Eva
Estaba sin palabras, no podía reaccionar y tampoco sabía cómo.
<<Te quiero tanto, que podría matarte y no tener ningún remordimiento>>
Esa frase se quedó marcada en mi mente, y mi cuerpo fue testigo de que Jonh no mentía.
A Estas alturas, no sé cómo es que mi cuerpo no ha perdido la sensibilidad. Tengo quemaduras por los muslos, los hombros, los pechos y también por el estómago.
Dos semanas después de que Jonh me dijera que me seguían buscando, él nos sacó del lugar en el que nos estábamos quedando, no sé cómo lo hizo, pero no le fue muy difícil hacerlo.
Estoy aprovechando que él salió de la casa y me estoy dando una ducha en el pequeño cuarto de baño que hay en la habitación.
El día está muy nublado, igual que mis ojos a causa del agua de la ducha y de las lágrimas que no he parado de soltar desde que me desperté, sin embargo, no he apartado la mirada de la puerta a la espera de que mi infierno personal la atraviese.
Me desperté con la esperanza de estar en casa, con Mark y con Lucas, sin embargo al levantar la cabeza del reposabrazos del sofá y ver a Jonh durmiendo en su cama, esa esperanza se esfumó.
Muchas veces he tenido ese sentimiento, ese impulso de acabar con todo, pero si de algo se encargó Mark cuando me reencontró, fue de convencerme de no cometer esa locura.
Vuelvo de mis pensamientos cuando escucho que la puerta de la habitación se abre, cierro rápidamente el grifo y me envuelvo en la toalla más grande que encuentro.
Me extraña que Jonh no haya entrado en el baño, pero también me alegra porque me da tiempo a prepararme para lo que viene.
Apoyo la mano en el pomo de la puerta y lo giro lentamente, salgo del baño y me quedo quieta al verlo sentado en la cama con los brazos estirados hacia atrás.
Me quedo callada. Sin aliento.
No hablo.
No me muevo.
No hago ni un solo ruido.
Él por su parte, me mira durante un rato, parpadea, se levanta y me hace una seña con la cabeza.
-Ven- ordena y lo hago sin protestar.
Vamos al comedor y él se sienta en una de las sillas, me hace una seña y me siento delante de él, con las manos en mis muslos y la mirada hacia la madera de la mesa.
-Mírame- ordena y obedezco. Alzo la mirada y lo observo fijamente, no sé a qué viene todo esto, no sé qué se trae entre manos, pero sí sé que no va a acabar bien.
-¿Alguna vez me quisiste?- fruncí el ceño, esas palabras no me las esperaba, miré hacia Jonh y estaba con el ceño fruncido, a la espera de m respuesta.- Contesta Eva.
-¿Por qué me preguntas eso?
-Contesta la pregunta- repitió.
-¿Crees que me puedes hacer esa pregunta?- no alzo la voz, increíblemente estoy calmada-¿Tú?
-¡Contesta la puta pregunta Eva!- gritó sin paciencia.
-Sí, una vez, hace mucho tiempo, al principio, cuando era una ilusa que no sabía quién eras realmente- paré por un segundo y alcé la mirada hacia él de nuevo- Incluso después de que todo empezara, después del primer golpe, del primer insulto, te seguía queriendo- dije calmada- Y ¿Sabes qué es lo peor? que pensaba que me lo merecía, porque sí, tenías razón, me sentía muy desgraciada, y me menospreciaba, pensaba que era la persona más infeliz del mundo- me coloqué rectamente en la silla- Sin embargo, en este último tiempo, me di cuenta que no es cierto, yo no soy la persona más infeliz, tú también has sufrido, sabes lo que es el rechazo, lo que es que no te quieran- seguí hablando, pero me callé cuando él se levantó de su asiento y se puso a caminar tranquilamente por el apartamento- Lo he estado pensando, y creo que sé por qué actúas así.
>>No estoy diciendo que lo entienda, ni estoy defendiendo tus actos, sin embargo, creo que puedo ser capaz de perdonar todo lo que me has hecho.
Creerán que estoy loca, y que no debería perdonar el infierno por el que me hizo y me hace pasar, pero ya estoy destruida, ya estoy rota, ya no importa si perdono o no, solo estoy intentando que entre en razón y me de la libertad que necesito.
Él dejó de caminar y me miró con los ojos entrecerrados, me inspeccionó durante un pequeño período de tiempo, en el que yo no le aparté la mirada, sin hablar ni movernos.
Su boca se empezó a curvar en una sonrisa y luego soltó una gran carcajada, se empezó a acercar a mi, y entonces fue cuando empecé a sentir la necesidad de salir corriendo, pero mi cuerpo no reacciona.
-¿Qué tú me perdonas?- pegunta dejando de reír- ¿Tú?- se acerca un poco más y me jala del brazo, haciendo que me ponga de pie- ¡Yo no quiero tu perdón!- niega con la cabeza mientras sonríe- Yo quiero tus lágrimas, quiero ver el dolor en tu ojos, quiero tu sangre correr por el suelo, quiero tu cuerpo lleno de moratones, quiero verte sufrir, me encanta hacerte sufrir, me encanta ver mis golpes en tu cuerpo, cómo me suplicas para que pare.
Termina de hablar y me empuja contra la mesa, me golpeo el costado con el filo de ésta y caigo al suelo.
-Te voy a demostrar que no quiero ni necesito tu perdón- dijo y sonrió con malicia.
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Unos miserables minutos después se levanta de donde estamos en el suelo.
-Gracias querida- dice Jonh soltando una risa burlesca.
Me desata las manos y piernas y me agarra del codo derecho, para llevarme a rastras hasta el baño.
-Dúchate, das pena- me mira antes de salir y cerrar la puerta del baño.
Lo odio.
Pero más me odio a mí misma.
Por permitir que esto esté pasando, por creer que era algo normal, por creer que me lo merecía.
Nadie se merece que lo traten así, nadie se merece que lo maltraten, que le infravaloren, que lo maten poco a poco.
Me meto nuevamente en la ducha y abro el chorro, me siento en el frío suelo y dejo que el agua caiga sobre mi, no me molesto en enjabonarme el cuerpo, no me muevo, me quedo quieta, pensando, esperando.