Una EnseÑanza De Vida

CAPÍTULO 6

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Un doctor delgado de piel blanca, algo calvo y con lentes me esperaba en su oficina. Me invitó a entrar y procedió a explicar lo que ocurría.

Dijo que, tal como habían previsto, anestesiaron a Karlo con mascarilla y le colocaron el catéter; sin embargo, sin que se dieran cuenta, la sonda que debió llegar al estómago perforó accidentalmente un pulmón y durante horas lo llenó de medicamentos y suero. El otorrino abrió a Karlo pero al perforar un hueso interno del cerebro conocido como “silla turca” para abrirse paso a la zona del tumor, ocurrían hemorragias que no les permitían avanzar pues debían ser controladas. De igual manera la presión arterial estaba disparada y resultaba difícil estabilizarla. Después de varias horas, muchos intentos y hemorragias, decidieron cerrar a Karlo y taponear las salidas de la nariz sin haber logrado siquiera llegar al sitio del tumor y habiendo causado ya mucho daño en la zona. Lo enviaron a la sala de recuperación a esperar que despertara pero continuaba con la presión arterial inestable.

Otra hemorragia hizo que los tapones de la nariz volaran. Karlo despertó y manoteó desesperado ahogándose ante la falta de oxígeno. Le practicaron una traqueotomía (apertura dentro de la tráquea a través de una incisión ejecutada en el cuello y la inserción de un tubo o cánula para facilitar el paso del aire a los pulmones). Controlaron la hemorragia y lo trasladaron a terapia intensiva pero aún no sabían que había una sonda en el pulmón causando todo ese daño.

Una vez en terapia intensiva, se repitió la hemorragia (fue el momento en que vi a los médicos entrar corriendo y más tarde el personal acudió a limpiar la sangre).

Por fin le realizaron una radiografía de tórax y descubrieron lo que ocurría. Retiraron el catéter, pusieron otro adecuadamente y lo indujeron al coma.

El estado de Karlo era crítico, tenía neumonía severa, líquido en un pulmón, había estado sin oxígeno cierto tiempo y perdido gran cantidad de sangre.

El doctor me advirtió que podía fallecer en las próximas horas y era mejor avisar a su familia. Concluyó que si llegaba a sobrevivir tendría secuelas irreversibles o podría quedar en estado vegetativo.

Dije con coraje al doctor que era increíble que cometieran errores de esa magnitud, lo habían dejado al borde de la muerte sin tocar siquiera el tumor. Me contestó que la doctora responsable de los hechos sería castigada, la trasladarían al turno de la tarde. ¡Qué gran castigo! Me informó, además, que podría ver a Karlo desde el vidrio por 5 minutos en el horario de visita.

 

Arrastrando los pies fui e informé a Lety, quien después de orar avisó a su familia. Mi madre y su esposo dijeron que viajarían a la brevedad a la Cdmx.

A la hora de visita, observé por el vidrio a Karlo. Estaba conectado a unos aparatos que le permitían vivir y parecía más hinchado que nunca, sus brazos, cara y pecho se veían enormes. Aun viéndolo en esas condiciones, algo me decía que saldría adelante.

Al día siguiente temprano llegaron mi mamá y su esposo, Horacio; el Sr. Carlos y Jorge, papá y hermano de Karlo respectivamente. También nos acompañó Ricardo, amigo con quien Karlo compartió casa algún tiempo en Cd. del Carmen, y por supuesto, Karla y José Luis.

Estar con más personas hacía una gran diferencia pues se sentía el apoyo incondicional. Después de las lamentaciones iniciales el ambiente era de camaradería y empezaron incluso las bromas para evadir tan pesada realidad.

 

Karlo continuó igual ese día y el siguiente pero por lo menos permanecía vivo.

Para el cuarto día me informaron que estaba respondiendo bien, le habían quitado el respirador y se encontraba semi inconsciente.

Lo observaba a través del vidrio; él abría trabajosamente sus ojos y los dirigía hacia mí, yo pegaba las palmas de mis manos a manera de oración hacia él y parecía entenderme.

El quinto día le desconectaron todo y para mi sorpresa lo vi semi sentado en la cama; la enfermera le daba de comer una gelatina color naranja. Me saludó débilmente con la mano y trató de hacer una sonrisa.

El doctor me informó que al día siguiente lo mandarían a piso pues se había recuperado increíblemente del desastre aunque obviamente su problema del tumor persistía. Agregó que su juventud y estilo de vida habían hecho el milagro. Pregunté si le habían informado lo ocurrido y negó con la cabeza; me pidió que fuera yo quien le contara pues no dejaba de preguntar si le habían quitado el tumor y el por qué le había dolido tanto.

Ya en piso, Karlo se sorprendió cuando, en la hora de visita, entraron su padre y hermano además de mi familia. Platicó con ellos de buen humor como era su costumbre, parecía igual a como estaba antes de la negligencia médica.

Cuando nos quedamos solos le informé lo ocurrido y entonces comprendió el por qué había sufrido tanto. Dijo que recordaba el momento en que despertó ahogándose en el área de recuperación, cuando la sangre salía de su nariz con presión y tuvieron que intubarlo.

Me platicó algo más: sintió que caía en una oscuridad prolongada y después de un tiempo imposible de medir se encontró en una canoa o balsa y algo lo atraía fuertemente; él remaba con todas sus fuerzas en sentido contrario a la atracción porque no quería irse de este mundo, ni siquiera deseaba voltear a ver lo que parecía querer succionarlo; siguió avanzando y a su paso vio atractivos colores luminosos que no existen en la tierra; también se percató que mucha gente pasaba a ambos lados a gran velocidad hacia ese lugar del que huía. Se le aparecieron imágenes de algunas personas y una voz se comunicó con él de forma telepática. Ante la imagen de mi amiga Lucía, la voz le indicó que no había agradecido por la ayuda que le había prestado; él prometió que se encargaría de darle las gracias por su participación en nuestra boda. Vio también la imagen de un ex jefe y la voz le advirtió que se cuidara de él. Al darse cuenta que avanzaba cuando aceptaba cambiar tal o cuál situación y retrocedía cuando dudaba, hizo algunas promesas de las cuales no podía hablarme. Al vencer a la atracción y llegar al final de ese espacio, la voz le dio otra oportunidad y le dijo que tendría una hija.




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