Una esposa en alquiler

CAPÍTULO 01

—¡Hey! Dame dos margaritas y una piña colada. 

—¡Yo quiero un Daiquiri y un Martini! 

—Acá están sus pedidos, que los disfruten. 

—¡Gracias!

—Sin duda alguna eres mi empleada estrella —habló Enrique. 

—Yo creo que la empleada estrella merece un aumento. 

—Quisiera hasta duplicarte el sueldo, pero sabes bien que no depende de mí. 

—Lo sé Enrique, los dueños suelen ser muy codos. Pero estoy feliz de estar aquí, amor mi trabajo y lo que hago. 

Soy Ivonne Allen, una bartender de veinticinco años. Estuve en varios trabajos antes de encontrar mi verdadera vocación. Tenía ya tres años de estar en este lugar y aunque la paga no era muy buena era lo suficiente para mi y sobrevivir.   

—¿Tienes algo que hacer mañana? —preguntó Ivan, un compañero de trabajo. 

—Bueno mi amiga April me pidió que la acompañe a una cita con el ginecólogo, está a punto de tener a su bebé.

—Ya veo, será en otra ocasión. —dijo entristecido. Ivan se fue al otro lado de la barra para atender a unos clientes. 

—¿Esta es la cuarta o quinta vez que te invita? —inquirió Enrique. 

—Creo que la quinta, pensé que la tercera vez se daría por vencido. 

—Deberías darle una oportunidad, no creo que sea tan malo. 

—No es por Ivan, soy yo. No estoy preparada para una relación. Además no estoy mintiendo esta vez, voy acompañar a mi amiga con el ginecólogo. 

—¡Ajá! como digas. Ivonne ya pasó más de un año de los sucedido con Nain, ¿Aún lo amas? 

Nain era mi exnovio y mi último novio, estuvimos a punto de casarnos, pero cuando el día llegó nunca me presenté, salí huyendo por una sola razón. Me di cuenta de que no me amaba de verdad, él estaba enamorado de otra mujer y fue la mejor decisión que tomé ya que él formó su familia y ahora ya era padre de una hermosa niña. El amor no era para mi, todas mis relaciones han sido un fracaso. 

Mi primer novio fue a los quince, el primer mes fue maravilloso pero después fue posesivo y en extremo celoso. Lo abandoné a los dos meses de la relación. Pero al parecer ese mismo patrón me seguiría, hasta los veintiún años, cuando mi última pareja intentó matarme.

Cuando conocí a Nain, para mi fue como mi príncipe azul, era todo lo contrario y aunque empezamos una relación libre, sin exclusiones para mí era lo mejor que me había pasado en la vida. Pero lo bueno no es para siempre y ese cuento terminó. Ahora no quería relacionarme con nadie. 

—No lo amo Enrique, pero no quiero terminar con el corazón roto otra vez. 

—Deja de tener miedo, si no tomas el valor de abrir tu corazón no vas a encontrar a tu media naranja. Imagina algún día casarse y tener hijos, muchos hijos. 

Bueno, esa es otra razón por la cual no quería a un hombre en mi vida. Yo no podía ser madre, mi último novio antes de Nain me dio una paliza y debido a esos golpes me quedé sin útero, nunca podría ser madre, lo que significaba que un hombre no podría tomarme en serio. 

Terminamos la noche de trabajo y Enrique me llevó al pequeño apartamento en donde vivía. No se si podía llamarle de esa manera ya que solo era una habitación en donde tenía todo: cama, estufa, un sillón y un mueble para mi ropa. No podía pagar algo mejor, pero era suficiente para mi. Además no tenía visitas. 

April era mi única amiga pero se casó y estaba por tener a su primer bebé. De allí no tenía a nadie más. No tenía padres, ni hermanos, ni siquiera un familiar. Abandoné a mis padres a los dieciocho años, en realidad a mi madre, a mi padre nunca lo conocí y mi padrastro quiso sobrepasarse conmigo, no iba a permitirlo y mi madre nunca creyó en mis palabras, así que decidí mudarme al otro lado del país. 

Me lancé a la cama y miré hacia el techo. 

Muchas veces me preguntaba si mi vida sería esto: trabajo, casa y soledad. 

 

(...) 

 

—¡Hola amiga! —saludé. Me encontré con April en el parque. 

—Hola Ivonne. Me alegra que me acompañes. 

—No entiendo porque quieres hacer esto y no que lo haga tu esposo, siendo uno de los mejores ginecólogos. 

—Quiero darle la sorpresa, no he dejado que haga alguna de mis ecografías. Hoy es el día en el que sabré el género de mi bebé. 

—Estoy nerviosa y eso que tú eres la madre. 

—También estoy nerviosa, pero gracias por acompañarme. 

Tomamos un taxi con April y llegamos a la clínica. Me sentía muy feliz por ella, porque logró lo que muchas mujeres soñamos; un esposo y una familia. 

Entramos juntas y veía a través de la pantalla al bebé de April, un pequeño ser que se desarrollaba dentro de su cuerpo. El milagro de la vida un don que Dios había regalado a todas las mujeres, no obstante muchas de nosotras nunca podríamos experimentar algo así. 

—¡Felicidades señorita April! Tendrá un bebé varón.

Mi amiga soltó unas lágrimas. 

—Ivonne es un varón, Brenan estará feliz. 

—Felicidades amiga. —Besé su frente. También estaba feliz por ella, aunque no éramos hermanas de sangre para mi este bebé era como mi sobrino, iba a mimarlo como si se tratara de mi propio hijo. 

Una hora después salimos de la clínica y pasamos por un helado con April. Estaba muy emocionada por contarle la noticia a su esposo y lo haría de una manera especial por la noche. 

En mi interior sentía envidia, de la buena. Ella podía visualizar un futuro, tener una razón para luchar cada día, mientras tanto yo solo tenía la motivación de mantenerme viva. 

 



#4382 en Novela romántica
#1235 en Chick lit
#1629 en Otros

En el texto hay: romance, drama, doble identidad

Editado: 07.06.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.