La vista que me ofrece el ver a mis dos pequeños durmiendo sobre la señora Jones, cristaliza mis ojos, estos dos seres maravillosos son lo que mueve mi motor cada día, son las piezas más importantes de el gran puzzle que es mi vida.
Me acerco a ellos y de hinojos frente a ellos, llevo mi mano a sus mejillas y sutilmente les levanto para irnos a nuestro apartamento. La señora Joaquina es una dulce señora que cuida de ellos mientras trabajo, vive con su esposo Manolo que es un señor excepcional. Han sido unos padres para mi y unos dulces abuelos para mis hijos. En nuestro círculo están también; Cristina mi mejor amiga desde el jardín de infantes y Pedro su hermano mayor que tras quedar viudo y con una cría de 3 añetes es todo un modelo a admirar.
Kevin es harina de otro costal, es el mayor pero es el más vago y dependiente a pesar que es el mayor.
Yo también me despido de ellos y salimos rumbo a nuestro hogar dulce hogar. Una vez adentro, les preparo la cenita, hacemos tareas y una vez los hago dormir, me pongo a hacer los quehaceres del hogar. No hago todo ya que recuerdo que mañana será el primero de los días que tendré de paro.
Luego de darme un baño de tina caliente, con una copa de vino y una suave música, estoy lista para acostarme a esperar los albores de un nuevo día…..
Pero los días pasan y esos se vuelven semanas y sigo sin encontrar trabajo fijo, estamos jalando de mis ahorros y sin seguro médico no puedo estar, estoy cuidando a los gemelos con exageración, no quiero que le pase absolutamente nada. Mis recursos no resistirán ni tan siquiera una simple gripe.
Llega el mes de diciembre con sus luces de colores y su alegría, pero yo estoy muy deprimida.
Esta no es la vida que imaginaba que tendría, no me imaginaba que estaría durmiendo en una cama fría y vacía. No imaginé nunca que estaría sin mis padres, sin Joel - la probeta humana, el donador de esperma- conmigo. Estuvimos juntos desde que tenía 15 años, pensé que un amor así no podría acabar nunca, pero ya ves que las cosas suceden y realmente no se que hacer con mi vida.
Tengo que mudarme a un lugar más barato y por eso estoy empacando mis pertenencias, mis amigos me están ayudando.
Cuando me los pasa, recuerdo que forman parte de la biblioteca del asilo de ancianos en el cual soy voluntaria. Esos libros son para la noche de lectura y siempre me gusta leerlos para ver si son aburridos o si son más bien interesantes.
Despido a mis amigos y con el ánimo en el mismo piso me arrastro a mi cuarto para dormir ya que los niños se quedarán a pasar la noche con los abuelos.
Me levanto temprano, tengo mucho que hacer y no puedo seguir perdiendo el tiempo.
Una vez lista bajo a casa de Joaquina y Manolo a ver a los peques.