Capítulo II

"No puedo sentir 《 Amor 》" 

<<Cuéntanos cuando se volvieron amigos>>

Bueno. La verdad eso pasó un tiempo después Rasca su nuca algo apenado.

<<Explícate>>

Estuvimos saliendo 5 meses, al comienzo yo lo veía como citas amistosas pero con el tiempo. Me enamoré de ella. No pude contra esos estúpidos ojos griseleados, su rareza me tenía atrapado, cuanto más la conocí más me fue gustando.

Un día mientras salíamos...

<<Cuéntanos lo que sabes de ella>>  Interrumpe su relato.

Todo a su tiempo. Es algo que ella solía decirme. Sonríe con nostalgia, bebe un poco de café y sigue.

Un día mientras salíamos por accidente la bese, aunque no fue un beso, beso, fue el típico cliché de la caída en donde uno queda sobre el otro y sus labios rozan, ¡¡ESO ES!!, solo fue un roce de labios Ríe por lo bajo apenado. Creí que ese día ella me dejaría allí sólo, pero, solamente hizo como que nada paso. La cita siguió con normalidad.

Cuando agosto llegó, estaba perdidamente enamorado de ella, de sus ojos, de su blanca, áspera y fría piel, de su exageradamente dulce voz y su personalidad irónica.

Conocía muy poco de ella, pero aun así la amaba.

Decidí decírselo, en nuestra cita del segundo fin de semana de agosto me confesé.

— Me gustas.

Recuerdo haber dicho con inseguridad y miedo, si ella me rechazaba seguro nos alejaremos y no quería eso, pero ella no era igual a otras chicas y su respuesta no era de esperarse.

— Tiempo al tiempo, pequeño Juan.

Fue lo único que dijo antes de irse, me quedé como idiota mirándola irse, pensando en cuánto tiempo le lleva pintar su cabello, ya que el viernes lo tenía azul y el sábado ya lo tenía de color violeta, luego de darme cuenta de la situación me quedé pensando en su respuesta "Tiempo al tiempo, pequeño juan" repitió su dulce voz dentro de mi cabeza, ¿Acaso dijo que le diera tiempo para pensar en que responder? O ¿únicamente lo dijo para que no sacará más ese tema?, deje mis dudas de lado cuando su dulce voz me volvió a hablar.

— ¿No vienes, amigo?

"Amigo" con eso ya me mandó a la friendzone, ignore el leve dolor en el pecho y le seguí. Seguimos nuestra cita como si nada hubiera pasado.

Dos semanas después volví a sacar el tema, estábamos en su casa, su familia no estaba, ella suspiró, aun así su cara no hizo ningún gesto que me diera una pista de cómo se sentía, soltó unas leves carcajadas, ¿cómo hace para reír sin reír? Me pregunté.

Ya saben, reír sin reír, cuando ríes y la risa llega a tus ojos acompañados de una enorme sonrisa que en ocasiones deja ver tus dientes o no. Bueno, ella no lo hacía.

— Tú eres mi amigo Juan, tú no puedes enamorarte de mí ni yo de ti.

Dijo sin mirarme, sentí otra vez el dolor en el pecho, pero ahora un poco más fuerte, tanto que lleve una mano a este haciendo una mueca.

— Ya lo estoy... ya estoy...

Me interrumpió.

— No. Bueno, tú si puedes. Más yo no. Yo no puedo sentir tal cosa como "amor".

Comentó haciendo comillas con las manos, entonces me miró y por primera vez sus ojos se abrieron solo medio milímetro más de lo normal, dejando ver tan solo una minimísima pizca de sorpresa que únicamente duró medio milisegundo, fue tan fugaz que no sabía cómo pude verlo, creo que no se esperaba que yo estuviera llorando en silencio sujetando mi pecho como si fuera a caerse, suena muy exagerado y narrado como libro romántico aunque bueno, así pasó.

— Lo siento, Juan. No eres tú. Soy yo.

Eso me hizo reír, ella colocó su mano en mi hombro dando tres leves palma ditas en forma de consuelo, ella no me abrazaría, ella no hace esas cosas.

— Algún día encontrarás a una mujer que pueda amarte, yo te ayudaré en lo que pueda mientras pueda. Prometo ayudarte a ser feliz aunque no sepa su significado.

La miré confundido, ¿cómo alguien no sabría lo que significa la felicidad? Me pregunté a mi mismo, sonreír.

Después de eso quedamos como amigos, muy buenos amigos, nos volvimos los mejores amigos.