Una cita a ciegas.

CAPÍTULO 1. Esto hay que celebrarlo.

Emma.

Acaricié sus suaves rizos rojizos mientras su manita apretaba mi blusa enreda en su puño. Hacia solo unos minutos que se había dormido y ya extrañaba el color, tan parecido al mio, de sus ojos.

Zoe era lo mejor que me había pasado en la vida. Una vez creí que los largos meses del embarazo, mientras sentía sus suaves pataditas o sus movimientos dentro de mi, serian los mejores momentos de mi vida.

Que equivocada estaba.

Nada se podía comparar a sentir su peso tan reconfortante en mi brazo o la manera en la que parecía que me veía mientras le hablaba durante horas.

De pronto, ella se había convertido en mi mejor amiga.

Me levanté suavemente de la mecedora acercándome con todo el cuidado del mundo para evitar que ella se despertará y dejarla en la cuna. Al principio se removió un poco pero enseguida se acomodó y se sumió en un profundo sueño.

Me incliné depositando un beso en su frente y salí de nuestra habitación cerrando la puerta con mucho cuidado.

Recorrí todo el pasillo hasta llegar al gran salón‐cocina de nuestra cada. Bueno en realidad era la casa de mi padre pero había vivido allí toda mi vida hasta irme para la universidad que había alquilado mi propio apartamento, pero tras enterarse de la noticia del embarazo mi padre me había prohibido seguir viviendo sola y me había mudado de vuelta a casa.

Al principio había creído que mi padre no creía en mi capacidad para salir adelante sola, pero luego entendí que el solo quería mi bienestar y apollarme en todo el proceso.

Hablando del rey de Roma... mi padre se encontraba tras la barra de desayuno preparando lo que seria su sexto cafe del día.

—Si sigues a ese ritmo tendrás un infarto antes de los 60. —comente tomando asiento en uno de los taburetes de la isla.

Mi padre soltó una pequeña risa incrédula.

—Que bueno que aun me quedan algunos años. —comento mientras se daba la vuelta depositando un cafe frente a mi.— ¿Mi osito ya se durmió? —inquirio mientras rodeaba la isla.

Asentí dando un sorbo al café.

—Solo he tenido que alimentarla para que callese rendida.

—En eso se parece a ti. —susurro.

Sonreí.

Mi padre adoraba destacar todas las cosas en las que nos parecíamos Zoe y yo, y no solo en lo físico sino también en los pequeños detalles que íbamos notando mientras crecía.

—¿Has tenido alguna noticia de la empresa? —preguntó.

Lleve la taza a mis labios y di un pequeño sorbo.

—Aún no he recibido ninguna noticia. —dije un poco desilusionada.

Durante mi embarazo había logrado graduarme de la universidad y con todo el lío del nacimiento de Zoe se me había echo imposible conseguir un trabajo aunque la verdad yo tampoco me sentía preparada para separarme de mi pequeña.

Pero ahora era diferente. Ella había cumplido sus tres meses y me había obligado a comenzar a buscar trabajo, y luego de mucho buscar me había ilusionado con comenzar mi propio futuro y no depender económicamente de mi padre.

En la última entrevista que había echo habían prometido llamarme con cualquier noticia y aún no había ninguna noticia, ni buena ni mala.

—Tranquila cariño. —mi padre deposito un beso en mi frente.— Pronto tendremos noticias.

—Eso espero papá. —susurré.— Eso espero.

♡♡♡

—¿Cómo está la princesa más linda? —dice Marcos con esa vocesita de bebe que siempre pone cuando habla con mi pequeña.

Sonrió.

Zoe se remueve en su brazos mientras balbucea en su lenguaje de bebé.

—Ella está bien. —aseguro.— Súper bien. —aseguró.

Al parecer algo en mí tono hace que Marcos clave sus ojos en mí.

—Me parece oír algo de celos en algún lugar. —comenta.

—No tengo la menor idea de lo... —el sonido de mi teléfono interrumpe mis palabras. Lo saco de mi bolso y al no reconocer el número le pido un segundo a Marcos y me retiro un poco de la mesa para contestar.— Buenos días.

—Buenos días. —responde un voz completamente desconocida para mí.— ¿La señorita Emma Kim?

—Sí. ¿Cómo quién hablo? —preguntó extrañada.

—Le habló desde la oficina de Recursos Humanos de SMIRNOV ENTERPRISE. —contengo el aliento— Después de revisar cuidadosamente su currículum ha sido seleccionada para el puesto de secretaria ejecutiva.

—¿Es en serio? —preguntó incrédula.

La mujer desconocida suelta un pequeña risita por el tono entrecortado de mi voz.

—Sí señorita Kim. —asegura— Le informo que debe presentarse en RH el próximo lunes a las 8:00 am para firmar su contrato y recibir todas las instrucciones pertinentes. —informa.

Contengo un grito emocionada.

—Claro. Ahí estaré, no tenga duda. —aseguró.— Ahí estaré. —repito un poco más calmada antes de colgar no sin antes despedirme.




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