Una esposa para el alfa

21. Alfa caído.

Una semana había pasado desde que Alexander tuvo esa pequeña discusión con Dahiana, todo se volvió una rutina para ellos. Literalmente hablando. Alexander se rascó la nuca sin saber qué hacer. Hizo sus cuentas, posiblemente se olvidó colocarse el gorrito la noche que pasó con ella en ese hotel. Joder, Owen debía pasar tiempo con su padre o abuelos para que dejara de decir tantas cosas del futuro… Sí, llamaría mejor al esposo de su hermana para que él lo ayudara. Él solo podía percibir el olor de la humana, que había cambiado y nada más.

Owen se encontraba a su lado, durmiendo como desde el inicio. Mientras que él deseaba hablar con Dahiana y entender que ocurría del todo, porque se iría de viaje pronto y no la vería.

Tenía que dormir o al menos hacer el intento de hacerlo. Pasaron las horas y a duras penas pudo cerrar los ojos por culpa de su nuevo hijo y de paso, nueva esposa. Era un alfa descuidado en cualquier sentido de la palabra. Se puso uno de sus trajes de trabajo, le puso la ropa a Owen, la misma que cada mañana Dahiana se aseguraba de colocar en su cama.

— Esta noche saldremos —le informó a Dahiana, la cual dejó de mirar su celular—. También llevaremos a Owen.

— ¿A dónde vamos? —despegó la mirada del aparato—. ¿Por qué no me habías dicho?

— Es una cena de negocios, Owen puede ir, ya que mañana no habrá clases en su escuela —espantó las palabras—. Debemos ir también al hospital, tienen que verificar que todo está bien contigo para evitar problemas futuros.

— De acuerdo, haremos eso —Dahiana le dedicó una mirada que él no pudo entender bien, hasta que habló—. Owen me dijo que estoy embarazada.

— También me lo dijo la noche del día en el cual discutimos —Alexander se pasó una mano por el cabello—. Cuando me lo dijiste en la oficina, me sentí perdido, la verdad es que después de que pasamos la noche juntos…

— Ninguno de los dos recordó que deberíamos usar el gorrito y tampoco la pastilla —Dahiana suspiró, sintiéndose cansada por todo—. Esto es más mi culpa, la verdad es…

— Esto es culpa de los dos y si estás embarazada, lo sabremos pronto —sonrió a medias—. Ahora, vas a estar todo el día en tu puesto de trabajo, en la tarde iremos con Owen a la cena y eso es todo.

— Una semana tuvo que pasar para que pidieras disculpas, eso deja mucho que decir de ti —Dahiana cruzó los brazos en su pecho—. Ni porque tenemos un hijo en común pudiste dejar tu orgullo de lado.

— Mi orgullo se fue a la basura porque mi querida esposa se ha pasado toda la semana gastando mi dinero —apuntó, y luego miró a Owen—. ¿Verdad que tu madre es una aprovechada?

— Sí, papá. Ella gastó mucho dinero…

— El dinero que gasté fue en la habitación de Owen, la estaba remodelando —bufó ella, enojada—. Los dos se la pasan todo el tiempo juntos, pero no se dan cuenta de que están haciendo todo mal.

— ¿La habitación? —preguntaron los dos alfas al mismo tiempo.

— Sí, es por esa razón que he salido temprano del trabajo en los últimos días —Dahiana se mostró tímida—. No es que haya querido ignorarlos a ambos, es que necesitaba despejar mi mente.

— Lo siento, no sabía que estabas pasando por algo como esto —se disculpó—. Creé una serie de escenarios en los que estabas furiosa conmigo por lo que ocurrió antes.

— Mami —Owen estiró sus brazos, lo máximo que el cinturón de seguridad se lo permitió—. Ven, te quiero dar un beso.

Dahiana soltó una risita, y se quitó su cinturón de seguridad, para ir hacia dónde se encontraba Owen y darle el beso que tanto quería.

— ¿Ya vas a dormir conmigo? —Dahiana hizo un puchero—. Desde que nos mudamos aquí, te la pasas con Alexander, olvidándote de tu madre.

— Los tres podemos dormir juntos —propuso Owen, y Dahiana tuvo que regresar a su asiento—. Si son esposos y mis padres, no sé por qué tienen que dormir en habitaciones separadas. Hasta la abuela dice que si duermen juntos, vas a matar a papá.

— Tu abuela es muy sabía —dijo Alexander.

La humana le dedicó una mirada llena de odio, pero no dijo nada más, simplemente se quedó en silencio hasta que por fin estuvieron los dos a solas. Llegaron a la escuela en la que se encontraba Owen, mirándola más detalladamente, Dahiana supo dónde inscribirlo, ya que tenía el metro cerca y ella siempre le explicaba cómo llegar a la empresa y también el transporte público…

— Estás muy callada —dijo Alexander, tomando su mano—. Iremos a un lugar, antes de ir al trabajo. Espero que no te vayas a enojar.

— ¿A dónde iremos? ¿Por qué soy la última en enterarme de todo? —cuestionó ella, sin alejar su mano—. ¿A dónde iremos?

— Al hospital, nos sacaremos esa espina de una vez por todas y tal vez pueda hasta dormir, porque ya no sé qué haré desde ahora —masculló el alfa—. Durante esta semana, a duras penas, puedo concentrarme en el trabajo, porque temo que estés embarazada y yo no esté listo para ser parte de la vida de ese bebé.

— Este bebé te amará también, Alexander, y quiero que sepas que aunque no esté embarazada y solos es una falsa alarma…

— Nada cambiará entre nosotros —finalizó la oración por ella—. Las cosas van a seguir como estaban antes, nosotros nos vamos a mantener con la promesa de que nos llevaremos bien y por el bien de Owen seguiremos de ese modo.

— ¿Y si nos enamoramos? ¿Qué sucederá?

— ¿Tú quieres enamorarte de mí o es que ya lo estás? —las mejillas de Dahiana se pusieron rojas, y su lobo sintió que ella estaba enamorándose de él—. No lo dije por nada malo.

— En un mes los sentimientos de las personas no pueden cambiar de la noche a la mañana —Dahiana quitó su mano—. Me hice las pruebas caseras, todas salieron positivas.

— ¿Por qué no me lo dijiste?

— Tengo mucho orgullo.

Frunció los labios, estando cansado de todo, porque cada vez que intentaba hablar de forma racional con la chica, ella le ponía un alto que sin lugar a dudas no era para nada bonito. El chofer los llevó hasta el hospital, en dónde él había concretado una cita con su hermana y de paso podría saber un par de cosas si de casualidad su cuñado se encontraba cerca. 




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