Una esposa para el alfa

7. Anillos, pulseras y cadenas.

Alexander miró con cautela la silueta de Dahiana moverse por el área de contabilidad. Parecía un acosador en todo el sentido de la palabra, a tal punto de que mandó a investigar con su primo Kang, acerca del pasado de la chica con ese sujeto. 

Habían pasado días desde que supo una parte de su pasado, no se llevaban bien, seguían siendo enemigos, sin embargo, su lobo seguía con la idea de que ambos tenían que estar juntos y él seguía teniendo la esperanza de encontrar a su alma gemela.

— ¿Verdad que mi cuñada es hermosa? —preguntó Bahir en su oído y Alexander se asustó—. Eres un hombre extraño, querido primo —dejó unos documentos sobre su escritorio—. Te la pasas viéndole el trasero.

— Eso no tiene nada que ver —bufó enojado, y quitando la imagen de la pantalla—. ¿Qué es esto?

— Kang envió esto porque se lo pediste, y como soy el vicepresidente, lo leí —Bahir se encogió de hombros, y se apoyó en el escritorio, con los brazos cruzados—. Dejó a Dahiana con deudas que ni yo sabía, ella no lo sabe, pero es cuestión de tiempo para que los prestamistas vayan a cobrarle.

— Es un jugador en extremo —susurró, mirando toda la información que le había sido entregada—. La casa en la que vivían la perdió.

— Sí, Dahiana piensa que fue que los sacó de ahí, sin embargo, el dinero que ella tenía para la universidad lo gastó y su madre la ayudó con todo —su primo suspiró—. Sé que esto no te concierne, pero tienes que ayudarla, tienes mucho dinero.

— Bahir, me pones las cosas difíciles y lo sabes —se pasó una mano por el cabello—. Esa chica no es mi alma gemela, tampoco soy la suya.

— Tus padres no son almas gemelas y mira que van para cuatro décadas juntos —le recordó su primo—. Eres el vivo ejemplo de eso, pero si no quieres hacerte cargo de ella, lo entenderé, pagaré sus deudas y solo tendrás que esperar ese año.

— Un año dices —Alexander se puso de pie enojado—. No tienes la más remota idea de lo que hiciste como si fuera una broma —arregló su saco y caminó hasta la salida—. Tengo cosas que hacer, ahora…

— Buenos días —saludó Dahiana, entrando a la oficina sin tocar—. Los del área de marketing dijeron que deben ver los nuevos pósteres para la publicidad…

— ¿Estará Jolanis?

— Es obvio, que pregunta más estúpida —Dahiana rodó los ojos—. No sé que quieres con ella, déjala en paz.

— Sí, eso no pasará —dijo Bahir, antes de salir de la oficina.

— Iré a ese viaje mañana, ve a buscarme a mi casa —la humana ladeó la cabeza—. Cómprame algo bonito, quiero un anillo caro.

— ¿Qué?

— Si vamos a fingir durante años que seremos esposos, quiero un anillo caro —se acercó a él—. Posiblemente, si me ven llegar contigo a ese lugar, llamaremos mucho la atención.

— Tenemos que ir a comprarlo y de paso ropa para ti —dijo Alexander, pasándose la lengua por los labios—. ¿Algo pendiente para hoy?

— Tengo que buscar a mi hijo en la escuela y…

— Perfecto, vámonos.

No le dio tiempo a procesar algo. Tomó su celular, luego la agarró del brazo sacándola de la oficina.

—Espérate, joder —Dahiana se soltó de su agarre—. ¿A dónde iremos?

— A comprar el anillo, luego a buscar a Owen a la escuela.

Dahiana dejó que la llevara a regañadientes hasta el elevador. Los empleados desde hace un tiempo tenían cuchicheos entre ellos acerca de su relación con el alfa, sin embargo, Alexander no hacía nada para detener nada de eso.

— Owen se quedará con mi madre durante los días que estemos de viaje —comenzó a decir Dahiana—. Espero que no te importe el hecho de que deseo que él tenga los mejores cuidados que pueda haber.

— Descuida, él estará en buenas manos —dijo algo que ni él mismo se creía del todo—. Supongo que debes estar algo confundida con lo que está pasando.

— Entendí que no nos llevaríamos bien porque sigues teniendo la esperanza de que vas a encontrar a tu alma gemela —Dahiana lo miró—. Lo respeto, si la encuentras antes de que se termine nuestro contrato, no me voy a interponer en tu vida, dejaré que estés con ella.

— Mi madre nunca encontró a su alma gemela —comenzó a decir—. Seguro que Bahir te dijo que mis padres no son destinados, sin embargo, siguen juntos y se aman. Él tiene la loca idea de que nosotros podemos tener ese pequeño extra que nos impulse a llevarnos bien.

— No considero que nos llevemos bien en algún momento —dijo ella, chasqueando la lengua—. Desde que nos conocemos nos llevamos como el agua y el aceite, no es divertido.

— Supongo que es algo con lo que tenemos que vivir por el resto de nuestras vidas, porque tú me caes mal —bufó enojado—. Porque mis padres sean millonarios, yo haya nacido en una cuna de oro, no significa que sus valores y buenas costumbres no se hayan quedado en mí.

— Kiara me cae mejor, tal vez hasta le pida que me haga una cirugía en el cerebro y borre el año que pasaremos juntos —susurró.

Sentía que estaba perdiendo el tiempo con ella, así que dejó esa conversación ahí y no siguió insistiendo más. Llegaron a una joyería, la cual tenía pocas personas y que su hermana Kiara tenía buena experiencia comprando cosas para ella y su esposo Dylan.

— Puedes tomar el anillo que gustes —dijo Alexander, y antes de que se sentara, ella tomó su brazo; llevándolo hasta las vitrinas—. Eres la que quieres el anillo.

— Te recuerdo que tú también lo usarás, deja de ser como un niño pequeño —bufó enojada—. Escúchame bien, tenemos que elegir un anillo que nos haga ver bien, hermosos, inalcanzables y sobre todo, como una pareja que se ama con locura, este matrimonio tiene que parecer real.

— Buenas tardes —saludó la vendedora, con una pequeña sonrisa—. ¿En qué puedo ayudarlos?

— Queremos el anillo más caro que tenga aquí —dijo Dahiana, antes de que él pudiera decir algo—. Nos casamos de prisa y no pudimos comprarnos los anillos que deseábamos —abrazó el brazo del alfa, como si en verdad estuviera enamorada—. Mi esposo dijo que pagaría por todo, así que busque el más caro que tenga.




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