—Te puedo esperar.
—No, como crees—Se negaba ella moviendo las manos de manera frenética, el viaje había sido una tortura, casi no pudo hablar luego de aquel pequeño intercambio de palabras sobre autos.
—Para mí no es molestia, al contrario, además se puede hacer tarde para que regreses—De pronto el traicionero estómago de Evelyn empezó a hacer ruidos, como reclamando la hora de la cena. —Tu apetito hablo por ti, no hay tiempo de dudas, paso por ti en dos horas
Le lanzo un guiño y se alejó, encendiendo el auto. Era imposible que una mujer como ella, no cayera ante sus encantos, aunque en el fondo esa sonrisa era por algo reconfortante que sintió en su pecho, una mujer con su apariencia que supiera de autos, algo que a él le fascinaba, era pequeño, cuando acompañaba a su fallecido padre a las subastas de auto, donde buscaba alguna nueva adquisición.
—Padre, ese auto cuesta mucho dinero.
—El dinero no es importante, es la sensación, siente el cuero, siente ese olor, se llama historia.
Mientras él conducía su auto, dando vueltas, la verdad no le gustaba la idea de esperar por una mujer como ella, todo era fuera de sus reglas, muchas veces a la primera lograba captar la atención de la mujer en cuestión.
—Tengo que hacerla mía al costo que sea, ninguna se resiste y ella no será la primera, no me interesa tener que mentir, engañar o fingir, todo esto acabara cuando sucumba bajo mi cuerpo, cuando su linda boquita grite mi nombre a la vez que la embisto, tal vez apague la luz y me guste esa primera y única vez, no tengo pensado repetir con la gordita, ni que estuviera loco.
…
—Si puedo hacerlo, pero me parece extraño, trayendo ropa como esta, hablando de esas cosas, mira una cliente, hace un tiempo dejo unos vestidos, los arregle, pero nunca vino.
—Doña Marga, usted sabe que no puedo pagarla.
—Hija, no te preocupes, la verdad que me da pena achicarlos, son demasiado hermosos, es tu talla, ya me lo vas pagando como puedas. Vamos niña, tienes veinte tres años y deberías vestirte como de tu edad, tal vez así atrapas algún lindo chico.
—Usted siempre demasiado buena conmigo hasta fe me tiene.
—Así deberías ser con todos, eres una chica muy dulce, siempre te escondes, tienes unos ojos muy bonitos, aprovéchalos, si yo tuviera tus años, estaría en alguna playa nudista de Ibiza.
Evelyn sonrió ante lo graciosa que se veía doña Marga, aleteando las manos como si fueran ventiladores, muchas veces había querido tener su chispa, su alegría y espontaneidad, pero para ella era imposible.
—Está bien, los tomaré, muchas gracias, ¿Cuándo regreso por mi uniforme?
—El domingo te lo mando a tu casa, mi nieto irá muy gustoso— Sonrió, su nieto un chico de la contextura de Eve, con el rostro con muchas señales del acné, trato de ser amable, nunca acepto ninguna salida a Nico, porque aquella amable mujer, no veía lo malvado que podía ser su nieto.
—Me rechazas, como si tú fueras la gran cosa.
—Nico, por favor
—Por favor tú, deberías agradecer que me fijo en ti. Tarde o temprano aceptarás.
—Por favor, no te acerques. —Retrocediendo algunos pasos, hasta chocar con la pared que daba la espalda del callejón que había poco antes de llegar a su departamento.
—Ya quisieras.
Cuando Evelyn observo su reloj, no sabía qué hacer, aún faltaban treinta minutos para las dos horas que le había dado el príncipe.
—Evelyn, sal corriendo, aprovecha que estás en zapatillas, a quien quiero mentirle, no llegaría ni a la esquina antes de agotarme, tal vez deba excusarme y decirle que me siento débil, la verdad no entiendo por qué me busca, un hombre como él, no se interesa en mujeres como yo.
No tuvo más tiempo de pensar, porque al instante, lo vio bajar cuál caballero en su brillante armadura, tan hermoso, tan atractivo, tan varonil, su cabello atado hasta atrás, le daba a Christofer McKay, ese aire de chico rudo, esos tatuajes en ambos brazos y sobre todo uno que podía hacer perder la cordura.
—Vine antes, porque no quise que huyeras.