Una esposa en alquiler

CAPÍTULO 04

IVONNE

—Pensé que este día nunca llegaría —habló Ivan. Al fin había aceptado una de sus invitaciones. Fuimos al cine y por último a cenar. Ahora me acompañaba a mi edificio—. Espero que te la hayas pasado bien. 

—La pasé muy bien, gracias por la invitación. 

La salida no estuvo nada mal, pero esta “cita”  solo me había servido para confirmar que en definitiva Ivan y yo no podíamos ser más que compañeros de trabajo y tal vez buenos amigos. 

—Espero que se pueda repetir una segunda ocasión. 

—Tal vez si. —Le dí una pequeña esperanza, pero en nuestra segunda salida sería muy clara en decirle que solo podríamos ser amigos. 

—Nos vemos en unas horas, si quieres paso por ti. 

—¡No!, no es necesario. Nos vemos por la noche. —Me despedí con un beso en la mejilla y cerré la puerta de mi apartamento. Respiré profundo. «Al fin había terminado»

Iván era un buen hombre, pero esto de salir en modo romántico me ponía muy incómoda, todo fuera más fácil si Ivan no insistiera. 

Tomé una ducha y me puse ropa limpia para ir al trabajo. 

—Hola Enrique —saludé. 

—Hola Ivonne, ¿qué tal la cita? 

—No podías esperar unos minutos para preguntar. 

—No, en realidad te esperaba con ansias para conocer el chisme. 

—Pues todo estuvo bien. 

—¿Solo bien? 

—Si ¿qué te puedo decir? La película y la comida estuvieron bien. 

—Pero…

—Pero en definitiva Iban y yo no pasaremos de ser amigos. Es un buen hombre, pero no veo como novios. 

—¿Es por tu miedo? 

—No, te lo juro. Simplemente no somos compatibles. 

—Estoy segura que algún día aparecerá un hombre que si te merezca. 

—Deja el sentimentalismo y empecemos a trabajar. 

No sabía si afuera había un hombre para mí, pero mientras eso sucedía, si es que llegaba a suceder, continuaba con mi vida. 

Ivan llegó a los pocos minutos, así quejamos la conversación de mi supuesta cita. 

La noche estaba siendo tranquila, había pocos clientes a pesar de que esa noche se tenía un show en vivo de varias bailarinas. 

—Tenemos invitado especial esta noche —susurró Enrique en mi oído, señaló con su dedo hacia la puerta de entrada y ví al borracho guapo. Había pasado una semana desde que vino a disculparse, no pensé que regresaría, para mi solo era un viajera que estaba de paso. 

—Atiendelo por favor. —indiqué a Enrique. 

—¿Te pone nerviosa?

—No, pero tengo un mal presentimiento es mejor mantenerse alejada. 

Enrique se quedó a mi lado de la barra y me fui al otro lado. Ví como aquel hombre se sentaba y se sorprendió al ver a Enrique atenderlo. 

El único problema es que estaba a lado de Ivan que no paraba de susurrarme piropos y cumplidos a mi oído. 

—Quiero un whisky por favor. 

El borracho guapo apareció de lado de la barra en donde me encontraba. Miré hacia a Enrique quien solo negó con su cabeza y un gesto de “no pude hacer nada” 

—Ya se lo sirvo. 

Tomé un vaso y lo llené de whisky y se lo alcancé. El tipo solo tomó el vaso y lo tomó de un solo. Creo que hoy venía decidido a emborracharse de nuevo. 

Atendí a otro par de clientes. Hasta que el hombre empezó a hablar. 

—¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí? 

—Mucho tiempo —respondí para no ser descortés. 

—¿Y la paga es buena? 

—No me quejo. 

El tipo hacía preguntas como si se tratara de un interrogatorio policial. De pronto todos empezaron a aplaudir, el baile de las chicas inició. 

—Yo puedo ayudarte a ganar mucho dinero en poco tiempo. —pronunció. Aprovechando la distracción de todos en el baile sensual. 

En ese momento entendí quién era este tipo. Era otro más que ofrecía a las mujeres ser modelos o actrices y después terminaban vendidas a otros países. No iba a caer en esas mentiras. 

—¿De cuánto estamos hablando? —inquirí. Le seguí la corriente solo para su merecido al final y se le quitaran las ganas de regresar al bar y venir a buscarme. 

—Mucho dinero, el que quieras. Con lo poco que ganas en este lugar es imposible que quieras negarte a la propuesta que quiero hacerte. Conozco a muchas mujeres que se encuentran en tu situación y esto es una gran oportunidad para cambiar tu vida por completo. 

¡Vaya! Este tipo si que tenía poder de convencimiento y cualquier chica caería de inmediato en sus trucos. 

—Creo que hoy es mi día de suerte, no todos los días un hombre tan importante viene a ofrecerme una oportunidad como esta. —dije con sarcasmo. 

Su cara cambió de inmediato al notar que me burlaba de él. 

—No es broma, te estoy ofreciendo mucho dinero. Tendrás una vida mejor. 

Este tipo estaba colmando mi paciencia. Creo que era un proxeneta. Nunca iba a vender mi cuerpo por dinero, era una mujer con dignidad y tal vez no tenía una vida elegante pero era modesta y en algún momento tendría una apartamento más lujoso con varias habitación pero sería con mi trabajo y esfuerzo de un trabajo digno. 

—Escúcheme señor, se puede ir con sus propuestas al infierno. No necesito que me haga ofrecimientos de modelaje, actuación o incluso prostitución. No por estar aquí, soy una mujer indecente. 

—No, no, no. No soy un proxeneta. Solo quiero que seas mi esposa. 

¡¿Quééééé?!

Este tipo sí que estaba loco. 

Empuñé mi mano derecha. Sonreí con Malicia y me acerqué. Cuando consideré estar lo suficiente cerca. Empujé mi mano con todas mis fuerzas hacia su cara y golpeé su nariz. 

El tipo cayó al suelo. Eso llamó la atención de algunas personas incluyendo a Enrique e Ivan quienes se acercaron de inmediato. 

—Ivonne ¿qué sucede? —preguntó Enrique. 

—Saca a este tipo de aquí y que no vuelva a entrar al lugar, es un peligro para cualquier mujer ¡Es un proxeneta! 

El tipo se levantó del suelo con la nariz sangrando. —¡No soy un proxeneta! 



#3370 en Novela romántica
#1022 en Chick lit
#1250 en Otros

En el texto hay: romance, drama, doble identidad

Editado: 07.06.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.