Una choni entre champán

Cambios en la directiva

Estefanía mira a su abuelo preocupada.
—¿No lo habrás firmado ya? —le pregunta cogiéndole las manos.
—Si, mañana a primera hora lo llevará a la empresa para que lo firmen el resto de socios.
—¿Qué?, ¡yayo, es tu empresa!, ¡no puedes rendirte tan fácilmente! —le grita desesperada.
—¿Y hacer que tu vida sea infeliz?, no hija, ya cometí ese error una vez y no pienso volver a hacerlo.
—¡Yo no soy infeliz!, ¡te tengo a ti, por una vez tengo a alguien conmigo, a alguien que me quiere! —sonríe.
—¿De verdad? —pregunta ilusionado.
—¡Claro que si, colega! —bromea con él dándole un suave golpe en el hombro.
—Entonces será mejor que despierte al abogado y le haga romper ese documento —dice poniendo cara de circunstancia.
—¡Pero ya! —lo impacienta su nieta.
Por suerte el abogado les cogió el teléfono a tiempo, cuando su abuelo cuelga, Estefi lo mira pensativa.
—Yayo, podría ser que... —le cuenta un nuevo plan que salvaría la empresa y fortuna familiar.
—No es mala idea no, ¿pero crees que podrás con ello?, no es un mundo fácil ...
—¡En plazas más movidas he toreao! —afirma ella con entusiasmo y miedo a la vez, pero sin mostrar este último a su querido abuelo.
Al día siguiente, en la empresa, Estefi no va sola, Miguel a reunido a los socios e inversores más importantes.
—¿A qué se debe tanta urgencia? —pregunta el hermano de Miguel, Vicente.
—¡Eso digo yo, más vale que sea importante! —añade Octavia.
—Y lo es, ir tomando asiento mientras esperamos a Jorge —responde Miguel con una sonrisa.
Cuando Jorge llega, mira confundido a Estefi y su abuelo, hasta hace poco Miguel le contaba todo, pero no tiene ni idea de qué va esa reunión.
—¡Muy bien!, ahora que ya estamos todos, empiezo —dice haciendo una pausa dramática —. Después de darle muchas vueltas al asunto e intentar que la empresa quede en buenas manos, preferiblemente familiares...
Octavia lo ve venir y nerviosa lo insta a seguir.
—¡Ve al grano! 
—He tomado la decisión de que mi querida nieta, Estefanía, se quede al mando de la empresa familiar, obviamente bajo mi asesoramiento —les termina de informar, dejando a todos con la boca abierta.
Estefi decide dar unas palabras.
—¡Tranquis, no haré nada sin el consentimiento de director ejecutivo, Jorge, y mi abuelo! —sonríe triunfante.
—¡No!, ¿cómo va a llevar una empresa una niñata sin estudios? —opina Vicente rabioso, intentando que los inversores se nieguen también.
—Yo no tenía estudios cuando empecé, aprendí con la experiencia que me dió mi padre, y ahora ella, hará lo mismo —intercede Miguel.
Los inversores murmuran entre ellos, indecisos y sorprendidos por partes iguales, finalmente uno habla.
—Estamos de acuerdo con usted, Miguel, con una condición, si las ventas bajan, pasará directamente a manos de su hermano —concluyen.
—Eso no va a pasar —afirma Estefi mirando a su tío abuelo.
Cuando todos salen de la habitación, Jorge espera para quedarse a solas con su esposa, va a salir con su abuelo, pero él la detiene.
—¿Podemos hablar? —le ruega con la mirada.
—Ahora voy, yayo.
—¿Qué es todo esto? —le pregunta intrigado.
—Ya lo has oído, ¿te molesta que no te dé la empresa?, puedes estar tranquilo, en cuanto pueda me iré.
—¿En serio crees que la empresa es lo único que me importa? 
—No, no lo creo, estoy segura.
Jorge la mira sin entender.
—¿Es por lo de anoche?, Bárbara no se encontraba muy bien y tuve que llevarla a casa —le explica.
—¿Y hacían falta dos horas para eso?, ¡venga ya, que no nací ayer! —responde furiosa —.En un rato mi abogado trae los papeles del divorcio, eres libre de hacer lo que te dé la gana, yo no voy a ser el segundo plato de nadie.
—¿Y tu herencia? —le pregunta cómo último intento para que no lo deje.
—Me da igual el dinero, Jorge, parece que no te enteras.
Estefi lo mira un segundo, dando carpetazo a su corazón pero recobrando la dignidad y orgullo que tenía antes de él, y sale, dejando a Jorge solo.
Más tarde, Max va a buscar a Jorge para informarle que ha llegado el abogado, este, a desgana, va a la oficina de su mujer, pronto exmujer.
Una vez ahí, mira suplicante a la chica, si supiera cuanto la quiere, que está dispuesto a darle todo si se lo pide. Pero no se lo va a decir, no por orgullo, sino porque tiene razón en algo, pronto será padre y no puede pedirle que acepte a su hijo fuera del matrimonio como si nada, que viva el embarazo, el parto y el nacimiento con él.
Ambos firman el documento.
—Pues ya está hecho —dice Estefi mirando el papel, deseando romperlo y hecharse a sus brazos.
—Si —afirma Jorge, deseando lo mismo y marchándose de allí, para que no lo vean caer desmoronado.
Por la noche, Estefi ya no espera a Jorge, Alfredo la espera con el coche en la puerta, justo detrás de ella van Jorge y Bárbara, él no dice nada, pero la rubia es incapaz de callarse.
—¡Gracias! —le dice, aún con una mirada castigadora de Jorge.
—Todo tuyo —le dice Estefi con una sonrisa fingida.
El hombre, furioso con las dos por hablar de él, como si no tuviera ni voz ni voto, estalla.
—Adelantate, quiero hablar algo con mi mujer —le ordena a Bárbara, refunfuñando, obedece.
—¡Exmujer! —lo corrige Estefi.
—Todavía eres mi esposa, hemos firmado los papeles, pero aún los tiene que firmar un juez, ¿estás segura de esto?, ¿no vamos a intentarlo? —pregunta por última vez.
—No, Jorge, no estoy segura de nada, pero creo que es lo mejor —confirma ella su decisión.
—Entonces déjame besarte por última vez —le dice, no pidiendo permiso, sino haciéndolo, la sujeta con fuerza y la besa apasionadamente, haciéndola sentir lo mismo que él siente, llenándola de su frustración.
Estefi lo besa también, corresponde activamente, para al final separarse un poco de él, y susurrarle:
—Ojalá te hubiera conocido en otro momento, adiós, Jorge —dicho esto se sube al coche, él, en cambio, la mira sabiendo que a perdido algo muy valioso, el amor.



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Editado: 21.09.2022

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