Una choni entre champán

Abuelo

—Si, Estefi, está más que claro que tú no quieres este matrimonio, es egoísta pedirte tal sacrificio.
—¡Pues muy bien!, ¡se acabó! 
Estefanía está que hierve de rabia, orgullosa como ella sola, entra en la mansión y sube a su habitación dando rienda suelta a su enfado. Tira los cojines de la cama y se tapa la cara con uno, finalmente se sienta.
Piensa detenidamente en ello, a ella la fortuna de su abuelo le da igual, era feliz en Madrid, su pequeño piso era su refugio, solo para ella, su trabajo, ¡le encanta!, ¡sus yayos le daban el amor que necesitaba!
Empieza a hacer las maletas, enfurruñada y decidida a dejar todo, la coge y sale de la habitación.
Va caminando por el pasillo cuando escucha a su abuela hablar con alguien.
—Si, tranquila, todo va según lo esperado, ¡la idiota de mi nieta no tiene ni idea! — Octavia se ríe de una manera siniestra —. De mi esposo ya me encargaré yo, todo volverá a ser como antes, mi cuñado se encargará después de la empresa.
Estefanía se queda quieta, sin explicarse como se puede ser tan ruin, ¡ir contra su propia sangre y familia!, da media vuelta y deja la maleta de vuelta en su habitación.
Baja las escaleras buscando a sus amigos, los encuentra de charla en la cocina con los criados.
—Peña, venir fuera, tengo que hablar con vosotros —según los dice sale por delante, seguida del resto.
Una vez los cinco juntos, lo suelta.
—Necesito vuestra ayuda.
—Tú dirás, sabes que a muerte —responde el coletas.
Les cuenta toda la historia de su matrimonio, la razón por la que se iba a casar, los planes de su abuela con Bárbara y su tío, dejando a todos boquiabiertos.
—¡Tía, parece una telenovela! —exclama Vanesa.
—¿Qué quieres que hagamos, colega? —pregunta Trini.
—Esta boda se va a celebrar, ¡cómo que me llamo Estefi!
Les da instrucciones de lo que tienen que hacer y se va a cumplir su parte.
—Alfredo, necesito ir a la casa de Jorge.
El chofer la lleva rápidamente, cuando llega toma aire antes de llamar al timbre.
—Venga, Estefi, solo es un año, ¿qué puede pasar en un año? —se anima y pregunta a si misma.
Llama, Jorge no tarda en abrirle.
—¿Qué haces aquí? —le pregunta sorprendido.
—Tenemos que hablar, ¡yo sé que somos como el agua y el aceite y este matrimonio va a ser un completo desastre!, ¡pero tenemos que casarnos!, pero... —lo mira a los ojos mientras coge valor, pensando que todo puede ser que se ría en su cara —.¿Quieres casarte conmigo? 
Jorge la mira, confundido.
—¿Por qué Estefi? —él se lo pregunta con la esperanza de que le diga que por amor, pero la chica no lo sabe.
—¡No podéis perder la empresa!, ¡Escuché a mi abuela confabulado contra mi abuelo!
Jorge suspira, "así que por eso es, por la empresa y su herencia", mal interpreta sus razones él, pero sabe que tiene razón, Miguel ya se lo había contado todo, por eso el hombre armó ese plan y por eso Jorge aceptó ese matrimonio, lo que no esperaba era enamorarse de su prometida.
—Está bien, acepto.
—¿En serio? —pregunta extrañada Estefi.
—Si, en serio, con un par de condiciones.
—¡Claro, lo que quieras!
—Tienes que involucrarte en la empresa familiar y ...
—¿Y? 
—Si pides el divorcio antes del año, renunciarás a tu herencia.
Ella no se lo piensa mucho, le da igual el dinero.
—¡Si, vale, trato hecho! —responde decidida, dándole la mano para sellar el acuerdo.
Jorge le estrecha la mano, ya no hay marcha atrás, piensa.
A dos días de la fecha original de la boda, acuden a un contacto de Jorge y firman su matrimonio legalmente.
—¡Bueno, pues ya está!, ¡sois marido y mujer! —le dice el funcionario.
—Gracias, te debo una.
Estefi y él salen de su despacho, muy callados, conscientes de lo que acaban de hacer.
—¿Estás más tranquila?, hagan lo que hagan, ya no podrán evitar nuestro enlace.
Estefanía no responde, en su interior no para de pensar en que es su esposa, pero solo sobre el papel, Jorge se da cuenta de que está ausente, piensa que sigue temiendo por los planes de su abuela, la para, la coge del brazo y la coloca frente a él.
—Estefi, ya está, no podrán hacer nada.
La chica lo mira y finge una sonrisa.
—Lo sé, gracias.
Vuelve a caminar por delante de él, sin abrirse a su marido y contarle lo que de verdad la aflige.
Llegan a la casa, sus amigos la están esperando, corren a su lado.
—¿Y? 
Estefanía mira a Jorge que está detrás de ella, a tan solo unos pasos.
—Ya está, ¿por aquí todo bien?
—Si, la vieja no ha salido de su cuarto y no ha venido nadie.
—Gracias, colegas.
Brayan los mira muy fijamente, aunque no llevan el anillo, todavía, sabe que ya están casados, sabe que ya ha perdido a Estefi.
—Actuar como si nada, la boda es el sábado, cualquier cosa que os parezca rara, me la contáis, ¿vamos? —le pregunta a Jorge, ahora toca informar a su abuelo de los nuevos acontecimientos.
Jorge asiente, al ver la mirada de Brayan, celoso, coge la mano de su mujer.
—¿Qué haces? —le pregunta ella bajito.
—Se supone que estamos muy enamorados, ¿no? 
Aunque le duela, así es, aunque por su parte, si lo está, pero también sigue desconfiando de él, no puede olvidar que es el amante de Bárbara.
Entran en la casa y buscan a Miguel, está en su despacho.
—Yayo, tenemos que hablar.
—¡Oh, hijos, pasar! 
Estefanía y Jorge se sientan y sin preámbulos, le cuentan todo, las jugarretas de su abuela y su matrimonio.
—Vaya... —exclama Miguel sin más.
—¿Vaya?, ¡yayo, no te molesta que la ..., abuela, te haga esto! 
—No, en realidad no, sabía que tarde o temprano pasaría, verás, hija, tu abuela y yo no nos casamos por amor, sino por conveniencia de nuestras familias, lo único bonito de este matrimonio fue tu madre, y ahora, tú.
La joven lo mira con ojos llorosos, ¿entonces su abuelo había estado solo con su enemiga todos esos años?, ¿así iba a acabar ella con Jorge, odiandose?
—¡Yayo! —se levanta y lo abraza — .
¡Ya no estás solo!, ¿me oyes? —le dice con dulzura, su vena protectora aflora por el tierno anciano.
—Miguel, puedes contar con nosotros —añade Jorge con seriedad.
Dos días después, el gran día, Estefi se mira en el espejo, lleva un vestido blanco precioso, un moño creado por su amiga Trini, la cual en Madrid es peluquera y un toque ligero de maquillaje.
Llaman a la puerta, Vanesa abre y deja entrar a Luis.
—¡Guau!, ¡está preciosa! —la adula.
—¡Hombre, colega!, ¡soy toda una profesional! —exclama Trini.
Luis asiente sorprendido y dice.
—¡Ya lo veo ya, increíble!
—Me falta algo... —dice Estefi.
—¡Toma! —le dice Vanesa, entregándole su pulsera de la suerte con las iniciales de las tres.
—¡Pero, Vane, tía, es tu pulsera favorita! 
—¡Tranqui, colega!, ¡es algo prestado!
Las chicas se abrazan emocionadas.
—!Eh, no!, ¡qué vais a destrozar mi obra de arte! —les grita Trini —¡Los abrazos dejarlos para después!
Miguel llama a la puerta, es la hora de llevar a su nieta al altar, cuando entra y manda a todos a sus puestos, se queda solo con ella.
—Estefanía, hija, hay algo que quiero darte —le dice sacando una cajita del pantalón.
—Yayo, no tienes porqué.
—Si — saca de la caja un anillo precioso, es de oro con pequeños diamantes verdes y azules — .Lo guardaba para darselo a tu madre, pero no pudo ser, así que te lo doy a ti —me coloca el anillo en el dedo donde posteriormente irá el de casada encima —este anillo a pertenecido a la familia desde hace siglos, ahora te pertenece a ti.
—¡Oh, yayo! —llora Estefi abrazándolo.
—¡Bueno ya está, ya está!, ¡se te va a correr el maquillaje! 
La joven se ríe y acepta su brazo, camino al altar.
Jorge está tan nervioso que le tiemblan las manos, aunque ya estén casados, desde ese día vivirá con ella, eso lo enloquece, al verla llegar del brazo de Miguel, tan bonita y angelical, sabe que está perdido, va a ser el año más difícil de su vida.



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Editado: 21.09.2022

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