Una esposa para el alfa

2. Miedo.

La humana murmuró unas cuantas maldiciones antes de abrir los ojos para ver mejor todo el paisaje que tenía en frente. Sin lugar a dudas, estaba teniendo el peor fin de semana de todos. Su mejor amiga, después de que su novio la dejó, entró en depresión absoluta, porque tenía miedo de que ese sujeto llegara de nuevo a cobrar alguna deuda pendiente de su padre. Jolanis era asustadiza a tal punto de que cuando estaba con una persona, tenía miedo, pero con lo que vio ayer, se dio a entender que ese Bahir era una rata que usaba a las mujeres para algo… porque se suponía que eran amigos y la terminó casando con su primo.

— Daya —llamó su amiga desde el otro—. ¿Puedo pasar?

— ¿Qué quieres ahora, Jolanis? ¿Te cansaste de tener sexo con Bahir? —metió su cabeza debajo de la almohada—. Quiero estar sola…

— Es sobre algo importante que tengo que hablarte —Jolanis se notaba desesperada—. Abre, la puerta y…

— Conque aquí te estás ocultando —dijo Bahir, y eso llamó mucho más su atención—. Te he estado buscando por todos lados.

— No sé de qué me estás hablando, no me he ocultado y mucho menos ando huyendo de ti —Jolanis sonaba asustada, por lo que ella bajó de la cama con mucha rapidez y abrió la puerta—. Daya…

— ¿Sucede algo que tenga que saber…?

— Esto es entre tu amiga y yo…

— No estás en condiciones para decirme algo como eso, Bahir —farfulló Dahiana, que no se te olvide que por tu culpa estoy metida en un enorme lío que no tiene retorno —agarró a la omega del brazo—. Si me permites, tengo cosas que tratar con ella y tú me estás estorbando en estos momentos.

— Tenemos que hablar luego…

— Ya te dije que no puedo, deja de insistir y si es posible voy a cambiarme de empresa para hacer mi pasantía…

— Suerte con eso.

— ¿Se puede saber qué está pasando contigo y ese sujeto? —preguntó, dejándola pasar primero—. Cuando fui ayer te vi con él en la misma cama y ahora está detrás de ti…

— Es mi destinado —la interrumpió—. Nunca lo fue Max—. Se sentó en la cama—. Me siento mal ahora mismo. Él me dijo que solo sería una noche, que me haría olvidar y se sintió bien no ser tocada como en el pasado, pero con lo que te hizo ese sujeto me da miedo.

— ¿Miedo?

— Pues a mí me dijo que me iba a cuidar, proteger de cualquier persona y que sin importar que suceda, siempre iba a estar conmigo, ¿cómo alguien puede decir eso si no me conoce?

— Por qué es una persona que no tiene nada que hacer con su vida —dijo Dahiana, acostándose—. Mira lo que me hizo, y estás son las horas que mi querido esposo no ha dado señales de vida.

— Tú y él no son almas gemelas —dijo Jolanis, acostándose a su lado—. Se nota que se van a matar entre los dos más adelante.

— Es algo que tiene que pasar inevitablemente y tal vez sea conveniente que me quede viuda.

— Alexander no es un mal hombre —dijo Jolanis—. Al menos, fueron las palabras que me dijo su primo mientras estábamos juntos.

— Tus encuentros sexuales me tienen sin cuidado, te lo digo desde este momento —hizo una mueca de asco—. Te seré sincera. Te deseo lo mejor del mundo, eres joven, no sabes nada del amor y con el hombre que estuviste durante tanto tiempo no cuenta —le apuntó con el dedo—. Tu padre es quién tiene que morirse y agradece que al menos te ha dejado estudiar, porque yo personalmente iba a ir a darle unas patadas en el trasero.

— Por eso eres mi mejor amiga y te amo tanto —se acostó a su lado—. Owen debe estar triste por lo que les hizo su padre, ¿verdad?

— Sí, él cree que se murió —respondió con pesar—. No sé cómo decirle que su padre se casó con alguien más por dinero y que hasta el apellido le quitó a su hijo para que no hubiera registros.

— Entonces, ¿Owen únicamente tiene tu apellido?

— Sí, es por eso que tengo protegerlo de cualquier persona en este mundo, no me importa lo que tenga que hacer —chasqueó la lengua—. Sin embargo, tampoco considero que sea tan malo haberme casado con el primo del presidente.

— Hablas de una manera muy fea —la omega movió la cabeza en su dirección—. Espero que puedas solucionar todos tus problemas pronto, porque en verdad me das miedo.

— Lamento decirte que así es la ley de la vida, a veces se pierde y en otras se gana.

Durmieron gran parte de ese día, no salieron con los otros que fueron elegidos para la pasantía y al día siguiente fue lo mismo. Bahir fue en búsqueda de su amiga en más de una ocasión, a lo cual ella no le hacía caso y fingía estar dormida. Dahiana observó la marca en su cuello a través del espejo, era grande y fea, según sus palabras. Estaba asustada, porque una parte de ella tenía la esperanza de que en algún momento su ex recapacitara.

— Es hora de irnos —informaron al otro lado de la puerta—. Nos están esperando en el loving.

Dahiana contó hasta diez mentalmente, antes de salir en busca de sus cosas. Para su sorpresa, Jolanis no estaba ahí, por lo que supuso que su amiga se encontraba arreglando sus cosas.

— Dahiana —Bahir la tomó del brazo, cuando la vio salir del elevador—. ¿Podemos hablar?

— ¿Qué quieres decir? ¿No te bastó con fingir ser mi amigo para que me casara con tu primo? —se soltó de su agarre—. Lo que hiciste es algo que nunca te voy a perdonar, ni siquiera puedo verte a la cara sin la necesidad de golpearte.

— Lo lamento… es necesario que intenten llevarse bien —Bahir se notaba apenado con lo que hizo—. Posiblemente, imagines un montón de escenarios en los que quieras matarme, pero te aseguro que te veo como una niña pequeña…

— Una niña pequeña a la que le hiciste firmar un documento de matrimonio e hiciste que mi mejor amiga también lo firmara —chasqueó la lengua—. En verdad, no puedo siquiera verte.

— Trata de llevarte bien con Alexander, al menos hasta que pasen unos meses —el alfa miró hacia todos lados—. Era con otra chica que quería casar a mi primo, pero tú lo vas a necesitar más porque Owen no es tu hijo de sangre, no tienes los recursos para tenerlo contigo y sabes que eso sucede porque eres una humana.




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