Con el sueño aún entre los ojos y mis ganas, nuevamente estoy despierta. Y solo recuerdo dormir dos horas y algo. Puedo ver desde mi cama cómo el cielo está nublado. Sin sus propias ganas de hacer su trabajo.
Me levanto entre dormida y voy al baño para lavar mi cara y arreglar mi pelo; que cada mañana son el secreto que cargamos las mujeres.
Salgo una vez lista y estoy casi segura de que me olvidé de algo. Nuevamente en la cama y de nuevo no sé qué hacer.
Enciendo la radio desde la cama y la locutora habla de los sueños perdidos y me entretiene. Decido caminar un rato en la habitación, mientras ordeno un poco mis libros. En eso menciona "los sueños pueden ser reales si tú lo permites", pero está claro que también del mismo modo las pesadillas.
Termino de ordenar y me siento en el suelo y sigo escuchando. Los locutores tienen un papel tan importante y aunque no se les vea sus rostros, comparten tanto con nosotros.
Recuerdo que también quise ser locutora, pero como a casi todos, el miedo a perder y no ser escuchado es lo que te retiene a no continuar o siquiera intentar.
Me acuesto en el suelo y puedo ver el techo. Trato de no pensar, pero nuevamente me cuestiono sobre lo que pude haber logrado en el pasado y toda la vida hermosa que me perdí.
Como si fuera poco, el vecino me asusta cuando escucho sus golpes en la puerta y como siempre la misma respuesta. Pero esta vez me levanto y con las pocas ganas que tengo abro la puerta y ahí estaba él. Mi vecino, con el cabello negro y un rostro muy agradable, con la sonrisa de oreja a oreja.
_Por fin decides abrir la puerta._ sonríe.
Me quedo ahí observando el primer rostro del exterior y no sé qué contestar ni decir.
_¿Puedo pasar?_ hace un gesto con las manos.
Lo dejo pasar. El vecino que por tanto tiempo pensé que se trataba de un señor es un joven, puede que tenga mi edad o un poco más. No puedo dejar de observarlo, ha pasado mucho desde que estoy encerrada en este lugar.
_Sandra.
_¿Disculpa?
_Sandra es una muy buena locutora, habla muchas veces del crecimiento de las personas, del amor que uno mismo puede crear y compartir.
Sonrío sin pensarlo y cierro la puerta y lo miro. Con su mirada trata de buscar un lugar donde sentarse o espera que le diga.
_Puedes...
_Sí, puedo. ¿Qué hago?_ me mira.
Sonrío nuevamente y señalo la cama para que se siente. Trato de acercarme un poco y sentarme al otro extremo de la cama.
_Pensé que eras mayor. Me imaginaba a alguien a quien no le gusta lo exterior ni conversar con alguien.
_La "señora" todavía. Aún tengo mis diecinueve años. Lo que dijiste después de eso te doy la razón._ miro la ventana._ Después de todo, ¿qué más haría?.
Como si lo dejara con dudas me mira y no sabe qué responder y me doy cuenta de que no puedo ir contando lo que me pasa.
_Entiendo... un poco. Son tus cosas, pero tienes que salir de este lugar y ver el exterior. ¿No te gustaría ver todo lo hermoso y mejorado que está este lugar?_ mira mis libros.
_No sé cómo fue antes. Pero seguro que está muy lindo. Yo llegué acá hace años y no puedo recordar todo.
Me di cuenta muy tarde de que parte de mi vida ya había contado. Lo miro por ratos y sonríe. Se dirige a los libros y entre ellos encuentra mi cuaderno.
No tengo ganas de levantarme y mencionar que deje eso. Me mira con el cuaderno en mano y nuevamente vuelve a dejar eso en su lugar.
_¿Tienes hambre?
Era casi las diez de la mañana y mi desayuno siempre llega a las siete, y como no me levanté...
_Tengo un poco de hambre.
_Tardaste mucho en responder, pero ya me imaginaba, pues no veo que recibiste la bandeja hoy.
Con una sonrisa muy tranquila me levanto y voy a la puerta. La abro con cuidado y le señalo. Tiene que marcharse, está mucho tiempo aquí dentro.
_Pero, cámbiate y vamos a comer. En el primer piso cocinan muy rico. Además, supongo que querrán conocer a la niña del cuarto... bueno, ahora es una mujer._ sale.
No sé si salir ahora puede ser necesario o importante. Cerrando la puerta voy a la cama y me suelto en ella. Tan suave, tan cómoda. Con las sandalias puestas me quedo ahí, cruzada en cama sin saber qué hacer y con hambre.