Emma.
—Estoy embarazada. —anuncio.
Al instante John me observa.
—¿Estás segura? —pregunta.
Asiento suavemente temiendo su reacción.
Sabía que esto no estaba planeado. Nada de esto en realidad.
John y yo nos conocimos hace 6 meses en un fiesta. Resulta que era un amigo de un amigo y coincidimos durante algunas fiestas hasta que el dio el primer paso. Me agradó eso de el.
Los primeros meses salimos algunas veces pero luego decidimos que solo queríamos divertirnos durante un tiempo sin ningún compromiso permanente. Esta de más decir que ambos estuvimos de acuerdo.
Pero esto era totalmente distinto.
Un bebe significaba compromiso y yo no estaba dispuesta a abandonar o abortar a mi bebé, porque si, ya lo consideraba totalmente mío; pero decidí que tenia que contárselo a John, después de todo el era el padre y tenía derecho a decidir si quería estar en la vida de mi hijo o no.
—Emma, sabes que no podemos tener ese niño ¿no?
Y ahí tenía mi respuesta.
Tonta de mi que creía que el se encargaría del niño.
—No te preocupes John. —susurre. Mientras recogía mi bolso de arriba de la mesa de café a donde lo había arrojado al entrar en su diminuto departamento.— No tendrás que hacerte cargo de nada.
Su expresión volvió a cambiar drásticamente. De pronto esta consternado.
—¿Piensas tenerlo?
Una sonrisa irónica se formó en mis labios. Las palabras sobraban y el pareció darse cuenta.
—Eh dicho que no te preocupes. Nosotros no necesitamos nada de ti. —aseguré— Solo me pareció pertinente decírtelo, ya sabes, por si mis suposiciones estaban mal.
Y entonces me fui. Salí de aquel departamento dejando atrás una etapa de mi vida que sabía que no volvería a experimentar y también al consternado donador de esperma para mí hija, del que nunca volvimos a saber nada.