Una de Muchas.

"En mi ADN"

Tres meses, vaya… No podía creer que el tiempo haya pasado tan deprisa, pero ella tenía razón, estábamos cerca de las vacaciones de invierno, el tiempo había pasado volando y yo no podía sentirlo así.

Leí el resto de la carta y mi corazón se hizo chico, aún no me gustaba pensar en Jade como la que escribía las cartas, pero cada que releía las notas me convencía a mí misma que la respuesta siempre había estado frente de mis ojos y yo no quise verla. Suspiré y volví a doblar la carta para meterla al cajón donde estaban las demás.

¿Me veía más feliz? Probablemente, desde que Jade me había defendido las burlas acabaron casi por completo, aún había, pero era obvio que si alguien se metía conmigo Jade no lo iba a dejar pasar. Sonreí, ella había cambiado mucho y la iba a extrañar cuando se fuera de vacaciones con su madre en navidad.

Me quedé pensando un rato, Jade y yo íbamos a todos lados juntas por lo que sería raro no tenerla alrededor, ella había pasado de ser la perra de la escuela a la chica perfecta y por mucho que fuera imposible de creer, había hasta logrado que Jesy y Leigh la vean como amiga, ahora éramos cuatro a la hora del almuerzo y no tres.

Y hablando de ellas dos, me sorprendía lo mucho que habían durado, aunque siendo sinceras ellas eran esa clase de pareja que rompían y volvían al día siguiente, pero eran felices así, discutían casi tanto como se besaban y eso era algo bueno, o eso quería creer. ¿Jade y yo seríamos así? Me sonroje de solo pensarlo. Ella y yo no éramos novias aún, solo habían pasado tres meses, no me sentía lista para escuchar la pregunta aunque probablemente no me negaría… No podría hacerlo, Jade era todo lo que quería ahora.

¿Enamorada? No lo sé.

Salí de mi habitación y caminé por los desolados pasillos, era sábado por lo que algunas chicas se habían ido al pueblo cercano a comprar o con sus familias, yo no había salido de aquí desde que me trajeron y había preferido dejarlo así cuando Jesy me preguntó si iba con ella y Leigh a comprar cosas para navidad, no quería saber nada del mundo exterior, por eso me quede.

Pronto me vi yendo a la habitación de Jade, ella estaba en un grado menor que yo, pero solo era por meses más chica, en este mes ella cumplía años y ya tenía el regalo perfecto, se lo iba a dar la próxima semana, antes de que ella se fuera.

Toqué la puerta dos veces y Jade abrió de inmediato, su cuarto era más grande que el mío, supe que era así porque su madre trabaja aquí, y parecía que acaba de despertar, su cabello estaba revuelto y sus ojos se veían somnolientos, tuve que aguantar el suspiro pues se veía más que hermosa. Ella me dio una sonrisa y se apartó para que entrara, después cerró la puerta.

Ella compartía cuarto con dos chicas más, pero aun así quedaba espacio de sobra en la habitación, la cama de Jade era la última cerca del escritorio y de la ventana, me gustaba imaginar a Jade sentada en la silla escribiendo las cartas mientras veía a la luna.

— ¿Despertando? —pregunté. Sabía que a ella le gustaba mucho dormir.

—Uh-huh. —Ella murmuro caminando hacia mí y abrazándome, ocultando su cara en mi cuello—. Te extrañe.

Reí.

—Apenas ayer en la noche nos vimos.

—No me importa. —Alzó su rostro haciendo que nuestras bocas quedaron a centímetros de distancia—. ¿Cuándo vas a entender que no soporta la distancia que nos separa, por mucho que solo sean unos cuantos pasillos?

Amaba cuando ella sacaba ese lado cursi, sabía que tenía miedo de que a pesar de todo, yo siga creyendo que todo era una broma y que ella realmente solo esperaba el momento oportuno para reírse en mi cara, pero yo le creía. Acerqué mi rostro al suyo y la bese de forma lenta, amaba cuando nuestros labios se conectaban, ella siguió el beso.

Recordaba nuestro primer beso, no había sido hace mucho, apenas unas semanas atrás. Jade y yo estábamos en mi habitación, Jesy acababa de irse y nosotras nos sumimos en un silencio, nuestras manos estaban entrelazadas y mi cabeza reposaba en su hombro. Luego, todo fue como si nos hubiéramos leído la mente, yo me incorporé y ella me volteo a ver, un segundo después sus ojos estaban en mis labios y con el corazón a mil, la bese.

Tal vez no fue el beso de película o el más romántico de la historia, pero fue sincero y eso era todo lo que importaba.

—Uh… Yo lo siento. —nos separamos al oír la puerta del baño cerrarse, una compañera de Jade estaba ahí luciendo incómoda—. Pensé que Jade seguía durmiendo… Yo, uh, mejor me voy. —dicho eso se fue.

Jade soltó una risa cuando la puerta se cerró, yo tenía las mejillas al rojo vivo pero reí de igual forma.

— ¿A la azotea? —ella preguntó.

—A la azotea.

 

La azotea se había vuelto nuestro lugar, aquí podíamos tener privacidad y ser nosotras mismas, amaba el poder recostarme y ver el cielo ya sea de día, tarde o noche. Estar con Jade de alguna forma volvía cada momento especial.



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En el texto hay: lgbt, jade thirlwall, perrie edwards

Editado: 28.07.2018

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