Alexander ladeó la cabeza mirando a su hermana con cara de pocos amigos, estaba con ese sujeto llamado Dylan, el mismo hombre que su padre odiaba con tanto esmero y que era un híbrido como él, solo que no tenía todos los dones que él.
Le llevaba a lo mucho a su hermana unos cinco o seis años, sin embargo, han sabido mantener esa relación en secreto porque si su padre se enteraba, los mataba.
— ¿Y si mi padre los ve llegar juntos?
— ¿Me ves con cara de qué me importa lo que diga tu padre? —se burló Dylan, ladeando la cabeza—. Veo que estás casado…
— ¿Casados? ¡¿Te casaste con Daya?! —preguntó su hermana sorprendida, y él asintió lentamente—. ¿Por qué no me dijiste nada? ¿Qué te ocurre?
— Lo que pasa, es que es por culpa de Bahir que estoy metido en esto —se pasó una mano por el cabello—. Deja de ver mi futuro, Dylan. Es molesto.
— Lo dice el sujeto que va a cumplir treinta y cinco…
— Lo dice el hombre que va a cumplir cuarenta y anda detrás de mi hermana desde que era una bebé.
— Cosas de la vida que no planeo cambiar por nada en el mundo, porque ambos sabemos que esto ocurre por una razón —se encogió de hombros el otro alfa—. Hablen, iré a mirar todo lo que ocurre por los alrededores.
— Cómo si ya no lo supieras de antemano.
Dylan salió de la oficina, no sin antes darles una mirada burlona a ambos. Alexander tomó asiento, y su hermana hizo lo mismo. Se suponía que tenía qué estar trabajando en el hospital con sus otros primos, sin embargo, se encontraba ahí porque algo malo estaba pasando.
— Mañana es nuestro cumpleaños —inició Kiara la conversación con eso—. Sabes lo que significa.
— Que dejaremos de envejecer, mis dones terminarán de desarrollarse y podré encontrar a mi alma gemela antes…
— No puedes encontrar a ninguna alma gemela si Daya está contigo, tiene tu marca y eso es algo que no pueden cambiar —lo detuvo—. Será mejor que pienses bien lo que harás porque ambos son adultos y tú sabes cómo es que funcionan las cosas.
— Bahir fue quién puso eso de que deba estar obligatoriamente con ella, no porque yo quiera estarlo —bufó enojado—. No me siento cómodo con ella, cada vez que nos vemos es un insulto.
— Es porque no se han conocido cómo se debe, tenle un poco de paciencia, es una buena chica y ella está pasando por un momento difícil ahora —Kiara ladeó la cabeza un momento hacia él—. Supongo que mamá no sabe nada todavía de que te has casado con ella.
— No, y tampoco quiero que lo sepa, esto es algo que quiero resolver solo, sin qué nadie lo sepa —decretó—. Espero que no le digas a nadie sobre esta conversación.
— Bueno, no prometo nada, porque quiero ver el mundo arder, pero no fue por eso que vine —Kiara se echó el cabello hacia atrás—. Imagino que debes saber más o menos lo que ocurre ahora mismo con el concejo.
— No.
— Andan haciendo cosas a espalda de nuestro padre, quiere a como dé lugar, tratar de quitarlo del medio, hacerle ver que no puede estar a cargo…
— Prácticamente, quieren hacer un golpe de Estado —completó por ella—. ¿Alguien más lo sabe?
— Sé lo dije a Kang, él puede ayudarnos desde la distancia.
Si el actual concejo de lobos estaba conspirando en contra de su padre, era una bomba de tiempo. Él tenía que saber eso; sin embargo, su cabeza no estaba en nada más que salir de todos los líos en los que se metió por estúpido y confiado. Bahir tenía la culpa de todos sus problemas, esperaba no verlo durante mucho tiempo.
Su hermana se marchó poco tiempo después con su esposo, porque sí, ellos se casaron en cuanto tuvieron oportunidad, omitiendo las quejas de su padre. Alexander se dispuso a continuar con el trabajo, hasta cierto punto del día que se encontró con el malestar en su pecho.
«Estás pensando en terminar con el lazo, ¿no es así?» preguntó su lobo, por el enlace.
«No lo sé, tengo que ver algunas cosas antes de dar un paso como ese, porque es algo que no se hace de la noche a la mañana y más porque estamos metidos en este lío por tu culpa».
«Es cosa de ambos, porque te recuerdo, que tú fuiste quien dio el siguiente paso luego de la marca. No me eches la culpa de todo a mí».
«Te la echo porque ambos sabemos que somos los únicos que pueden comunicarse a través de un enlace, esto es tu culpa en todo el sentido de la palabra. Me temo que esa marca no se irá hasta que encontremos a nuestra alma gemela».
«Puede ser que nos toque el mismo caso que a tu madre, que nunca la encontró y se casó con tu padre y ahora son uno solo».
«Sobre eso, quiero saber el pasado de mis padres, tienes que ayudarme».
«No, no te ayudaré en eso, porque no te gustará la respuesta a todas tus preguntas».
Alexander frunció el ceño cuando perdió la comunicación con su lobo. Dahiana entró unos minutos más tarde con unos documentos en las manos, y con la mirada algo perdida y él se preguntó qué le estaba ocurriendo a la chica, que no tenía ese aire hostil de siempre.
— ¿Puedo ir a buscar a mi hijo? —preguntó con voz calmada—. No tomé mi hora del almuerzo, serán unos minutos.
— ¿Te sucede algo que tenga que saber?
— No, ¿me darás el permiso o tengo que decirle a Jolanis que vaya por él? —preguntó ladeando la cabeza, cruzando los brazos en su pecho y esperando su respuesta.
— Puedes ir, solo unos minutos. Usa uno de los choferes de la empresa, porque el camino es largo de aquí a la escuela dónde está tu hijo —tomó un lapicero para revisar los documentos—. Recuerda que tenemos un…
— ¿Cómo es que sabes en qué escuela estudia mi hijo?
— Sé todo, que no se te olvide que soy tu jefe —respondió sin mirarla—. Puedes irte.
— Te detesto, espero que te pase un camión de carga por encima y que te mate.
— Espero lo mismo para ti, Dahiana.
La humana entrecerró los ojos en su dirección, estaba cansada de todo. Él, por su parte, esperó a que ella saliera de la oficina, para respirar en paz un momento, su primo Bahir entró a su oficina con una sonrisa burlona en los labios, indicio de que tramaba algo en su contra.