Una dalia negra

V

Hoseok estando en la compañia bien uniformado y lleno de trabajo, pensaba en JiMin; cada vez estaba más lejos, el castaño con veintiséis años era difícil de reconocer y para el colmo. Tal vez el ya tenía familia. El pelirrojo no aguantaría ver a Yoongi de nuevo destrozado, el seguía amando a ese niño ojimiel y lo sabía perfectamente.

Sus pensamientos rutinarios se vieron quebrados por el sonido de su teléfono oficinal. Presionando el último botón del teléfono, sonrió e hizo una voz demasiado amable.

—Corporativo PYM, ¿en que podemos ayudarle?.

Y su semblante de Hoseok cambio — Min... ¿que dices?.No hagas nada por favor, no sabemos si es el, iré por ti... — cubrió la parte inferior del teléfono rápidamente — si si si, yo mandare a alguien para que investigue a ese Doctor Park.

Y Hoseok cortó la llamada. ¿Sería cierto?, despues de buscarlo por años... Por fin dieron con su paradero. El chico de pumulos levemente definidos rogó por que así fuera. Por que a Yoongi le cambió la voz, su corazón le palpitaba y eso que no estaba alado de él azabache para saber como estaba. El chico tomó sus cosas rápidamente y salió en busca de Min a uno de los hospitales más reconocidos del país,.. Ahora que lo pensaba, si JiMin resultaba ser ese doctor... Sus sacrifios de ambos no serían en vano.

Tan tarde.

....

Min seguia al pendiente, con su pierna derecha hacía que la punta del zapato hiciera un movimiento de nerviosismo. No podia estar quieto. No podía. Junto sus palmas y sus dedos se entrelazaron hasta formar un puño, para despues levantarse bruscamente al mirar a Hoseok salir de esa oficina con un sobre en sus alargadas manos.

—y bien?.

Hoseok asintió sacando el contenido del sobre marron. Una hoja llena de letras pequeñas, arial 9, interlineado 1.5 y una fotografía del Doctor Park de 10cm de ancho por 12 cm de largo. Miró detenidamente, haciendo esos segundos horas.

— Él.....si es Jimin.

YoonGi se levantó de golpe y en un milesimo de segundo, arrebato las hojas de las manos temblorosas de Hoseok. Buscando con la mirada el actual ojimiel.

—Cambio un poco ...

Min trago duro. Solía recordarlo como un niño escuálido y dulce y ahora; era un atractivo joven de labios carnosos y mirada seductora. Simplemente, se alboroto en sus adentros. Min sin hacer un gesto de vergüenza, tomó su copa y empino todo el alcohol en su boca, sin importar si está quemaba su garganta.

—Una vez al año, brinda sus servicios a los
orfanatos...... Irá al nuestro YoonGi.

Hoseok señaló en las letras más pequeñas. Por un momento su corazón enternecio, seguro Jimin recordaba de dónde provenia, y tal vez ...los recordaba aún. El señor Min hizo sus mechones rebeldes hacia atrás, cuidando su parchada herida en su blanca frente. Volvió a sentarse, meditando todo lo que había dicho el pelirrojo. Tenía miedo. No quería escuchar el "¿quien eres tu?" Jamás. Por tantos años para que el amor de su vida no correspondiera su cariño. Estaba enloqueciendo.

Hoseok sin que esté frívolo hombre dijera algo, colocó sus manos en sus hombros, mirando sus azabaches ojos profundos y sin brillo. "Te recuerda" susurró, diciendo lo que Min quería escuchar. El pelinegro se safo de su agarre, no como desprecio o negación, si no, como una aceptación y Hoseok lo sabía. Entre ambos quedaron esperar dos largas semanas para ir la misma fecha que Jimin se presentaría en el Orfanato. Y Hoseok realmente esperaba a que se cumpliera aquello.

El pelirrojo sabia que de que era capas Min, así que ... todo quedaba en Jimin.

.
.
.

El señor Min dejo caer sus relucientes zapatos negros. De nuevo, en ese pasto amarillento y polvoso, valla que le daba nostalgia y malos ratos volver a pisar las puertas del lugar. Según Hoseok, el tipo pederasta había quedado bajo cadena perpetua; por todos aquellos niños que vendió a la mafia y familias. Entonces, ¿Quién era el nuevo encargado?, ¿uno más joven?.

—Min.

Llamó el pelirrojo. Bajando del auto, se dispuso a seguir al apuesto hombre que con ansias en sus pasos, caminaba rápidamente. Jimin, el ojimiel dueño del corazón del pelinegro, aguardaba dentro del orfanato.

—Todo, es diferente.

Susurró Hoseok, asombrado. Las paredes no tenían mosgo, al contrario estaban con un llamativo color morado pastel, y ni hablar de los pisos, estaban pulidos en vez de agrietados. Todo ...era distinto. Eso no pareció importarle al sujeto apresurado, si no, estar en el mismo espacio que el Doctor. Algo que Hoseok lo dejaba anonadado.

—Ustedes deben ser los ejecutivos que donaron ese cheque ¿verdad?...— hizo detener a Min — Señor Min, Señor Hoseok, mis niños y yo estamos agradecidos.

Y de pronto ahí estaba Min siendo saludado por una mujer de vejes poco visible y calidez en sus ojos color azul. Dejando su obsesión, no pudo evitar esquivarla, si no, ahora su brazo reposaba en el brazo de la misma. Y el elegante acompañante de este egocéntrico, aún lado siendo guiado al patio; si, ese mismo dónde Min recordó su nombre.

Y los pasos eran menos por dar, haciendo los gritos de niños jugando; cada vez más cerca. Y sin más, los lujosos zapatos negros de ambos egresados, pisaron el pasto sintético.

—Mamá Luz, mamá Luz. El Doctor Jimin está curando a Ema porqué se acaba de caer!!

Los recibió un pequeño de cabellos rubios y ojos idénticos a la mujer entrelazada con Min. Este mismo primario, confundido miro a los ejecutivos con expresiones aterradoras.

—Como pueden ver señores, su donación es de mucha ayuda para estos niños que necesitan apoyo.

Y sin más Min solo asintió caminando, dejando la voz de la adulta atrás, tal vez era un mal educado y patán. Pero esa cabellera castaña lo llamaba. El dando pasos lentos sin quitar la vista, esquivando los diversos niños de edades de un solo número; llegó a su meta. Frente a el un castaño de bata blanca dándole la espalda mientras ponía un curita a la pequeña de mirada clavada al azabache.




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