Luego de tantos pensamientos, voy por mi cuaderno y me sumerjo en las escrituras y la tinta azul. Escribo por momentos sobre mi enfermedad y mi estado emocional, decido agregar al último mi primer contacto con lo exterior.
Nuevamente tocan la puerta y como siempre contesto de la misma manera. Pero esta vez insiste el vecino y no creo que se vaya. Me levanto y abro la puerta.
_¿Así bajarás a comer? - se sorprende.
_No pienso bajar. Lo siento, gracias, pero no se preocupe. - trato de cerrar la puerta, pero él lo impide.
Con una sonrisa en su rostro me jala del brazo y puedo sentir cómo los pies descalzos sienten el frío de estar en el exterior. Lo miro por momentos y miro a mi alrededor, cuadros en un callejón de la casa y un cuarto al frente; que supongo que es de él.
_No deberías hacer esto. - trato de entrar nuevamente a mi cuarto, pero este lo impide y me mira de reojo, cuidando su rostro.
Estaba en pijama y descalza, aunque estar en el exterior no me afectaba mucho, me gustaba cómo se sentía estar al exterior.
_Vamos. - sujeta mi mano.
Lo miro de momentos y también nuestras manos, se siente algo extraño y lo dejo pasar. Me llevaba seguro al primer piso a comer algo, pasamos por ese callejón del que vi antes, unas pinturas en ellas muy raras. Él mencionaba sus nombres y algunos detalles más. Pasamos por otros cuartos y luego las escaleras.
Me detengo un momento, negando la posibilidad de querer bajar. Me sujeta aún más fuerte la mano y menciona que todo va a estar bien y que no dejará que me pase algo.
Dudo en confiar, después de todo esto recién es nuevo para mí y me siento algo extraña y no sé si esté bien hacer esto.
Empieza a caminar y con sus pasos que da me lleva también. Bajo los escalones uno por uno, miro a mi alrededor y me doy cuenta que también la casa es blanca. Unas flores al final de la escalera y todo terminaba. Las luces muy fuertes del exterior no me dejan apreciar más lo que hay dentro.
_Sigamos.
Una señora mayor nos espera detrás de la cocina. Con pelo rizado y unos ojos que al instante uno se da cuenta que son café. Saludo y me siento en una de las mesas.
_Espera. - suelta mi mano y va por algo.
Sigo mirando alrededor y hay tantas mesas como sillas y no hay más personas. Después de todo, el exterior no era tan malo. Al rato llega mi vecino con algo que él llama cartas y empieza a mencionar nombres de comidas; y solo me llama uno la atención.
_Creo que una ensalada rusa. - sonrío y me acomodo.
Él sonríe muy plácidamente y también elige el suyo. Se retira y me deja llevando la carta. No puedo recordar todo con exactitud, seguro consecuencias de mi enfermedad.
_Bien, en un momento van a traer todo. - llega el vecino y se sienta.
_Me gusta este lugar, pero en cuanto terminemos quiero ir a mi habitación. - lo miro.
Él asiente con la cabeza y me mira por ratos, no realiza nada diferente a lo que ya estaba haciendo.
_Recuerdo cuando llegaste y te instalaste en esa habitación. Claro que estaba muy pequeño. - se ríe por momentos.
Yo no recuerdo que él estuviera. Yo solo recuerdo que llegué con alguien a este lugar y luego se marchó.
_Bien, vamos a comer.
La comida ya está en la mesa y él empieza a servir y me acomodo para comer.
_Disfruta. - empieza a comer y de la misma manera yo.
No miente al decir que es buena comida, es muy diferente a la que llevan a mi cuarto por las mañanas y tardes. Este tiene más sabor, más gusto, la bebida muy deliciosa y te da unas ganas de acabar con todo.
_¿Cómo te llamas?
_Ellie Thompsom.
_Muy bonito nombre. - me mira y yo sigo comiendo._ Soy Knox Sellers, dime Kno, así me dicen más.
Termino de comer y lo miro. Quiero subir a mi habitación, pero él aún no termina.
_¿No te gusta estar fuera?
Es una pregunta muy rara, pues si no salgo de mi habitación es por algo. Ilógico.
_Solo quiero ir a mi habitación. Todo esto es muy rápido y no quiero que me pase algo.
Y dale, de nuevo le cuento más información. Sonrío de rato en rato y me gusta que no pregunte más de las cosas.
_Bien, vamos.
Sujeta mi mano y vamos de nuevo a mi habitación. Esta vez es mucho más rápida la llegada y eso me alegra. Suelto la mano de Kno y entro en mi habitación, doy las gracias por la comida y cierro mi puerta. Volteo y miro mi cama y los libros de mi estante.
_Ahora, ¿qué hago?
Mi día pasó rápido y voy de nuevo a mi cama y me quedo en ella. Recordar este día me llena de alegría y un poco de miedo. Espero que no sea malo para mi enfermedad todo esto.