Abrió los ojos de repente. Eran las 4 de la madrugada y, desorientado, observó como el techo de la habitación iba tomando forma. La oscuridad no era total y poco a poco el resto del entorno le devolvió a la realidad. Maldiciendo, se obligó a cerrar los párpados y empezó sus ejercicios de relajación. Tenía que volver a La Taberna.
Rebeldía avanzaba hacia él con paso firme y decidido, a su alrededor todo eran caras alegres y buenas sensaciones, había instantes en que Àngels parecía perderse en algún mundo alternativo, mientras Oscar departía con Tylerskar.
—¿Estás bien, Rick?, inquirió Rebeldía.
Rick la observó con detenimiento, era un personaje que le fascinaba, despedía un halo de, como decirlo sin que suene redundante, absoluta “Rebeldía”, a la par que una absoluta determinación en conseguir sus objetivos. Durante unos instantes la Doctora que la había acompañado en tantas y tantas vicisitudes se materializó ante él. Se permitió dedicarle una tierna y franca sonrisa.
—Querida Doctora, todavía no hemos llegado aquí. Pronto, sí, pronto podremos hablar.
Ahora sí, Rick volvió su mirada a Rebeldía y endureciendo las facciones le espetó…
—Rebeldía, es un placer verte aquí pero no dejo de preguntarme si realmente todo acabó o está gestándose otra amenaza en el futuro.
—No sé, Rick, dímelo tú porque quizás es más grave que seas tú el que estás aquí. Tus heridas también fomentaron mi aparición. Y, por cierto, no te veo excesivamente contento.
Las facciones de Rebeldía se endurecieron y le clavó su relampagueante mirada, esa mirada que presagiaba la aparición de la acción. Esperanza e Ilusión acudieron prestas a su lado y adoptaron una actitud seria y desafiante.
—Oh, vamos. Rick lució una espléndida sonrisa. – No os pongáis a la defensiva, esto es un Santuario de paz y armonía. Aquí venimos a superar nuestros miedos y a disfrutar de la compañía de amigos entrañables. ¿No es cierto, Conciencia?
La mirada que Rick clavó en Conciencia hizo que ésta se irguiera levemente y, sorprendida, mirando de soslayo a Rebeldía…
—Por supuesto, Rick, este es un lugar de buen rollo. En todo caso también debería ser adecuado para el “parlamento”.
Parlamento, curioso término acuñado en tiempos de pirateo, donde antes de acabar con la vida de algún pobre desgraciado éste tenía la oportunidad, mediante esta invocación, de defenderse de cuanto era acusado. Desgraciadamente solía acabar en la plancha y en las fauces de un “cariñoso” escualo que le esperaba en el agua.
Negando con la cabeza, Rick miró nuevamente a Rebeldía.
—No te preocupes, realmente quiero que esto funcione y si lo hace habrá sido en gran parte gracias a ti. A ti y a todo el elenco que provocó tu aparición.
Rebeldía relajó el gesto, le dio un manotazo a Rick en el hombro y volviendo la vista a Conciencia le dijo…
—Madre mía, todavía no entiendo como estamos todos aquí después de todo lo que ha pasado.
Joel estaba sentado en una mesa apartada, su té negro con hierbas humeaba mientras, a su lado, una libreta y un bolígrafo aparecían como si siempre hubieran estado ahí.
Oscar y Tylerskar seguían departiendo. Tylerskar tenía el rostro sombrío y su expresión era aparentemente melancólica. Un escalofrío sacudió la espalda de Rick y acercándose a Joel…
—Joel. — Este levantó la mirada… —¿Realmente estamos seguros aquí?
Un relámpago cruzó la mirada de Joel y, con tranquilidad, abrió su famosa libreta.
—Oh, Rick, tranquilo. ¿Quieres ir a algún lugar en concreto?
La vista de ambos se posó en un espléndido cuadro e instantes después la mirada afable e inteligente de Anciano los estaba observando.
—Bienvenidos a esta vuestra casa, tomad asiento, amigos.