Una esposa para el alfa

15. Divorcio.

Ver al hombre que durante años estuvo con ella no era la situación más bonita de todas, Jonathan se encontraba en su casa con la mujer que ahora era su esposa. Hasta la osadía tenía de decir que en la casa en la que anteriormente estaba la echó. Owen se refugió en los brazos de Alexander en cuanto escuchó su voz, ella estaba apretando los puños porque en cualquier momento iba a saltar encima de ese sujeto si se atrevía a decir algo que hiriera a Owen.

— ¿Te casaste? —preguntó Jonathan, sin evitar notarse sorprendido—. Debes estar loca.

— ¿Por qué razón estoy loca? —preguntó cruzando los brazos en su pecho, y que el costoso anillo se viera—. ¿Es qué no podía casarme con alguien que sí me quisiera?

— No es eso, es que tú…

— ¿Qué? —levantó la mirada—. Estás sobrando por si no te has dado cuenta, perdiste el derecho que tenías en esta vida cuando decidiste dejarnos de lado por la cual es tu esposa —apuntó a la omega que se encontraba a su lado—. Alexander es mi esposo, estábamos de luna de miel, por si no has notado eso y tú vienes a querer llevarte a mi hijo.

— Owen ni siquiera es tu hijo de sangre y… —Jonathan miró el anillo en su dedo, luego la pulsera, el collar e hizo lo mismo con Alexander—. Al menos supiste buscar a un hombre para sacarle dinero…

— Mamá, prepara las cosas de Owen —omitió lo que dijo su ex, y miró a su madre—. Nos iremos con Alexander a la manada.

— ¿Manada? ¿Es un milenario?

— ¿Es que no lo sabías? —Dahiana fingió estar sorprendida—. Mi esposo es Alexander Klein, el dueño de la empresa en la que estoy haciendo mis pasantías, tiene una manada, es primo del presidente del país y aparte de eso, tiene mucho dinero.

— Será mejor que se vayan de aquí antes de que tome medidas drásticas —habló Alexander, sin bajar a Owen de sus brazos—. Mi esposa no los quiere aquí y están invadiendo propiedad privada.

— Somos socios… te recuerdo de una de las reuniones de mi padre —dijo la esposa de Jonathan—. Alexander Klein, el heredero de la fortuna de Marco Klein, un alfa milenario que se casó con su asistente.

— Sí, el mismo sujeto —sonrió el alfa sin mostrarle los dientes—. Largo.

— Con esto estás tomándote a un enorme problema, Owen es mi hijo.

— Pero lleva mi apellido —volvió a intervenir Alexander—. Desde que pagaste esa cantidad de dinero, Owen ya no tiene nada de que ver contigo, es mi hijo por derecho. Si quieres apelar esta decisión, puedes hacerlo cuando gustes, de todos modos es bueno que sepas que gastarás mucho dinero.

— ¿Me estás amenazando porque tienes mucho dinero?

— No, te estoy amenazando porque sé qué mi esposa estará feliz de estar lejos de una escoria como tú.

Alexander no se movió de su sitio en cuanto Jonathan lo miró con odio, todo lo contrario, Dahiana vio cómo agarraba a su hijo en brazos y lo mantenía tranquilo. Su ex le dio una última mirada antes de salir de la casa con su esposa.

— Yo…

— No tienes que decir nada —Alexander se acercó a ella—. Sé que habíamos acordado que sería en unos días o tal vez algo más de tiempo, pero es necesario que vengan conmigo a mi casa lo antes posible.

— Mami —susurró Owen, estirando sus bracitos hacia dónde se encontraba Dahiana—. Tengo miedo.

— Tranquilo, amor, nada malo te pasará —besó la mejilla de su hijo—. Él no se va a detener, y siento mucho haberle dicho que eres familiar del presidente del país, ni sé si esto te puede traer problemas más adelante.

— No tienes de qué preocuparte, todo está bien —sonrió el alfa para calmarla—. Haré unas llamadas para que vengan a buscar sus cosas, Owen no puede quedarse aquí más tiempo.

— Tenemos un problema grave, lo sabes —Dahiana pasó saliva—. Dijiste que él tiene tu apellido, pero es algo…

— Yo me haré cargo, alista todo lo necesario, haré unas llamadas.

Dahiana asintió hacia él, fue en busca de su madre, la cual se encontraba haciendo las maletas de su hijo. Dejó a Owen en la cama, y fue abrazarla, porque se sentía mal al dejarla sola ahí con ese sujeto que podía hacerle daño.

— Lo siento tanto, mamá —se disculpó, sin soltarla—. Yo siento que todo es mi culpa.

— No te lamentes, fui yo la que estuvo de acuerdo con que te fueras a pasar un buen rato para que despejes tu mente de todos estos problemas que ese sujeto te ha ocasionado —su madre le dio un beso en la frente—. Ese hombre se metió en la casa, por suerte vino solo con su esposa y ustedes llegaron a tiempo.

 — Alexander está haciendo unas llamadas —soltó a su madre—. Nos vamos a quedar en su manada, ahí estaremos a salvo.

— ¿Y mi trabajo?

— Mamá, conociendo al hombre con el que me casé, estoy segura de que te pondrá al mejor chofer que exista en la ciudad para que vayas a realizar todos sus chocolates —le guiñó un ojo.

Ayudó a su madre a empacar toda la ropa de su hijo, Owen también ayudó con los juguetes. Ella fue a su habitación para empacar su ropa, no vio a Alexander hasta que unos camiones de mudanza se instalaron en su casa media hora más tarde.

— Es hora de irnos…

— ¿Y todo esto? —preguntó, apuntando hacia los camiones de mudanza—. ¿A qué se debe?

— Ellos llevarán todas las cosas de tu madre a mi territorio —Alexander entró a la habitación—. Escucha, puede ser que mi manada no sea igual de inmensa como la de mi padre en personas, pero ahí todos tienen un hogar y ellos se sienten bien. La casa que tu madre tendrá, es enorme y ella podrá quedarse ahí. La seguridad es buena.

 — ¿Por qué te estás tomando todas estás molestias?

— Tenemos un trato y yo siempre cumplo con mi palabra —le recordó—. Si ambos acordamos que haremos esto juntos, es justo que sepas que estarás segura conmigo. Owen estará bien.

— Yo no sé…

— No tienes que decir nada, sin embargo, es hora de irnos, porque conociendo el historial de la esposa de tu ex, no se quedarán de brazos cruzados.




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