Una enfermera para el Presidente

Episodio 18: Valiosas enseñanzas.

La azafata abrió la puerta y dejó entrar al equipo médico.

Zianna se hizo a un lado permitiendo que los paramédicos hicieran su trabajo, mientras tanto se sentó al lado de su pequeño hijo.

Mike suspiró sabiendo que la hora de dar explicaciones había llegado apresuradamente. Incluso pensó en pedirle ayuda a su compañero de ajedrez, pero Antoni fue el primero en auxiliar al presidente.

Aunque, eso no era raro, pues ese era su trabajo.

Su madre sujetó su manito y buscó su mirada. El pequeño trató de evitar el contacto visual, pero le fue imposible y terminó contemplando a esa mujer que le había heredado el mismo color de ojos.

—Lo siento, no quise mentir —dijo en voz baja.

—No te he educado para ser un niño mentiroso. ¿Puedo saber tus motivos? —indagó Zianna con calma.

—Cuando el presidente te hizo la propuesta laboral, pude notar su determinación en contratarte, él no aceptaría un no, por respuesta. También te conozco, sabía que no te ibas a negar a cuidarlo. Entonces, viendo lo grave de su herida en el brazo, calculé que quizás le tomaría un mes en sanar, pero después me fijé en su pierna y supe que esa le llevaría más tiempo. Concluí que en dos meses todavía estaríamos en la Casa Blanca y sería increíble celebrar un cumpleaños en ese lugar, con el presidente siendo el invitado de honor. —Mike se levantó de su silla eufórico y chilló—. ¡Quizás, hasta me hubiera acompañado a la biblioteca presidencial!

La verdad, la enfermera no apoyaba la idea de que su hijo dijera mentiras, pero era la primera vez, que lo veía hacer una travesura.

—No entiendo, ¿te emociona ir a la biblioteca o que Hudson te acompañe? —preguntó Zianna viendo a su hijo.

Mike suspiró dejándose caer en la silla nuevamente:

—Tener al presidente en mi cumpleaños, me hará popular entre mis compañeros de clases y así dejarán de meterse conmigo.

Mikael no había elegido ser así, pero su inteligencia, su personalidad e incluso sus pasatiempos, eran el blanco de las burlas de sus compañeros. Además, él se sentía responsable de no lograr encajar en la escuela, de no poder hacer amigos, de integrarse.

Zianna tomó aire, lo retuvo por un par de segundos y lo expulsó. Eso era una de las cosas más complicadas de ser la mamá de un pequeño genio.

La enfermera tomó a su hijo y lo arrulló en sus brazos.

—Mentir para conseguir algo, se sentirá bien, por unos segundos, pero luego se sentirá como un mal sabor de boca, pues, en el fondo, sabrás que todo el éxito es una falso y te sentirás un fraude. —Zianna tomó la carita de su bebé y miró sus ojitos—. Es mejor trabajar duro y ser honesto, así los logros que alcances, no solo se sentirán bien, sino que, habrás aprendido muchas cosas por el camino.  

El niño analizó con detenimiento las palabras de su madre y asintió agradeciendo su sabiduría.

Entendía a la perfección lo que ella quería decir. Lo cierto, era que sí se sintió mal, sobre todo, cuando Adriana le comentó lo que estaba planeando para la celebración.

—No volveré a mentir para conseguir algo —prometió el infante con vehemencia.

Sin desearlo a la cabeza de Zianna vino el recuerdo de esa compañera de estudio, que fingía a diario saber los secretos del universo, también decía ser exitosa y lo completaba con una buena dosis de amabilidad y falsa empatía. Esa persona nunca le agradó a la joven madre y creyó que sus sentimientos eran producto de la envidia y la hizo sentir mal.

Sin embargo, el tiempo demostró, que esa chica en realidad era mala, vivía para hacer daño, hacía trampa en sus exámenes y hasta les daba información falsa a sus compañeros, solo para que salieran mal en las evaluaciones y así ella lucir inteligente.

Al final del semestre, se descubrió que esa muchacha se había escapado de un sanatorio mental y fue regresada al lugar de donde escapó. Aunque, ya había causado tal daño en el aula de clases que casi fue imposible superar sus malas intenciones.

Por fortuna, eran compañeros unidos y lograron descubrir todas las mentiras de esa perturbada muchacha.

—Este tema ha quedado en el pasado —afirmó Zianna desechándose de esos malos recuerdos—. Vamos, de seguro solo esperan por nosotros.

Madre e hijo bajaron del avión tomados de la mano.

Al descender por la escalera la enfermera divisó el transporte en el que viajarían hasta la casa blanca.

—¿Sabías que la limusina es llamada Cadillac One o La bestia? —empezó a hablar Mike emocionado—. Son fabricadas por la empresa Cadillac de General Motors.

Zianna asintió divertida, esa era la parte divertida de tener a un pequeño genio como hijo. Siempre estarías al tanto de las curiosidades más relevantes de los viajes.

Mike subió a bordo y se encontró a Hudson, observándolo de una manera diferente al resto de las demás veces.

—¿Hice algo malo? —preguntó el pequeño ratoncito con los ojos llenos de curiosidad.

El mandatario lo observó y negó con la cabeza. Él también estaba lleno de dudas y sus respuestas estaban justo frente a él, junto a una mujer que le generaba tanta intriga como atracción.




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