—Estás perdiendo tu toque, querido amigo.
—Tú no sabes nada, lento, pero seguro— Trataba de defenderse, hacía dos semanas que salía con Evelyn y ni siquiera un beso ella se había dejado dar, eso de andar de manitas sudadas no le agradaba para nada, pero dicen que en lo difícil está el gusto.
—Tienes un récord de dos días y máximo una semana, todo porque ella viajaba mucho y no tenía tiempo del entierro. —Andrew recordaba especialmente a Irina, con ella empezó ese extraño y repulsivo fetiche.
—La dulce Irina, una joyita en todo el sentido de la palabra— Lanzado un beso al aire, como quien recuerda el haber comido un delicioso manjar—Esa mujer era exquisita, hermosa, una fiera en la cama y abriendo las piernas,
—Claro, la recuerdo, era muy bonita, lástima que desapareció como si la tierra se la hubiera tragado—Ironizo Andrew, sintiéndose satisfecho con sus atroces acciones.
—Qué exagerado, pero es la verdad, no la volví a ver ni siquiera en el foco público que tanto le encantaba.
—Como cambias de tema, estamos hablando de tu gordita.
—Te dije que no me gusta que le digas así— Dando un golpe sobre la mesa—Se llama Evelyn.
—Bueno Evelyn, qué sensible andas últimamente, bueno esa mujer se te hace la difícil, algunas mujeres son así, se hacen las estrechas hasta que la metes y piden más.
Aquel comentario hizo que Chris, se sintiera extraño con ganas de cerrarle la boca a su amigo, pero con su puño.
—Deja que yo me encargue de mis cosas.
—Deberías llamar a Ivanna, ella siempre funciona para acelerar las cosas.
—Ivanna anda viajando en estos momentos, no la voy a meter todavía— Miro su reloj y estaba con el tiempo justo.
—¿Dónde vas con tanta prisa?
—Al ballet.
…
—Perdóname preciosa, se me paso el tiempo volando — Juntando sus manos y dándole un casto beso sobre ellas.
—Acabo de llegar— Se había puesto uno de los vestidos que semanas atras le había regalado doña Marga, se veía dulce e Inocente con ese estampado de flores que lucia, estaba nerviosa, siempre lo estaba cuando él le sonreía de esa forma, sentía que su corazón hacia una fiesta en su pecho.
—Sigue pareciendo un sueño como el primer día— Pensaba ella, cuando Chris la tomo de la mano, sintiéndose extraña y emociona a la vez, para luego entrar al teatro. Cuando caminaron entre la gente, no podía creerlo, los escientos eran en primera fila.
—¿Cómo los conseguiste? Estaban agotados.
—Por ti, me enfrento hasta un dragón, si se trata de hacerte sonreír, esto es poco—No había sido nada barato, pero estaba decidido esa noche a por lo menos dar el primer paso, por un pequeño instante, sintió los nervios de un chiquillo frente a la chica que le gusta, no quería asustarla, ella era muy tímida y conseguir que salieran, así como ahora en público había sido un gran logro.
Para Evelyn, aunque estaba embelesada por estar ahí con Chris, no podía dejar de darse cuenta de las miradas acusatorias e inquisitorias de la gente a su alrededor, juraba que hasta podía escuchar sus pensamientos.
—Pobre muchacho, con ese fenómeno. ¿Será que le debe un favor?
—Miren hacen el número diez.
—Una gordita y un flaquito, qué cliché y desperdicio.
—¿Te sientes bien? Te quedaste callada de un momento a otro.
—No, nada, vamos a ver el espectáculo— Cuando las luces se apagaron, no pudo evitar que una lágrima saliera por el rabillo de uno de sus ojos. Pero debía disimular, no quería mostrarse débil frente a un hombre como Chris, que lo único que había hecho en estas semanas, era hacerla suspirar, reír mucho, la había hecho sentir como si fuera el centro del universo y no el universo.
—No soy mucho de ir a teatros, mucho menos ballet, cuéntame de que se trata
—El cascanueces está basado en una historia de la autora alemana ETA Hoffmann. En El Cascanueces, un regalo de Navidad, un cascanueces, cobra vida como un apuesto príncipe. Se lleva a la joven que lo recibió como regalo a unas fantásticas aventuras. Es mi obra favorita en Navidad.