Una Ecuatoriana en Alemania

Capítulo 1

Mi gran sueño es poder viajar a Alemania. Mi abuelo me contaba cosas increíble de ese país.

Su experiencia fue única. La primera vez que el viajo, se quedó tres meses. El segundo viaje que hizo, se quedó dos años. Pero el amor no lo dejo viajar más. Conoció a mi abuela en un viaje que hizo a Cuenca. Ellos siempre me lo repiten; Fue amor a primera vista.

En veinticinco años solo he tenido dos novios, pero siempre terminaban mal. Así que deje a un lado ese tema y ¡A cumplir mi sueño!

Alrededor de cuatro años he reunido una gran suma cantidad de dinero. No soy de familia adinerada. Soy de clase media—alta.

He trabajado en varias partes, y siempre una gran parte del dinero ganado, lo he guardado.

También aprendí a tejer bufanda y la he vendidos. Claro más en Quito y Cuenca, vivo en Guayaquil. Aquí hace mucho calor para usar bufandas.

Mis abuelos para mi cumpleaño numero veinticinco, me regalaron el pasaje. A mis padres no les hace mucha gracia que yo viaje sola. Yo creo que es hora de que abra mis alas y busque mi nuevo destino.

Pienso vivir seis meses en Alemania, y el dinero que tengo me alcanza para vivir esa temporada.

Hablo y escribo muy bien el alemán. En ese ámbito estoy muy bien.

Hace cuatro semanas encontré un lugar perfecto donde vivir en Heidelberg. Una ciudad muy turista, también es conocida como la cuidad más romántica… pero no voy por eso. 

— ¡Maia!—escucho los gritos de mi mamá— ¡Tus abuelos están aquí!

Sonrió. Hace seis meses que no los veos.

Ahora que los dos se han jubilado, pasan la mayor parte del tiempo recorriendo el Ecuador. Siempre me envían sus fotos.

Hace unas semanas estaban en Zamora Chinchipe.

Me levanto de mi cama y salgo de la habitación. Bajo las escaleras dos en dos y los veo sentados en la sala conversando con mi madre.

— ¡Abues!—ellos me miran y sonríen. Corros hacia ellos y los abrazo fuertemente. Están igual que siempre. Mi abuela tiene su cabello corto de color castaño oscuro, sus ojos son miles parecidos a los míos. Su piel es poco bronceada. En cambio el cabello de mi abuelo es rubio y sus ojos cafés claros. Su piel es blanca como la mía.  Yo en cambio tengo el cabello negro.

—Maia, suéltalos. Los vas a dejar sin respiración—escucho reír a mi mamá.

Mis abuelos son mis todos. Ellos me criaron hasta los catorce años.

Me separo de ellos y le doy un beso en la frente a cada uno. Me siento alado de mi abuela.

— ¿Cómo estuvo su viaje?—le pregunto

—A mi vida. Es muy pacifico, conectarse con la naturaleza; le ha hecho bien a tu abuela—hace unos meses, a mi abue sufrió un infarto. Cuando me dieron la noticia, lo único que hice fue llorar. No sé qué haría si algún día ella se va de mi lado.

—Tienes toda la razón Albert. La tranquilidad y el aire puro ayuda a cualquier persona. Sonia, algún día deberías ir.

Ella rueda los ojos. El cabello de mi mamá es rojizo, porque se lo pinta. Sus ojos son castaños claro y su piel blanca.

—Sabes muy bien Helga, que tu hijo solo vive trabajando. Cada vez que planeamos algo, lo llaman de la empresa.

—Ser el gerente general de un hotel, no es nada fácil—digo. Nos reímos.

Cuando ascendieron a mi padre, todos nos pusimos contentos. Eso sería un gran alivio para nuestras deudas. Nadie sabría la verdad detrás de ese puesto; te quita estar más tiempo con tu familia.

—Bueno hija, cambiando el tema—me mira mi abuelo— ¿Cuándo te vas a Alemania?

Sonrió. En verdad quería ver a mis abuelos para poder platicar de ese tema. Con mis padres casi no lo puedo hacer… cada vez que les comento algo, salen con el famoso pero. Como lo odio.

Mi madre resopla.

La puerta principal se abre. Y mis dos hermanos entran.

En realidad somos cinco. Benjamín, es el mayor. Tiene treinta tres años, está casado y tiene dos hermosos niños de cinco y tres años. Soy una tita chocha.

Alexander es el segundo. Tiene veinte siete años, aún vive con nosotros. Estudia comunicación social. Su sueño es ser reportero. Todos estamos alegre.

De ahí sigo yo. Maia, veinticinco años. Estudie diseño gráfico y gracias a eso he trabajado en varias empresas publicitarias.

Katherine, es la cuarta. Con dieciséis años está en el penúltimo año del colegio. Es una gran come libro—igual que yo—su sueño es poder publicar sus propios libros. Siempre anda en concurso literarios, nunca los ganas, y ni así se rinde. Estoy muy orgullosa de ella.

Y el último y más revoltoso es Máximo. Tiene diez años y está en séptimo año de escuela. Es un revoltoso que todos amamos. Es un gran cerebrito, adora las matemáticas.

Katherine y Máximo al ver a sus abuelos, corren hacia ellos.

— ¡Abues!… ¡Abues!—grita Máximo. Sus ojitos claros demuestran su gran amor hacia ellos.

Si… todos amamos a nuestros Abues.

Katherine les da un gran beso y se sienta en el suelo a verlos.



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En el texto hay: alemania, amor, ecuador

Editado: 10.08.2019

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