Una docena de rosas

Rosa misteriosa

Tres semanas. Había pasado tres semanas enteras desde el incidente de Tyler Crowley. Había pensado que él lo superaría para estos momentos. Había pensado que tal vez no me odiaba más. Podría haber jurado que estaba en lo correcto.

No lo estaba.

Aún me estaba ignorando, como si nunca hubiera existido. Quise sacudirlo, estrangularlo, hablarle y preguntarle qué me estaba escondiendo. Cada día decidiría que ese sería el día que dejaría de pretender que no estaba a mi lado por una hora entera. Cada día, caminaría a Biología y vería su espalda rígida y su perfecta postura. Sentiría el coraje escurrirse de mí hasta que quedaba como un ratón. Y cada día, predeciblemente, me hundiría en mi silla y lo ignoraría

O por lo menos, lo intentaba. Trataba de sentarme calmada y pretender que no había un raro, apuesto y misterioso hombre sentándose a mi lado. Traba de actuar como si no me importara y al mismo tiempo huía, tratando de no contaminar el aire que respiraba.

Si es que respiraba.

A veces no estaba tan segura. Se sentaba tan lejos de mí, como siempre, y se quedaba perfectamente recto. Como piedra, como si yo le recordara u oliera a algo terrible. Y yo siempre me escondía en la esquina y trataba o pretendía que él no estaba ahí. De vez en cuando el se movería a mi lado y mi corazón se saltaría un latido. De lo contrario, era cuidadosa de no dar ningún signo de conciencia. Era bueno que no pudiera escuchar mi pulso.

Hoy no fue diferente. Mike me siguió dentro de Biología. Realmente no le estaba prestando atención a lo que estaba diciendo –raramente lo hacía-. Eché una ojeada a la perfecta postura de Cullen, y mi coraje para estrangularlo se escapó. De nuevo. Dócilmente tomé mi asiento a su lado, girándome casualmente lejos de modo que no terminara contemplándolo accidentalmente. De nuevo.

Entonces, Mike me desvió de mi rutina. Se supone que él se iría a sentar, se supone que el Sr. Banner empezaría la lectura y que yo tomaría notas y pretendería que Edward Cullen no existía.

Pero Mike no se sentó. Él se inclinó casualmente contra nuestro –mi (Nadie se estaba sentando a mi lado, ¿recuerdan?) – escritorio.

"Me estaba preguntando que ibas a hacer el viernes en la noche," preguntó campante. De repente, mis Mike-sentidos estaban titilando. Me puse plenamente consciente como Edward se tensó a mi lado, y estudié fríamente a Mike por un momento. Traté de pensar que pretendía antes que lo dijera.

"Uh, no lo sé, probablemente algo con Charlie, ¿por qué?" Respondí cuidadosamente, viendo su cara. El puño tenso de Edward sobre la mesa pareció apretarse aún más. Mike se veía perpetuamente confundido.

"¿No sabías? Todos han estado hablando acerca de eso, Bella. ¡Es San Valentín!"

Creo que mi corazón se detuvo. ¿Acaba Edward de hacer un sondo de ahogo a mi lado?

"¿S-san Valentín? ¿El de todos los corazones y dulces?" No me sentía bien. Mike no lo notó.

"No sabía que había otro. Entonces, ¿qué piensas? ¿Te gustaría ir a ver una película conmigo? ¿Cena y película? Yo invito, por supuesto".

¡Apúrate! ¡Piensa rápido!

"Ah, es bastante amable de tu parte el invitarme Mike, pero tendré que revisar con Charlie primero, tu sabes, asegurarme que esté bien que salga. Te avisaré mañana, ¿vale?" Fingí una sonrisa y traté de verme convincente. En realidad, sólo estaba tratando de no vomitar. Rogué que pudiera hacer planes con Charlie y usarlos como excusa.

La cara de Mike decayó un poco, pero asintió. Aún viéndose esperanzado.

"Vale, bueno, avísame, ¿vale?" El Sr. Banner se había movido al frente del cuarto y Mike abandonó de mala gana su lugar frente a mi escritorio.

Tan pronto como fue seguro hacerlo, choqué mi frente contra el escritorio y simplemente me quedé así, con cabello juntándose alrededor de mi cara.

"Debe ser algo en el agua," mascullé. Los chicos nunca habían actuado así en Phoenix. Pude haber juradoque oí un risita fantasmal a mi lado, pero cuando mis ojos se levantaron de golpe para mirar rayado a Cullen, él estaba mirando diligente al Sr. Banner. Miré feo al lado de su cara. Estúpido Cullen. Estúpido Volvo-.

"¿Bella?" disparo. Miré rápidamente al Sr. Banner y comprendí que estaba esperando la respuesta a una pregunta. N siquiera había oído la pregunta. ¡Estúpido Cullen! ¡Estúpido b-!

"RNA" murmuró Edward bajo su aliento. Sin tomarme el tiempo para quedarme embobada con las primeras palabras que me había hablado en meses, le respondí al Sr. Banner.

"¿Ácido ribunocleico?"

"¡Muy bien, Bella! Supongo que estabas prestando atención después de todo. Mis disculpas." Dijo el Sr. Banner antes de continuar con la lección.

"Gracias," murmuré suavemente sin mirarlo de nuevo. No dijo nada más el resto del día, o dio cualquier otra indicación de ser conciente de mi existencia. Estúpido Cullen.

Si había pensado que la sexta hora, Biología, fue mala, el día entero simplemente había ido de picada desde ahí. Bajo circunstancias normales, hubiera pensado que Cullen hablándome, incluso si eran solo dos palabras, sería causa de celebración. No lo fue. Me había ignorado el resto de día. Y probablemente me ignoraría mañana. Y el día siguiente. Estaba bien.

Gimnasia había sido terrible, lo normal. Quienquiera que haya decidido que tetherball (NT: juego de pelota para niños)era una buena idea para un deporte de techo estaba loco. Había tratado de golpear el balón, en serio. Después de mi cuarta falla-y mi cuarto totazo en la cara- y la resultante nariz sangrante, el entrenador Clapp me excusó de la clase. Había ido con la enfermera y ella me había dado cierta gasa para ponérmela contra esta. Ella me excusó temprano de la cuela ese día. Mientras me dirigía por mi camión, había notado que el Volvo no estaba. Extraño.

Tiré mi maletín sobre mi cama. No mucha tarea por hacer esta noche, pero la cosa más estresante por hacer era encontrar algo que hacer con Charlie en San Valentín. Lo que sea. Incluso pesca sobre hielo.



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En el texto hay: misterio, rosas, amor

Editado: 27.08.2023

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