¿una Engreída Enamorada?

¿Por qué es tan intenso?

—No dije eso, señorita. Y creo que lo mejor es que ambas limpien el desorden que hicieron y se queden después de las clases para pintar la pared de la cafetería, es eso o suspenderlas por cinco días y tener una charla sobre clases extras con sus padres. Y especialmente a usted señorita -dijo refiriéndose a Samantha-, no le conviene esta opción.

Samantha miró detrás del director hacía una ventana que daba a un jardín y allí estaba el chico que la había invitado a la fiesta el cual reía mientras tenía sus pulgares arriba, esta sonrió a lo que Lauren la miró confusa, desde que entraron en la oficina no había manifestado mucho, ya que al parecer el director lo hacía por ella, y en ese momento es al parecer decidió defenderse.

—No, yo no tengo que limpiar un desastre que yo no hice. —se negó rotundamente.

Samantha salió de su trance escuchando lo que decía su amiga verde al lado.

—Espera, ayer me bañaste en un asqueroso batido y ahora te quejas, tú no cambias Lauren Gonorrea. —dijo riendo al ver como se hacía la víctima.

—¡Es Correa, mi apellido es Correa! —le corrigió a gritos.

El director se puso una mano en su frente mientras escuchaba las discusiones de ambas sobre quién tenía la culpa y quién no, hasta que su paciencia se agotó tirando fuertemente sus brazos sobre su escritorio haciendo callar a ambas chicas de inmediato.

—¡Ya basta! Ambas aquí después de la escuela desde hoy, sin réplicas ni peleas, ni shows. De cualquier cosa que me vuelva a enterar se van las dos por dos semanas a sus casas. —sentenció con la cabeza roja de la furia.

—Pero... —replicó Lauren.

—Pero nada. Y ahora vete y dile a Nancy que llame a tus padres para que te vengan a buscar, y quiero que estés aquí puntual a la hora de la salida

Lauren maldiciendo salió de allí de color verde y con olor a comida podrida por todo el vómito que tenía seco en su ropa. Mientras que Samantha insatisfecha por el castigo se dirigió a la salida detrás de Lauren pero antes de llegar el director la llamó.

—No he terminado con usted. Ahora venga y vuelva a sentarse.

Samantha fue tal cual se tiró en el sillón que estaba frente a la mesa del director, mientras que este hizo lo mismo, pero con menos brusquedad.

—A ver, ¿por qué ayer que estuvo aquí me mintió acerca de lo ocurrido?

Samantha sonrió con un toque de burla en su rostro.

—Ustedes nunca hacen nada. —dijo refiriéndose hacía todo el equipo de trabajo estudiantil-. Simplemente sólo sirven para darnos órdenes a los jóvenes como; cómo debemos de comportarnos, qué debemos decir y no decir. Pero nunca nos escuchan, nosotros solo somos una molestia para ustedes o ¿para qué sirve la escuela?, estamos en la escuela desde muy pequeños hasta que tenemos la suficiente edad para irnos de casa, a ver, ¿allá afuera para qué nos sirve el teorema de Pitágoras, acaso cuando vayamos a la tienda lo usaremos, ó saber quién era George Washington, ese man hace añales que murió? Nos hacen aprender acerca de muchas porquerías que no usaremos ni nos importan.

El señor juntó sus manos como si fuese un profesional psicólogo y psiquiatra de chicos adolescentes.

—Si me hubieras dicho lo que te hizo Lauren hubiéramos hecho algo, hacer estas cosas sólo te perjudican como persona y estudiante, perjudican tus calificaciones escolares.

—Yo sé lo que es mejor para mí, usted no, porque usted solo sirve para representar a un grupo de hipócritas mal agradecidos, que el noventa por ciento están aquí obligados por sus padres. Y quién sabe, tal vez yo sea uno de ellos. —dijo sonriendo de lado.

De eso hablaba, apenas soltó todo lo que quería decir y el señor solo la ignoró y siguió insistiendo en lo mismo.

—A ver, apenas llegaste ayer a esta escuela ¿cómo puedes decir eso? y ¿por qué llevas una pelea con una chica en tan poco tiempo? Solo quiero saber si en cada problema que te metas será así. —aclaró tratando de entender qué pasaba.

Samantha se acomodó por tercera vez en aquel sillón y respiró profundo, antes de hablar.

—No sé si es obvio, pero voy en mi último año porque ya he cursado muchos grados yo sé cómo es esto, —cambió de tono a uno más curioso— y por cierto, ¿Por qué es tan Intenso, le gusta a usted el chisme? ya le explicamos lo de la pelea, supérelo. —le pidió.

—Esto no se trata de chismes ni rumores, sino de usted. Sólo quiero entenderte un poco. Que sepas que puedes confiar en nosotros para cualquier cosa.

—Sí, ok. Ahora veo que también es el psicólogo. Mejor me voy porque como ya sabe he perdido una hora aquí y necesito tener el mínimo de ausencias. Así que adiós.

Y con aquello salió de allí antes de que la volviera a llamar, a pesar del castigo y toda la habladuría estaba orgullosa de su trabajo, la sonrisa no le cabía en el rostro, y cuando vio a Lauren en la sala de espera no pudo evitar mostrarle a ella también que estaba feliz.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.