Samantha estaba muy cansada, había llegado de una reunión de amigas. Iba abriendo la puerta y de inmediato se apareció su mamá en la sala, ella sabía que pasaba algo ya que su mamá nunca la esperaba en la sala a menos que le tenga que decir algo muy importante. Cargando todo el peso de su cuerpo con sus flacas piernas se fue a las escaleras para irse a su cuarto pero su mamá la detuvo.
—Necesito hablar contigo, Sam. —llamó su atención sentada en el sofá con un tono de voz sería.
—¿Otra vez? ¿Qué quieres madre? —Rodó los ojos y cruzó las manos. Mientras de acercaba a ella.
—Te tengo una sorpresa. Toma asiento, por favor. —le señaló el sofá delante suyo y ella se sentaba—. He pensando mucho en tu futuro, tienes medio año sin ir al Instituto y estás en último grado, ya tuviste bastantes vacaciones quiero que termines la secundaria.
—¿A eso le llamas sorpresa? —murmuró rodando los ojos—. Primero; gracias por pensar en mi futuro, aunque no lo necesito. —se encogió de hombros—. Pero gracias. Segundo; no he tenido las vacaciones suficientes —le sonrió—, tercero; yo también lo he pensado pero como dije anteriormente... ¡No he tenido suficientes vacaciones! Además es segundo semestre.
Samantha alterándose se puso una mano en la frente. De seguro aquí era donde empezaba la larga y aburrida conversación con los argumentos de su madre. Pero ella siempre conseguía lo que quería y no empezaría la secundaria cuando ya estaba por el segundo semestre.
—Sí hija, pero ya sabes como dice el dicho... Nunca es tarde para empezar. —le afirmó—. Y no ruedes los ojos, un día de estos te llegarán a la espalda. —agregó sarcásticamente.
—Que absurdo. —dijo con los brazos cruzados.
—Además, ya te aceptaron. Antes de cualquier pregunta te diré que te inscribí a una preparatoria muy famosa y cara en Eloiz, hoy me avisaron que ya esta todo listo. —sonrió sin ocultar su alegría.
—¿Eloiz? ¿cómo conseguiste la preparatoria en Eloiz? no fuiste a Eloiz que yo recuerde, ¿o sí? —entrecerró los ojos muy confundida—. Mamá, explícame, por favor ¿De qué tanto me perdí en mi propia casa?
—preguntó muy atenta a la respuesta de su madre.
Su madre estaba nerviosa y no tenía claro si evitar la pregunta y hablar de otra cosa o decirle la verdad. Temía a que si Samantha supiera la verdad no quisiera ir. Pero al final se decidió.
—Pues, Aarón y yo hemos estado contactados durante unos meses y... Nos reconciliamos, ahora sólo somos buenos amigos. —confesó con una sonrisa ladeada, y muy nerviosa—. Entonces Dylan tu hermanastro nos consiguió la preparatoria, eso significa que te irás a vivir con tu padre. —dijo seriamente.
—¡Qué!, ¡yo no iré a vivir con Aarón! —se paró muy sorprendida y enojada—. Después de todo el daño que nos hizo vienes así como si nada y lo perdonas.
—Pues, sí hija, así es la vida. Además, todos merecemos una segunda oportunidad. Tienes sin ver a tu padre ¡cinco años! —le dijo poniéndose de mal humor—¿no crees que es suficiente tiempo para extrañarte bastante? —preguntó pero ella sólo la miró y no respondió—. No es por defender a Aarón, pero él fue muy valiente en contarme la verdad y ahorrarnos disgustos futuros ¿no crees? Y también fui yo que le pedí el divorcio para que fuese feliz con la mujer que ama. —respondió mientras se le ponían los ojos llorosos, pero rápidamente trató de que no le salieran ni una lágrima.
—Odio cuando tienes razón. —murmuró por lo bajo—Me tendré que ir a vivir con Aarón, pero cuando termine la preparatoria ten por seguro que volveré a molestarte. —se retiró de la sala.
Samantha no podía creer como su madre la mandaba a vivir con su padre que después de que él la dejara por "la modelo española" y ella no dijera nada, hasta les deseó un feliz matrimonio cuando se casaron, no entendía porqué su mamá era tan buena con ellos, por más que quería entenderla no podía. Y lo que más le molestaba era que cada vez que creía olvidar a su padre llegaba su mamá con algún regalo, carta, llamada o cualquier cosa enviada por él, ella no lo odiaba, pero tampoco lo quería cerca de ella.
Con los miles de pensamientos y confusión subió a su cuarto cogió la laptop de la mesita de noche que estaba junto a su cama, se sentó en la cama con los pies cruzados puso la laptop en su regazo la prendió y de inmediato llamó por videollamada a su mejor amiga Isabel.
—¡Isabel! no sabes lo que me acaba de pasar. —dijo muy enojada.
—¿Qué pasó? —preguntó Isabel tranquilamente por el otro lado de la pantalla pintándose las uñas de las manos.
—Bueno, te lo diré sin rodeos, me iré a Eloiz a estudiar el próximo mes. —dijo muy rápido y malhumorada.