Una esposa para el alfa

5. ¿Por qué estás llorando?

Dahiana suspiró con amargura, secó las lágrimas que estaban en sus mejillas y siguió viendo las imágenes que estaban en todas las redes sociales que ella tenía. 

Jonathan seguía negando que en el pasado tuvo una relación con ella y era más que obvio que nunca daría el paso de pedirle perdón por lo que le hizo. No obstante, al ser una de las pocas humanas que quedaban en el mundo, tenía que lidiar con eso.

Lo que Alexander le preguntó en el auto hace días, se quedó como algo sin respuesta, porque para ella, seguía siendo difícil no poder estar con la persona que creyó amar y más aún, tener una marca en el cuello que era símbolo de que estaba jodida hasta el tope.

— Mamá —Owen la llamó, y ella tuvo que verse en el reflejo del celular, antes de regresar a la habitación con su hijo—. ¿Estás llorando? ¿Es por mi papá?

— No, es que estoy triste, ya que te irás a otro lado mañana. ¿No estás emocionado por la escuela?

— Sí, quiero ir y conocer a más personas —Owen se hizo a un lado en la cama—. La abuela me dijo que te irás de viaje, ¿es cierto?

— Eso es algo que ella no debió decirte, pero tengo que ir con el señor del auto —acarició su mejilla—. Estaré aquí mañana, mejor dicho, iré por ti después de la escuela.

— La abuela dice que el dinero se nos está acabando, que es por eso que ella tiene que trabajar mucho en la empresa… ¿Es por mi culpa?

— No es tu culpa, es que hay pagar algunas cosas que no pueden esperar, eso es todo —lo abrazó—. Vamos a salir adelante, no te preocupes por nada.

Owen asintió, sin embargo, no estaba convencido de sus palabras. Ella, por su parte, no tuvo más remedio que dormir con él esa noche, abrazados y más porque no tenía una habitación en la que su hijo pudiera descansar a gusto. 

Un montón de cosas pasaban por su mente, pero tenía que hacerle frente a todo y con eso a la persona que le rompió el corazón.

Al día siguiente, se armó de valor y eliminó todo el historial de su ex, también de sus redes sociales y por último se dijo a sí misma que tenía que ser fuerte, no dejarse doblegar por nadie y con eso se refería a él. 

Ver a su hijo, aunque era suyo biológicamente, ir a la escuela feliz porque iba a conocer más niños, la llenaba de orgullo.

— Adiós, mamá —se despidió Owen, antes de entrar a la escuela.

Ella levantó la mano en señal de despedida y fue hacia la estación del metro. Aún le quedaba algo de tiempo para llegar a la empresa, por lo que optó por caminar un poco por los alrededores, puesto que quería conocer las calles en las que su hijo podía refugiarse en caso de que algo pasara.

— ¿Dahiana? —detuvo su andar en seco al escuchar la voz de Jonathan detrás de ella—. ¿Qué estás haciendo aquí?

— Nada que te importe —siguió su andar, hasta que él la agarró del brazo—. ¿Qué estás haciendo?

— Te hice una pregunta, tienes que responderme…

— Voy a trabajar —señaló la estación del metro—. ¿Me sueltas o tengo que gritar?

— Te vi el otro día en la entrada del registro civil —ella se tensó al escucharlo—. ¿Qué estabas haciendo ahí?

— Nada que te importe —dijo con la frente en alto—. Si quieres saber cómo está Owen, justamente acabo de dejarlo en la escuela —se soltó de su agarre—. Está muy feliz por su primer día de clases, por lo que no tienes de qué preocuparte en lo más mínimo, porque supongo que debes estar ocupado con tu nueva familia. ¿No es así? —le dio la espalda, y caminó hasta el metro—. Solo quería ver hasta qué punto podías llegar al fingir que no nos conoces, pero veo que siempre estuve con la persona…

— ¿Te dejaste marcar por otro hombre? —el alfa intentó tocarla—. Eres una…

— Buenos días —dijo Bahir, saliendo de su auto—. ¿Sucede algo?

— ¿Tú quién eres?

— Soy su mejor amigo —respondió Bahir, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón—. La vi contigo de camino al trabajo, las cosas no se ven bien y las personas los están mirando —era cierto, todos estaban pendientes de ellos a tal punto de qué le hizo sentir incómoda—. Será mejor que se vaya a su lugar…

— Tenemos que hablar —dijo Jonathan, omitiendo lo que dijo Bahir.

— No tenemos nada de que hablar, dejaste las cosas en claro cuando te fuiste y me dejaste en la calle —le apuntó con el dedo—. Owen me tiene a mí, me necesita y tú no puedes hacer nada para …

— ¿Quién dijo que no puedo quitártelo? —preguntó el alfa, en un tono burlón—. No eres nada de él…

— Vámonos, Dahiana.

La humana entró en una especie de shock, a tal punto de qué imaginó el escenario perfecto para matarlo. Subió al auto de Bahir en silencio, no miró hacia atrás, tampoco prestó atención a lo que ocurría a su alrededor.

— ¿Por qué te quedaste hablando con ese sujeto?

— No lo sé —confesó, confundida—. Yo no puedo decir nada ahora, me encuentro confundida en estos momentos y yo… él dijo que me quitará a Owen, luego de que me lo dejó…

— No te quitará a Owen —dijo Bahir, comenzando a conducir—. Eres su madre, la que ha luchado durante todos estos meses para darle todo lo bueno, es tu hijo.

— No es mi hijo de sangre, mucho menos por un papel que lo avale —susurró—. Lo único que he podido hacer por él, es darle mi apellido para que pueda estudiar y hacer amigos. Entonces viene ese sujeto a molestarme.

— ¿Quieres que lo mate? —preguntó divertido su amigo—. Puedo hacerlo si gustas.

— No harás nada —dijo Dahiana, dándole un golpe en el brazo—. Eso que dices te puede meter en problemas.

— No cuando tu primo, amigo y media sangre es el presidente del país y también tienes contactos con las personas de la mafia —le guiñó un ojo—. Tienes que aceptar de una vez por todas que estás casada con una persona que tiene los medios para ayudarte, también que puede darte todo lo que necesitas.

— No soporto a tu primo —bufó—. Lo miro y es alguien que deseo tenerlo fuera de mi radar.




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