpido cuando concibo como alguien toca levemente mi espalda y enseguida me veo en la necesidad de voltear, veo a mi compañero de atrás – sí, he conseguido cambiar mi lugar tres pupitres al frente — y hace una seña hacia Maddie, quien entiendo como la responsable de que deje de hacer mi trabajo sobre la Independencia de las 13 colonias.

— ¿Qué debemos hacer? — dice apenas en un susurró, que se escucha tan claro con el extremo silencio que abunda en el salón, si, al parecer es la única clase en la que estos preparatorianos guardan silencio, porque no están dispuestos a perder calificación y que les afecte para entrar a una prestigiosa universidad y se la pasen lamentándose el resto de sus vidas.

— Resumir en un esquema el tema de las 13 colonias — señalo su libro — página 96 en adelante.

Asiente y enseguida veo como abre su libro para asegurarse de que le haya dicho las páginas correctas, posteriormente agradece. Y regreso a mi lectura.

***

La tarde del sábado estaba exactamente planeada desde hace tres días atrás y nada podía arruinarla, vi el reloj tantas veces pude para asegurarme de que aún no fuera tiempo de que llegaran, habíamos acordado que llegarían a las doce de la tarde para poder comenzar lo que había acordado con papá hace unos días. La manecilla pequeña del reloj llego al 4 mientras que la grande permanece estable en el número 12 y cada segundo se escucha el ´TICK y luego TOCK. Un pequeño golpe en la puerta se hace presente y me despierta de la pequeña historia que comenzaba a crear, abro y ahí está Alaska, quien llevaba una mochila tras sus hombros y por alguna extraña razón Maddie también estaba frente a mi puerta , bueno ya lo sabía, pero no creí que de verdad viniera, es decir es Maddie.
 Pero todo tiene una explicación, esta comienza el día miércoles cuando Alaska y yo platicábamos sobre cómo iba con mi habitación, entonces Maddie escucho y se auto invito al plan que tenemos para hoy sábado. No es el plan más divertido pero tampoco el más aburrido sólo consiste en pintar mi habitación pero si lo hacía yo sola sería imposible terminar hoy, quizás en una semana si terminaba. Así que le propuse a mi mamá invitar a una amiga ayudarme a pintar, y termine con el doble de ayuda. Y posteriormente cenaremos pizza o eso espero, gracias a que Maddie se ofreció a traer.

— Hola — les digo invitándolas a pasar. — Veo que vienen preparadas.

Hago un ademán a sus desastrosas ropas y ellas ríen. Y en verdad que se lo tomaron tan literal lo de vamos a pintar, esos desgastados pantalones y sus playeras que podría decir que llevan más de una década en sus armarios.

— Tranquila traemos ropa limpia en nuestras mochilas — asegura Maddie — Bueno al menos yo sí.

Alaska y yo la miramos, es Maddie que esperar de ella.

— Bien entonces... — habla esta vez Alaska, pero se ve interrumpida cuando mi mamá llega con nosotras.

Ella las mira y del mismo modo mis nuevas amigas la miran pero ellas se muestran nerviosas.

— Mamá ella es Maddie — señalo a la chica rubia con grandes ojos verdes — y ella es Alaska — me dirijo ahora a la castaña de ojos cafés. — Y ella es mi mamá — la presentó ante ellas.

Ambas asienten con una enorme sonrisa y es Maddie quien toma la iniciativa y le estrecha la mano, posteriormente lo hace Alaska. Mi mamá las invita a tomar un vaso de agua y ambas aceptan, a continuación subimos las escaleras y nos adentramos a mi cuarto como ya hay muebles y no pienso sacarlos de mi habitación, buscó de esos plásticos especiales para pintar sin preocuparse por pintar de más un mueble, una vez que los encuentro se los entregó y les pido de favor que traten de tapar los muebles lo más que se pueda. Mientras que yo salgo por el bote de pintura que se encontraba en el jardín de la casa. Sí, mi papá tuvo flojera y dejo los botes de pintura afuera sin preocuparse por que algún día de estos saliera y los botes sólo estuvieran llenos de piedras y no del líquido que deben contener. El bote de pintura que usare es solo de cuatro litros por lo que supongo que si podré aguantar hasta mi habitación. Lo tomo por su agarradera  con ambas manos y comienzo a caminar como un pingüino hasta llegar a la puerta de la casa pero para eso ya han pasado al menos unos cinco minutos y otros diez hasta llegar a mi habitación con el bote de pintura lila.



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En el texto hay: adolescentes, ciudad, amor

Editado: 07.09.2020

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