Alexander mandó a todos sus hombres a que se colocaran camisetas lo antes posible, puesto que Dahiana quiso quedarse en el jardín para verlos entrenar. Esa mujer no tenía filtro en esa boca, todo lo decía y por suerte nadie más que su madre, Owen y él escucharon la estupidez que dijo que quería divorcio, ni que fuera tan fácil. Como ella no iba a querer dormir en la misma habitación que él, mandó a que arreglaran una de invitados, de todos modos él iba a dormir muy pocas veces ahí, ya que prefería quedarse en la ciudad y estar cerca de la empresa.
La madre de Dahiana fue llevada de inmediato a su nuevo hogar, para que ella con la ayuda de los de la mudanza eligiera los sitios en los que irían sus pertenencias.
— Puede ser algo rápido —comenzó a decirles a los de su manada—. Dahiana es mi esposa, desde este momento se quedará en la manada y él es Owen, mi hijo… —dijo lo último despacio—. Ambos estarán aquí, Owen tiene dones poco desarrollados, por lo que es posible que vean en él rasgos de lobos milenarios… de igual manera, ya que les estaré informando más adelante.
— Entendido, alfa —dijeron todos al mismo tiempo.
— Saben que somos una manada pequeña, por lo que todo aquí se sabe y si no están de acuerdo con que haya traído a mi familia, pueden decírmelo —decretó—. Respetaré su decisión de que quieran irse —nadie se movió de su lugar o hizo algún sonido—. Bien, pueden volver a sus obligaciones.
— No fue broma cuando te dije que quiero el divorcio —farfulló Dahiana en cuanto comenzaron a dispersarse los de la manada—. ¿Puedo tener un amante?
— ¿Qué es un amante, mamá?
— Nada, tu madre está loca —dijo Alexander suspirando con cansancio—. Respeta a Owen, casi se muere del susto y tú piensas en otros hombres.
— Imagínate, estar aquí con todos estos hombres, tenerlos tan cerca es una cosa de locos —sonrió hacia él—. Quiero a esos hombres en mi vida.
— Entonces, puedes quedarte afuera —el alfa puso una mano en su hombro—. No hay razón para que entre con nosotros a la casa.
— ¿Qué? —preguntó la humana con un hilo de voz—. ¿Es broma?
— No, mamá —Owen abrazó a Alexander por los hombros, y Dahiana los observó sorprendida—. Si quieres a alguien más, puedes irte con él.
— Ustedes dos no pueden hacerme esto —se llevó una mano al pecho, sorprendida—. Esto es inaudito.
— Inaudito es lo que haces al querer tener un amante y pedirme el divorcio —se burló el alfa mayor—. Nos vemos, fue un placer quedarme con cada cosa que tienes.
Se dio la vuelta para entrar a la casa, y antes de que pudiera dar un paso más, Dahiana lo agarró de la camiseta y con la cabeza agachada entró con ellos a la casa. Dejó a Owen sobre sus pies, después se giró nuevamente hacia su esposa.
— Aquí no entra nadie a menos que sea para limpiar —le informó—. Los días de limpieza son pocos, y es posible que la casa necesite otra decoración más.
— Entiendo, puedo con esto —Dahiana mordió su labio—. La decoración es tan tú.
— Antes pertenecía a mi madre —confesó—. Era una casa pequeña, ella me dio esta propiedad después de llegar a un acuerdo con mi padre y esos lobos que están aquí antes eran criminales que fueron encarcelados hace años y liberados.
— ¿Y por qué los tienes aquí?
— Porque ellos merecen una oportunidad en esta vida como todos, es por eso que los tengo viviendo conmigo aquí —se encogió de hombros—. Previamente, vivían en el barrio neutro, no fueron aceptados y me deben ese favor ahora.
— Con razón hay pocos en esta manada —Dahiana caminó por la sala—. Owen no estará seguro aquí.
— Owen estará más que seguro aquí, ellos no le harán nada —decretó—. Mañana deberá ir a la escuela, nosotros a la empresa como si nada a menos que deseen tomarse el día libre lo entenderé.
— Si no vamos a la empresa, comenzarán a hablar cosas sin sentido —susurró hacia él—. Supongo que es momento de ir.
— Sí, tienes razón…
— ¿En dónde dormirá Owen?
— Vengan conmigo.
Owen corrió detrás de Alexander cuando comenzó a caminar, agarrando su mano y olvidándose de Dahiana, la cual se sintió sumamente ofendida porque su hijo hizo algo como eso. Alexander puso sobre sus hombros a Owen, el cual dejó escapar una pequeña risa que se escuchó por toda la casa. La decoración era de su gusto, aun así, Dahiana haría que eso cambiara, puesto que la vio escudriñar cada cosa que no era de su preferencia.
— Tus padres deben quererte mucho para dejar que tengas a todas esas personas aquí.
— Mis padres siempre me han querido —le restó importancia al asunto—. Ya te dije que esas personas han cambiado, tu madre y Owen estarán seguros aquí, somos pocos, pero ellos no se meten con nadie. Respetan a las mujeres del otro.
— Con razón vi pocas…
— Porque todavía algunas tienen la mentalidad que tú posees —se giró un poco para verla—. Ellos tienen su historial limpio, es cómo si nunca hubieran pisado una cárcel.
— Entiendo, si dices que estaremos seguros no hay problema.
— Aquí pueden dormir todo lo que quieran —dijo Alexander, abriendo la puerta de la habitación—. La habitación de Owen estará lista en la semana.
— Te tomas muy en serio lo de ser padre, hasta dijiste que era tu hijo —informó Dahiana, entrando a la habitación—. La ciudad está un poco lejos y…
— Yo no vengo tan seguido aquí, ahora lo haré, porque ustedes estarán viviendo en la casa y los lobos que habitan la propiedad pueden hablar a sus espaldas —bajó al pequeño alfa de sus hombros—. Espero que no te importe quedarte aquí.
— Para nada, está bien —Dahiana ladeó un poco la cabeza—. Gracias por defender a mi familia de Jonathan.
— Descansa —cambió de tema—. En cuanto terminen de llegar con las maletas, las subirán y podrán acomodar la ropa.
No le dio tiempo a decir algo más, salió de la habitación para tratar de calmarse. Fue a su habitación, la cual estaba a unos cuantos metros de la de ella, y sacó su celular para llamar a la única persona que podía ayudarlo.