Una consumación en la Taberna

Capítulo 1

Todavía recuerdo el día que descubrí la Taberna, cuyo nombre me acompañará por siempre en mis mejores recuerdos, “La Hora de la Verdad”. Fue una noche lluviosa a la salida de una agotadora jornada laboral en la biblioteca, en la cual ejerzo de bibliotecario, la cual me pilló sin paraguas ni protección alguna contra la lluvia, pero me ofreció el refugio de un local habitado por extraordinarios parroquianos. Desde su locuaz dueño Experiencia, quien me amenizó la espera con algunas de sus vivencias y anécdotas más divertidas, hasta la severa Conciencia, cuyo mirar intimidaba a la que par que sus consejos convalidaban años de vida. Aunque de todos ellos, quienes mayor afecto me mostraron fueron Rebeldía y Tylerskar, tan diferentes y tan parecidos. Enseguida comenzamos a conversar sobre lo divino y lo humano, intimando hasta tal punto que las horas se hicieron segundos, por ese motivo quedamos para otro día en la Taberna.

 

Allí, en la Taberna, también conocí a otras personas, quienes con el pasar de los días se convertirían en buenos amigos, casi hermanos, estos son Rectitud, Amor, Ira, Esperanza, Ilusión y Alegría. A ellos pronto se les unieron J. Carlos y Àngels, otros dos seres de luz con una historia digna de ser novelada.

 

Después de esta, mi primera vez en “La Hora de la Verdad”, me convertí en asiduo parroquiano y cliente después de la salida de mi trabajo, ya que me relajaba el ambiente distendido y la conversación amena y amigable con mis nuevos amigos, con la que creábamos un clima de calculada intimidad favorecida por la música que de fondo nos ponía Experiencia, cual hilo musical.

 

Así, llegué a conocer los increíbles secretos que retenía Experiencia tras su sonrisa amistosa sobre antiguos camaradas suyos ya desaparecidos, y que atesoraba como el mayor tesoro del mundo, y también descubrí que aunque Conciencia, con su apariencia de aguafiestas, tenía un alma donde habitaba la diversión más sana que se pueda imaginar, pero su modo de vida estoico le impedía mostrarse a desconocidos desde un buen principio tal cual era.

 

Sin embargo, quienes de verdad mostraron su simpatía y empatía hacia mi persona fueron Àngels y J. Carlos, los cuales, tras confesarnos nuestros problemas y quebraderos de cabeza más acuciantes, así como abrir nuestra vida en canal para los que escuchaban, no dudaron en proponer que formáramos un grupo de apoyo para ayudar a otros habituales de las reuniones en “La Hora”. Con este grupo queríamos que nuestros amigos de la Taberna se abrieran a superar sus traumas, a través de contarnos sus vivencias y asimilar nuestros consejos, así como a darles a conocer nuestras experiencias más íntimas o dolorosas siempre que les pudieran ayudar a mejorar su situación personal.

 

Los primeros que nos pidieron ayuda fueron los más jóvenes del grupo, Rebeldía y Tylerskar, quienes comenzaron a compartir piso al poco de conocerse en el local y darse cuenta que había nacido una gran y bonita amistad. Y aunque eran los más jóvenes, también llevaban un recorrido vital lleno de altibajos, ante los cuales intentábamos ayudar en la medida de nuestras posibilidades.

 

De este modo, y tras mucho meditar, me uní a esta experiencia fascinante que nos unió para el resto de nuestras vidas como si fuéramos la misma persona, sufriendo cuando uno de ellos sufría como si fuera yo mismo el que tenía el problema.

A continuación, relataré, a modo de ejemplo, cómo intentamos socorrer a Rebeldía y Tylerskar con sus cuitas. 

 

Como ya he dicho, Rebeldía y Tylerskar se fueron a vivir juntos al poco de conocerse en la taberna porque conectaron estupendamente y vieron que tenían una gran compatibilidad, de la que surgió una profunda amistad. Pero cuando empezaron la convivencia, comenzó a fraguarse el desastre que casi rompe su afecto, puesto que no estaban acostumbrados a convivir con otra persona, familia aparte, y aunque ellos decían y repetían que ya lo estaban solucionado, incluso que ya lo tenían superado, sus amigos de la Taberna veíamos como cada vez era mayor el distanciamiento que estaban sufriendo, discutiendo por cada frase que decía el otro, diciéndose palabras cada vez más gruesas que no sentían en absoluto. Ante este grave hecho, nos dimos cuenta sus amigos que no iban a ser capaces de solucionarlo como adultos que eran, e intentamos poner en práctica tanto Àngels, como J. Carlos y yo lo que hablamos entre nosotros en más de una ocasión, y que llamábamos “La amistad necesaria”, ya que nunca antes vimos una como la que tenían los dos implicados. 

 

Por ello, y tras mucho insistir, conseguimos reunirlos en el lugar más neutral que conocíamos, “La Hora de la Verdad”, para que debatieran sus problemas y hablaran sin temor a ser juzgados por nadie. Además, pensamos que iban a sentirse a gusto con la compañía del resto de sus amigos y conocidos del local, y que no les importaría que les diésemos nuestras opiniones y consejos. Igualmente contamos con la ayuda de Conciencia, la persona a quien más respetaban ambos, al igual que el resto de parroquianos, y con la dilatada vida de Experiencia, siempre sabia en consejos. De este agradable modo, conseguimos que revitalizaran su amistad y la aumentaran después de limar las pequeñas diferencias que la convivencia continua produce en toda relación. Dándoles, asimismo un mecanismo para salvar futuros escollos relacionados con la cohabitación. 



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En el texto hay: bipolar, drama, identidad

Editado: 29.07.2023

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