Una choni entre champán

Liada en el club

Cuando Jorge se aparta, Estefi lo mira, confusa por lo que acaba de pasar, lo interroga con la mirada.
Él, sin estar muy seguro de que decir, la mira igual de confuso por el ataque repentino que ha tenido.
—Me tengo que ir ...
Dicho esto, sale sin dar la oportunidad a nadie de responder.
Brayan la mira furioso, celoso de ese hombre que acaba de llegar a la vida de su crush, y ya se ha adueñado de ella.
Intentando no cortar el rollo a sus amigos, Estefi vuelve con el grupo con humor.
—¡Os va a flipar la ciudad! 
—¿Hay algún sitio para ir de fiesta? —pregunta Vanesa.
Estefanía mira a su abuelo, ella no lo sabe.
—¡Seguro que hay!, luego le preguntamos a Alfredo, seguro que él lo sabe —les dice convencido, su chófer es el que más tiempo pasa fuera de la mansión, muchas veces, de noche.
La tarde pasa en un suspiro para el grupo, la abuela de Estefi, se decide a bajar para cenar, aunque ha estado apunto de hacerlo en su habitación, debe continuar con la actuación.
Entra en el salón y ve al grupo riendo, a su marido y Luis también, los mira con desprecio, pero ellos no la ven.
—¡Buenas noches! —saluda alto, haciendo una entrada elegante.
Todos la miran.
—Es Octavia, mi abuela... —la presenta Estefanía.
—¡Oh!, ¡eres la vieja! —grita Trini sin querer, su amiga ya le había hablado de sus altercados con ella por teléfono y no había tenido tiempo de contarle las novedades.
Octavia levanta una ceja y se pone seria.
—¡Perdona, yaya, es una forma de hablar! —miente Estefanía.
—Más le vale —responde esta, mordiéndose la lengua al escuchar como la llama, sin decirle que no quiere que lo haga.
Se acomoda en su asiento, la velada es agradable para todos, excepto para ella, la cual no soporta sus risas, sus gritos, ni entiende sus bromas.
—¿Os iréis a dormir temprano? —pregunta la anciana con la esperanza de que así sea.
—¡No, Alfredo nos lleva de party, a mover el esqueleto! —le responde Trini, poniéndose de pie y moviendo las caderas.
Octavia sonríe, "bueno, no se van a dormir, pero al menos si se van de la mansión", piensa.
Una vez acaban el postre, suben corriendo a las habitaciones que les han asignado y bajan listos para la noche.
Estefanía lleva un vestido, ajustado, por encima de las rodillas y de un rosa chillón, sus pendientes dorados de la suerte y taconazos.
Vanesa lleva una minifalda negra, un top abierto por detrás, dorado, pendientes grandes de aro, similares a los de Estefi y como no, taconazos.
Trini en cambio, se ha decantado por pantalones de cuero, un top blanco y una coleta alta.
En ninguna de las tres, falta maquillaje y un tono labial intenso.
Daniel, (el coletas), no se ha cambiado de ropa, Brayan, tampoco, una ducha y listo.
—¿No os venís? —pregunta Estefanía a su abuelo y a Luis.
—¡No, ya somos mayores para esas parrandas, os dejamos la noche a los jóvenes! —responde por los dos Miguel.
Alfredo entra a buscarlos, ya listo, se ha quitado el uniforme y se ha puesto un vaquero y una camisa estampada de flores.
—¡Guau!, ¡Hay que joderse con el taxista! —salta Trini, mordiéndose el labio, ya con ese gesto, deja muy claro su objetivo de esa noche.
Llegan a la zona metropolitana de la ciudad, Alfredo los guía, ya andando hasta un club.
Con el ritmo y ganas de comerse la noche, entran, de buen humor.
Al principio la cosa va bien, pero un grupo de chavales los mira con curiosidad.
Brayan es de esas personas con impulsos incontrolables, y cuando ve a uno de ellos, pegarse a Estefanía mientras baila, ya no aguanta más, lo empuja y se coloca él, delante de la chica.
Estefanía, sin tener constancia del enfado de su amigo, baile y ríe con él.
No tardan mucho en unirse a la pista el grupo de chavales, amigos del susodicho al que ha empujado Brayan, empiezan a liarse, a puñetazos y gritos.
Aunque los chicos son los que mayormente reparten y reciben, las chicas no se quedan atrás, se tiran sin pudor encima de los agresores y propinan alguna patada, a ellos o al aire.
El camarero alerta a la policía, la cual aparece en cuestión de minutos, separa a todos y toma declaracion, ante los gritos para culpabilizar unos a otros, deciden detener a todos.
Esposan a Vanesa, Estefanía, Daniel y Brayan, también a los cinco chavales.
—¿Y Trini y el chófer? —pregunta Estefanía buscándolos con la mirada, esperando que esté último, los ayudara.
—Nos han hecho bomba de humo hace un rato —contesta Vanesa.
Ya en comisaría, encierran a las chicas por un lado y a los chicos por otro.
—¡Llama a tu viejo!, ¡él nos sacará, está forrado! —le dice Vanesa a Estefi.
—¡Ni de coña, tía!, ¡no lo voy a meter en esta liada! 
—¿Y entonces?, ¡vamos, tronca, ellos son de aquí!, ¿a quién crees que echarán la bronca?
Estefanía pasea, pensando en algún plan, se le ocurre uno, pero no le hace mucha gracia, finalmente, llama al guardia.
—¡Ey, quiero hacer mi llamada! —le pide golpeando los barrotes de hierro.
El guardia abre la celda y la deja pasar, luego la guia hasta el teléfono fijo y le deja su móvil para buscar el número de teléfono.
El destinatario responde, medio dormido.
—¿Quién es? 
—¡Hola!, ¡siento un montón llamarte a estas horas, pero estoy en problemas y necesito tu ayuda! —le ruega la chica, detestando pedírselo, precisamente a él, a su falso prometido.
Este acepta, Estefi le pasa con el guardia para decirle como se llama la comisaría y cuelga, llevándola de nuevo a su celda.
—¿Y? —pregunta con tomo chillón Vanesa.
—Ahora viene, me debéis una, ¡muy gorda! —le contesta abriendo los brazos para indicar el tamaño.
Media hora más tarde, llega su salvador, sonriendo con sarcasmo, sintiéndose su héroe.
—¡Ya era hora!, ¡has tardado una burrada! —le grita Vanesa saliendo de la celda.
Estefanía lo mira mientras el guardia le da un informe para la citación posterior, en un juicio rápido.
Jorge también la mira, de una forma sensual y extraña.
—Ahora traerán a tus amigos y nos vamos —le informa a su prometida.
Ella asiente con la cabeza, avergonzada.
A los pocos minutos, llegan los dos, acompañados por dos guardias y con el mismo papel que Estefanía.
Salen de comisaría sin hablar, cansados.
Se suben en el coche de Jorge, Brayan con cara de pocos amigos.
—Esta noche os quedaréis en mi casa y mañana os llevaré a la mansión, será mejor que le cuentes a tu abuelo lo sucedido, podría trascender a la prensa y crearnos un problema.
Estefanía lo escucha, asiente, pero no responde.



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Editado: 21.09.2022

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