¿una Engreída Enamorada?

¿Compartir con la clase?

—¡Date prisa ya es tarde! —gritó mirando hacia la puerta de la entrada mientras tocaba la bocina del auto.

—¡No te desesperes Dylan! —le respondió también gritando mientras bajaba las escaleras a toda velocidad.

Samantha se dirigió hacia la cocina, tomó una manzana y le dio un mordisco con la manzana en la boca salió corriendo de la casa. Parecía un puerto flaco y finos corriendo del matadero siendo a punto de azar.

—No se para que me esperas. —dijo masticando la manzana mientras caminando con más calma hacia el auto—. No me iré contigo. —levantó ambas cejas con una sonrisa ladeada porque aún tenía residuos de manzana en su boca.

—¿Y con quién te vas? —tiró una pequeña carcajada—. Dejame, te explico; el Instituto está un poco lejos, caminando se tarda 20 minutos, no tienes auto, y más importante... No sabes dónde está. —dijo dentro del auto mirándola por el retrovisor—. ¿Vienes conmigo?

Se acercó y con mal humor se montó en la parte del copiloto, después al ver que aún tenía gran parte de la manzana en su mano la arrojó hacia la calle.

—Ya que no tengo de otra. —dijo ya dentro del auto.

—Oye, te ves bonita al natural, al parecer no todas las chicas parecen ancianas sin maquillaje. —la miró y encendió el auto rápidamente.

Aunque para Samantha eso no fue un cumplido.

—Me siento tan fea como si yo misma me estuviera poniendo al ridículo yendo así mi primer día de clases o cualquier otro día. —agarró un mechón de sus rizos para luego soltarlo con asco.

—Eso no es cierto, te ves muy bonita, ¿O qué? ¿Te gusta andar con un kilo de maquillaje en tu cara como si fueras el Wason?

—Deja las bromas para otro momento, ¿si? —le tiró una mirada de asesina en serie.

—Está bien. —rodó los ojos con la mirada en frente—. Aunque no fue una broma. —murmuró.

En todo el camino ninguno hablaron. Pues ella estaba malhumorada por ir sin maquillaje, con el pelo rizado, y una ropa de diseñador, según ella parecía una chica común, pero con estilo. Él sólo evitaba que ella se enojara más. Hasta que por fin llegaron al Instituto.

—Bu... Bueno. —se aclaró la garganta—. Llegamos. —dijo estacionado el auto.

Ella sólo miraba por la ventana a todos esos adolescentes, haciendo bromas, otros besándose, algunos tirándose fotos etc... Se le hacía extraño, tenía tantos meses sin ir al Instituto y hacer este cambio tan rápido que de seguro no le gustaría más el instituto. Sólo quería que ese año pasara lo más rápido posible para irse a vivir otra vez con su mamá. Ya no se sentía más parte de los roles dentro de un salón de clases, pero tampoco por ello dejaría que cualquiera se le quisiera sobrepasar.

—Vamos a ver que tan cruel es el Instituto. —dijo bajándose del auto.

—No es tan malo como piensas. —aclaró cerrando la puerta del auto detrás de ella. Para luego irse caminando a su lado.

—¡Oye hermano! Ya era tiempo de que casaras algo. —gritó un chico guiñándole un ojo a Dylan mientras caminaba con prisa delante de ellos.

—¡No soy su novia! —gritó malhumorada pero el chico ya se había perdido entre la multitud de adolescentes.

—Déjalo, es mi amigo Ethan. —río—. Él es así. —se encogió de hombros aún riendo, mientras caminaban juntos.

—Pues no me importa quien sea, puede ser hasta Trump, pero no quiero que anden diciendo por ahí que somos novios. —se cruzó de brazos.

Dylan rió, realmente todo eso lo hubiera aplaudido mucho antes y le hubiera gustado, pero ya los tiempos habían cambiado, ellos, y su situación había cambiado para pensar en aquello que nunca dijo.

—Entonces no querrás conocer al resto. —aclaró riendo por lo bajo—. Aunque sólo uno hace la diferencia, él no es como los demás. Por eso me identifico más con él. —añadió con una sonrisa.

—¿Y quién dijo qué quiero conocer a tus amigos los raros? —preguntó incrédula.

Dylan sólo rodó los ojos e ignoro lo que dijo ella. Dándose cuenta que habían llegado.

—Bueno, te dejo aquí. —Señaló con la mirada la puerta de la oficina del director—. Entra y pregunta en qué salón estás. Yo me tengo que ir o sino llegaré tarde.

Esta asintió con la cabeza y fue hacia la puerta.

—Nos vemos en el receso.

............

—Buenos días. —saludó y todos le dieron igual los buenos días—. Sólo les venía a informar que ésta chica será su nueva compañera. —señaló a Samantha quien entró al salón de inmediato con los brazos cruzados—. Bueno señorita la dejo en su salón, nos vemos luego estudiantes.

El director se marchó del salón y la maestra que estaba se quedó viendo a Samantha como un bicho raro.




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