Una cita a ciegas.

Capítulo 2: ¿Una cita a ciegas?

Emma.

—¿Una cita a ciegas?

¿Sonaba confundida? Definitivamente.

—Si, —rebusco en el siguiente perchero.— una cita a ciegas. —afirmo.

Nos habíamos trasladado al centro comercial para, según Marcos, buscar el vestuario ideal para lo que seria mi celebración personal por conseguir el trabajo.

Y aunque me encantaba ir de compras (y más cuando Marcos se unía pues su sentido de la moda era increíble) todavía estaba un poco confundida con la propuesta de Marcos.

Marcos saco un vestido rojo ajustado, que hizo que sus ojos brillarán llenos de un sentimiento que no logre identificar pero que no deparaba nada bueno, antes de echarlo sobre su hombro junto a otros tres vestidos.

Este loco día había comenzado demasiado temprano para mi. Zoe se había despertado demasiado temprano reclamando su alimento y no se había vuelto a dormir en toda la mañana. Para cuando dieron las 10:00 am yo también me había rendido en intentarlo.

Marcos había llegado un poco después con la noticia de que mi nueva contratación era digno de celebración y sin darme muchos detalles nos arrastro hasta el centro comercial mas cercano, en el cual llevábamos una media hora buscando vestidos para una celebracion de la cual sola sabia de su existencia hasta este preciso momento.

Bueno, en realidad solo Marcos buscaba vestidos pues mi preciosa hija había llamado la atención de todos aquí con su llanto con la única intención de reclamar su alimento.

Por suerte para todos, en especial para mi, Zoe decidió que mis brazos eran bastantes cómodos como para echarse una buena siesta.

—¿Cómo para qué necesito yo una cita a ciegas? —interrogo mientras me pongo de pie y me acerco al cochecito de Zoe para acostarla.

Cuando me volteo hacia Marcos me encuentro con sus ojos jusgandone.

—¿Cómo que para qué? —pregunta incrédulo acercándose y teniéndome los vestidos seleccionados.

—Pues si. —respondo— No le veo ninguna necesidad a ir a una cita. Yo diría que a ninguna. —agrego.

Al instante me arrepiento de mis palabras.

Si antes su mirada me juzgaba ahora era como si quisiera asesinarme.

—Desde que le dijiste al donadordeespermacabezadechorlito que estabas embarazada, has dejado de lado tu vida social. No puedes encerrarte en casa solo porque ahora tienes a Zoe.

—No estoy encerrada, Marcos —protesté, sintiéndome un poco acorralada. —Simplemente estoy priorizando lo que realmente importa.

—Claro, claro —dijo él, haciendo un gesto con la mano como si desestimara mis palabras. —Pero eso no significa que debas renunciar a ti misma. Una cita a ciegas puede ser justo lo que necesitas para recordar cómo es salir y divertirte.

Suspiré, sintiendo la presión de su argumento. Tenía razón en parte; había pasado tanto tiempo enfocada en ser madre que había descuidado otras facetas de mi vida. Pero la idea de salir con un extraño me parecía abrumadora.

—¿Y si no me gusta? —pregunté, tratando de encontrar una salida. —¿Y si es un completo desastre?

Marcos sonrió con complicidad.

—Eso es parte de la diversión. Además, tengo un plan. He investigado al tipo y puedo asegurarte que no es un "donador de esperma cabezón". Es un buen chico, trabaja en marketing y le encanta el cine.

Me mordí el labio, sintiendo una mezcla de curiosidad y miedo.

—¿Y si no tengo nada de qué hablar con él?

—¡Por favor! —exclamó Marcos, levantando las manos en señal de rendición. —Eres una mujer increíblemente interesante. Solo tienes que relajarte y dejar que las cosas fluyan.

Miré a Zoe, que dormía plácidamente en su cochecito, y luego a Marcos, que parecía tan entusiasmado con la idea.

—Está bien —dije finalmente, sintiéndome un poco más decidida. —Pero solo si encontramos el vestido perfecto primero.

Marcos sonrió de oreja a oreja y comenzó a buscar nuevamente entre los vestidos colgados.

—¡Eso es! Vamos a encontrar algo que te haga sentir como una diosa.

Mientras buscaba, no pude evitar sentir una punzada de ansiedad en mi estómago. La idea de salir con alguien nuevo era aterradora, pero también había una pequeña chispa de emoción en mi interior. Quizás, solo quizás, esto podría ser el comienzo de algo diferente para mí.

Después de varios minutos de búsqueda, Marcos finalmente encontró un vestido negro elegante que me hizo sentir como si pudiera conquistar el mundo.

—¡Este es el indicado! —exclamó mientras me lo pasaba.

Me lo probé y miré mi reflejo en el espejo del vestidor. El vestido se ajustaba perfectamente y resaltaba mis curvas de una manera que hacía tiempo no veía.

—Te ves increíble —dijo Marcos, asintiendo con aprobación.

—Gracias —respondí, sintiéndome un poco más segura de mí misma.

Al salir del vestidor, noté que la ansiedad por la cita comenzaba a desvanecerse lentamente, reemplazada por una mezcla de nerviosismo y anticipación. Tal vez esta cita a ciegas no fuera tan mala idea después de todo.




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