¿una Engreída Enamorada?

¿Visitar la empresa de Aarón?

El día había sido largo y entre todo lo que había tenido que hacer Samantha, la profesora le asignó a Mar como su tutora para que le ayudara con las tareas y proyectos extra que tenía ya que los trabajos anteriores eran demasiados para ella. Cada profesor le dio un paquete de papeles resumiendo las clases anteriores y para que recuperara calificaciones le asignaron algunas dos presentaciones por clase, pero todo eso ella no podría hacerlo en tan poco tiempo así que tal vez se quedaría en Escuela de Verano.

Al llegar a casa puso sus cosas en el sofá de la sala y se quedó allí recostada en el espaldar mirando hacía la nada, sin tocar su móvil, sin interés de nada, cuando de pronto escuchó la ruidosa voz de su padre llegando a la casa cerrando la puerta detrás suyo.

—Saludos, familia! —decía con una enorme sonrisa.

Casi al instante salió su esposa con un delantal acercándose a él y dándole un beso de saludo.

—Huele rico.

—Estoy haciendo albóndigas. —afirmó esta. Cuando se dio cuenta de la presencia de Samantha en el sofá tirada como una muñeca de trapo mirando hacia el techo, entrecerró la mirada confusa—. Hola Samantha, no sabía que estabas aquí.

Samantha le dirigió una corta mirada y siguió mirando hacia el techo. Su padre se acercó cautelosamente hacia ella y se quedó parado en frente suyo observándola.

—¿Pasa algo?

La chica siguió mirando al techo. Esta vez ni siquiera se molestó por mirarlo y dejarle saber que lo ignoraba.

—Si quieres hablar... Yo..

Trató de decir su padre para que ella le dijera algo, pero Samantha aún se quedaba mirando hacia el techo.

—Oye, si no le hubieras dedicado una mirada a Madison creería que estás muerta de verdad. —intentó aflojar la tensión.

Samantha seguía sin decir nada.

Su padre se sentó a su lado y se recostó de la misma manera que ella estaba. Estaba casi seguro que ella no le diría nada, al final él no tenía ninguna repercusión en su vida. Pero quería que confiara en él.

—Bien... La vida es un asco, pero qué dices si salimos un rato.. —la chica aún no decía nada y la paciencia de Aarón medio moría—. Quiero llevarte a la empresa que cuando muera será tuya, bueno, una gran parte. Me lo debes. —finalizó después de un rato.

La chica respiró profundo y soltó aire sabiendo que debía de ir a presentarse en su futuro negocio.

—¿Y te morirás pronto? Es que la venderé después que lo hagas, necesito el dinero. —le dejó saber mirándolo sin ninguna expresión facial.

Su padre rió, pero esta seguía mirándolo con la misma cara que tenía desde que llegó, sin ánimos, sin ninguna expresión, entonces Aaron paró de reír.

—Espero que estés bromeando. —dijo en modo serio.

—¿Visitar la empresa de Aarón? si es como tú... Bueno...

Después de aquel comentario de Samantha ambos se dirigieron al carro de Aaron para ir a su empresa. Ambos sabían que ya era hora de que Samantha conociera la empresa, y todos empezaran a conocer a la heredera de aquello.

Al llegar al área Samantha pudo ver todos los grandes edificios por la ventana, eran muy grandes y elegantes, por fuera se notaba que esa era un área de personas adineradas. Cuando se bajaron del carro su padre le dio las llaves a unos de los dos de seguridad que cuidaban la entrada.

—Otra vez aquí, jefe. —dijo el de seguridad sorprendido de lo rápido que volvió.

—Así es. Quiero presentarles a mi hija mayor, Samantha Yamil. —la introdujo—, Sam, ellos son Bob y Gerard, cada vez que vengas aquí los vas a encontrar en esta puerta.

—Un gusto, señorita. —dijo Bob, un hombre robusto, de 1.90 y gordo.

—Un placer, señorita Carter. —saludo Gerard, un hombre más bajo de tal vez algunos 1.82, lleno de tatuajes y con menos grasa que Bob.

Por fuera el edificio era muy alto, tenía más pisos que el edificio de Keidher, las ventanas eran anchas y negras, no se podía ver lo que pasaba dentro, y el edificio era de color gris, todo muy misterioso. En grande tenía el nombre de la empresa Seguridad Privada Carter en un color azul marino. Realmente le daba curiosidad de cómo sería todo por dentro. Cuando su padre la llamó hacia dentro y ambos pasaron la recepción; era de color azul marino con algunas líneas blancas del lado de la recepcionista, tenía en medio una mesa pequeña de cristal, por los lados de algunas paredes habían muchas sillas color negras en medio de todo el lobby había una línea de lámparas colgando en el techo, demasiado elegante.

—Buenas tardes, señor Carter. —saludo una señora de algunos cincuenta años.

—Buenas tardes, Clara. Quiero que conozcas a mi hija, Samantha Yamil. Samantha, ella es Clara la persona que te va a recibir cada vez que llegues.

Samantha sonrió sin decir nada.

—Un gusto, señorita. —le mostró una sonrisa asintiendo con la cabeza—. Es muy linda, se parece a su padre.

Samantha rodó los ojos. Clara se dio cuenta de aquello pero Aaron solo sonrió y asintió con la cabeza dándole las gracias por los halagos.

Al seguir el recorrido su papá empezó a explicarle:

—Esta es la recepción, cualquier persona que llegue o salga debe de registrarse, también tenemos la sala de espera ya que esto los sábados se llena de personas con preguntas, pidiendo información o cualquier cosa.

Se dirigió hacia el ascensor y le dio al botón.

—Este edificio tiene veinte y dos pisos, cada uno tiene su función. Por ejemplo; se manda al primer piso cualquier persona que quiera orientación para algún tipo de servicio de seguridad privada, normalmente esas reuniones son los jueves y sábados.

El ascensor llegó y ambos entraron en este, un ascensor con capacidad de algunas once personas, este le dio al primer piso.

—Entonces en esta sala hacemos las orientación y ahí mismo respondemos preguntas de cualquier tipo.

Era una cuarto color azul cielo enorme llena de asientos y tenía una televisión plasma grande en centro al fondo, junto con dos baños cerca del ascensor. Ambos entraron otra vez en el ascensor, y le dio al botón del piso 14.




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