Los días fueron pasando con calma, Mike iba al colegio, luego a clases de idiomas, de piano y después entraba a clases avanzadas.
Mike le había pedido permiso a su madre para asistir a esas clases online y Zianna no pudo negarse, ese precioso pequeño e inteligente niño: era su hijo y deseaba que él se desarrollara en todos los ámbitos posibles.
Claro que, ella, había conversado eso con sus familiares y terapeuta y todos estuvieron de acuerdo con eso.
Sin embargo, ella a veces, tenía miedo de que su hijo estuviera esforzándose mucho.
—Mami, estoy acabando con las clases de idioma y ya toco el piano a la perfección. —Zianna miró a su hijo sabiendo exactamente lo que el pequeño diría—. Estaba pensando que, al llegar a su fin, puedo elegir otras actividades.
—¿Cuáles serán?
—Mamá, no es así de fácil, debo elegir con cautela en qué invierto mi tiempo —respondió el niño.
—Pero, ¿tienes algo en mente?
—Sí, últimamente, la política me ha llamado la atención.
—¿Últimamente?
—Que sí —replicó el niño exasperado—. El otro día escuché en la prensa que hablaban del nuevo presidente. Investigué un poco y la verdad, no considero que esté haciendo un mal trabajo, aunque quiero saber más del tema para ser imparcial.
Zianna escuchó con atención a su hijo y no podía creerlo.
Ella ni siquiera había ido a votar en esas elecciones, de hecho, el único acercamiento con la política fue aquella noche cuando su caballero desconocido le dijo que era un político.
«¿Habrá cumplido sus metas o todo era mentira?» se preguntó la joven madre.
—De acuerdo, pero debes saber que la política es complicada y no...
—Mami, la política es como el ajedrez, todo se trata de mover bien tus fichas y proteger al rey —simplificó el niño.
Zianna negó con la cabeza, tratando de llevarle el paso a su pequeño hijo de 6 años.
—Bien, hora de ir al cole, recuerda que los abuelos pasarán por ti y yo te veo en la mañana.
El pequeño asintió subiendo al auto. Él sabía lo duro que trabajaba su mamita, por eso quería aprender mucho y al ser grande ayudarla.
Zianna subió al auto y fue recibida por un abrazo de su hijo.
—Eso si es grato —comentó la dama sintiendo su corazón rebozar en alegría.
—Mami, te amo.
—Te amo, mi pequeño ratoncito.
El niño volvió a su asiento y la madre condujo en silencio hasta el colegio. Una vez allí, se bajó y ayudó a su bebé a descender el vehículo.
Le acomodó el cuello de la camisa y sonrió.
—Sé que no te gusta salir al recreo a jugar, pero deberías al menos intentar compartir con tus compañeros de clases.
El niño no dijo nada, solo asintió para hacer a su madre feliz.
El pequeño caminó al salón y se detuvo en la puerta.
«Debo hacer amigos. No será tan difícil. ¿Verdad?» pensó la criatura entrando al salón de clases.
Zianna se quedó observando a su pequeño ser entrar al salón.
Subió a su auto y condujo por las transitadas calles de New Jersey. De pronto, se dio cuenta de que ese tráfico no era normal a esa hora.
Bajó la ventanilla y le preguntó al conductor de su izquierda.
—¿Sabe qué sucede?
—El presidente ha venido a inaugurar una casa hogar. ¡Qué manera de fastidiarme la mañana! —respondió el hombre molesto.
—Gracias.
«Presidente» murmuró en su cabeza.
Suspiró, faltaba un par de horas para comenzar el turno que iba a cubrir, si su hijo deseaba saber de política, ella también debía empaparse del tema para poder llevarle el paso a su pequeño.
Agarró su teléfono y buscó donde sería el acto.
¿Qué mejor lugar para saber de política que con el mismo presidente?
La fila avanzó y ella tomó el siguiente crucé.
Al llegar el sitio estaba tan repleto de personas, que tuvo que estacionar a 4 calles del evento y caminar con calma.
Fue sorteando a las personas que habían asistido, algunos apoyaban al presidente y otro tanto; no.
En las pancartas se podía leer: “Presidente castigo” “Abrir más casas de hogar no solucionará nada”
Había otras más fuertes, pero Zianna decidió ignorarlos y continuar avanzando. Claro, que mientras más cerca de la tarima, más complicado se ponía todo.
Sin embargo, cuando estaba por llegar al frente y tener una buena vista se escucharon varias detonaciones.
Por instinto llevó sus manos a la cabeza y vio hacia el escenario.
El presidente había caído al suelo y las personas corrían despavorida.
El tiempo se congeló mientras Zianna tomaba una decisión. Maldijo mentalmente y corrió hacia el jefe de estado.