¿una Engreída Enamorada?

¿Piso treinta y dos?

—¿Y ya conoces gente por allá?

—¿Lo siento? la gente me conoce a mí. —le expresó ofendida mientras movía su celular más a la izquierda para verse más interesante solo mostrando la mitad de su cara.

La chica creyó que sería buena idea comunicarse con sus amigos de la secundaria anterior para olvidar sus malos ratos y poder conectar otra vez con las primeras personas que conoció allá, y claramente enterarse de lo que pasaba porque ante todo tenía que estar al tanto de los chismes y las noticias.

El chico del otro lado de la cámara rió. —Después de ése videazo no digo yo. Eres tan cruel.

—Lo sé, nadie puede conmigo. Y por cierto, ¿qué tal las cosas por allá?

—Pues nada, estoy en busca de un novio pero solo me llueven puros agarres de un rato. —dijo este rodando esos verdes ojos.

Samantha rió, a lo que se le ocurrió una idea alocada.

—¿Te gustan las relaciones a distancia, Alexis? —preguntó levantando una ceja en modo de prestar atención a su respuesta.

El chico sin entender asintió mientras que balbuceaba algunas cosas a las que ella ignoró poniéndose de pie y saliendo de la habitación con el celular en manos, fue a paso firme a la habitación del fondo. Abrió la puerta sin preguntar mientras sonreía, y sin más se acercó a Dylan metiéndolo también en el marco de la cámara.

—Alexis, te presento a mi... hijo de la mujer de mi padre, Dylan. Dylan, te presento a mi amigo Alexis. —los presentó.

Dylan no sabía que pasaba hasta que Alexis lo examinó con la mirada todo lo que podía ver dentro del cuadro de la cámara.

—Espe...

—Tu hermanastro es muy guapo. —dijo como si Dylan no estuviera allí—. ¿Tienes novio, guapo? —preguntó entrecerrando sus verdes ojos.

Dylan ya poniéndose nervioso se pasó una mano por el pelo que le rozaba hasta los hombros mientras que no sabía qué decir ante aquella escena un poco incómoda para él, pero no tuvo que hablar.

—No, no tiene. —respondió Samantha por él.

Alexis se quedó mirando a Dylan como el que se decide por comprar un dulce.

—Oye, yo..

—Ahora te paso su número. Chau, Ale, se te quiere mucho. —Dijo y le colgó al chico sin dejar que Dylan terminara de hablar.

Dylan se quedó mirando hacia adelante con la mirada perdida sin saber lo que había ocurrido, él ni siquiera habló y ya prácticamente tenía novio, o algo así.

Samantha se giró hacia él.

—Luego no digas que soy cruel. Mientras tú me dejas al cuidado de una bebé yo te consigo novio.

—Espera, ¿qué?

—Y dale gracias a Dios o a no sé quién si es que no crees en Dios, que le gustas a alguien con ese decricaje que traes. Y also, si no vas a gastar en peluquería por lo menos péinate.

La chica se volteó y se fue cerrando la puerta detrás de ella como una verdadera actriz de drama, mientras que al rato el celular de Dylan sonó. Era el chico de los ojos verdes mandando mensajes al WhatsApp.

.......        

Iba a paso decidido hacia la salida cuando iba bajando los escalones que daban hacia la sala su padre la paró con un llamado, ya ella sabía lo que se avecinaba así que no duró mucho para decirle cual era su destino cuando al parecer este no la había parado solo para saber a dónde iba.

—Oye, quería decirte que mañana quiero que me acompañes a conocer la empresa, ya que creo que la última vez que fuiste fue cuando estabas muy pequeña, y ha cambiado mucho ya.

Samantha se quedó pensándolo, la verdad era que le importaba la empresa de su padre lo mismo que un él, pero de igual forma tenía claro que debía de saber dónde estaba la empresa por lo menos para por si algún día necesitaba dinero y no estaba en casa o algo por el estilo.

—Espera, ¿dejas que tus empleados trabajen los domingos? Ah no, creo que a esos se les llaman esclavos. —se auto corrigió muy sorprendida.

Este negó cruzándose de brazos. —Somos una de las empresas de aparatos electrónicos más importantes del país, pero mañana nos enfocaremos más en que todos te conozcan.

Samantha asintió sin importarle mucho conocer a un grupo de adultos aburridos y con mala vida porque eso de trabajar los siete días de la semana solo mostraba lo necesitados que estaban de dinero, así que eso de conocer a la hija de su jefe no sería algo muy interesante que ver, pero sí relajante porque que te paguen por sonreírle a una desconocida no está nada mal.

—Me tengo que ir... —le avisó huyendo antes de que la detuviera otra vez.

—Te cuidas, y me saludas a Keihder. —dijo este.

Estaba afuera esperando que el susodicho llegará hasta que mientras contestaba mensajes desde el móvil pudo escuchar un auto tocando la bocina, al levantar la mirada era Keihder sonriendo en su dirección, esta sin más fue hacia allá y se montó en el carro.




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