Dahiana se pasó una mano por el rostro, Alexander se desmayó por un enorme bajón de azúcar luego de recibir la noticia de que serían tres bebés, ella veía su vientre igual de plano, solo que… bueno, estaba un poco más grande. No había podido ir a trabajar ese día, porque su querido esposo no despertaba. Ella no pudo llamar a los padres de este, ya que Kiara, la hermana de Alexander, le dijo que no era necesario. Todo se debía a que su hermano no había probado su dulce en los últimos días.
— Toma, esto te ayudará —Kiara le pasó una bolsa que contenía chocolates, y también otra con comida—. ¿Por qué no vas a trabajar?
— No puedo, esto es mi culpa —tomó la bolsa de comida—. ¿Puedes pedirle al chofer de Alexander que busque a Owen y lo traiga?
— Claro, le diré —Kiara se detuvo un momento—. Owen es un hermoso niño, lo has cuidado bien.
— Es todo lo que tengo y ahora estos bebés —levantó tres dedos—. Fue una enorme noticia, él debió de estar preparado para esto, porque nació de un embarazo múltiple y tú también, tu madre espera gemelos.
— Esta familia está llena de sorpresas, hasta que mi hermano te diga todo lo que sabe de su pasado —Kiara metió las manos en los bolsillos de su bata—. Este hospital fue construido por mi petición y la de mi primo Yuri.
— Ustedes tienen una familia que los quiere mucho, sin lugar a dudas valen la pena —sonrió cálidamente—. Alexander no parece dar señales de vida y en la noche tenemos que ir a una fiesta con Owen.
— Ya despertará, a lo mejor está teniendo una conversación con su lobo —Kiara le correspondió la sonrisa—. Mi primo Yuri dice que fueron sus defensas, debes darle algo dulce, porque por tu culpa casi lo perdemos.
— No parece ser un alfa milenario, soy la humana aquí —se burló—. Te estoy quitando mucho tiempo, lo siento.
— No pasa nada, me gusta ver a mi hermano en este estado, es divertido —le guiñó un ojo—. Debo irme, Tengo que realizar una cirugía y mi esposo no deja de llamarme.
— Si no soportas a tu esposo, ¿por qué estás con él?
— Porque soy la única que puede cambiarle el futuro —Kiara se encogió de hombros, y Dahiana la miró sin entender—. Dylan es mitad brujo y mitad lobo —confesó—. Eso ya lo sabías, porque mi hermano te lo dijo antes —apuntó—. Conmigo él no puede ver nada, ya que somos almas destinadas. Desde que era una bebé, les dijo a mis padres que yo sería su esposa, sin embargo, su futuro conmigo se quedó hasta ahí, luego de esto —le mostró la marca en su cuello—. Más adelante, cuando sepas cosas de esta familia lo vas a entender mejor que nadie, te lo puedo asegurar.
— Se ve que lo quieres mucho.
— Bastante —espantó las palabras—. Le diré al chofer que busque a Owen y lo traiga.
Dahiana asintió y esperó a que ella saliera para buscar la mesa de ruedas que había en la habitación. Ese hospital era enorme, mejor dicho, el más grande de toda Alemania y pertenecía a esa familia de locos. La habitación en la que se encontraba Alexander descansando, mejor dicho, parecía una habitación de lujo.
Abrió la bolsa en la que se encontraban sus chocolates…
— ¿Dahiana? —Alexander se removió en la cama—. ¿Qué pasó?
— ¿En verdad me lo preguntas a mí? —respondió, sin dejar de abrir sus chocolates—. Te desmayaste cuando el doctor nos dijo que serían tres bebés en lugar de uno.
— Espera un segundo —se sentó en la cama, pasándose una mano por el rostro—. ¿No fue un sueño?
— No, en realidad son tres bebés los que vamos a tener a partir de este momento —dijo la chica, un poco incómoda—. Siento mucho que no estés de acuerdo con que…
— Detente, estás poniendo palabras que no han salido de mi boca —el alfa suspiró—. Me tomó por sorpresa, no te lo voy a negar. Tres bebés es una cantidad enorme, tú no podrás hacer muchas cosas cuando esté más avanzado el embarazo.
— ¿Y quién te dijo que yo quiero hacer algo? —le pasó un poco de chocolate—. Para algo eres mi esposo, el que me mantiene, debes pagar por todos los gastos médicos y también me verás gorda…
— ¿Ya vas a comenzar con esas cosas estúpidas de las mujeres? —bufó enojado—. No estás gorda, a decir verdad, creo que te ves bien tal y como estás.
— ¿Estás coqueteando conmigo? —se metió un chocolate en la boca—. Porque eres horrible en eso.
— No, no estoy coqueteando contigo —masculló Alexander—. Tenemos que ir a la empresa.
— ¿Viste la hora que es? ¿A qué irás a la empresa? —cruzó los brazos en su pecho—. Owen vendrá al hospital, come un poco.
— ¿Por qué Owen vendría al hospital?
— Ya es casi su hora de salida —se rascó el brazo, antes de colocar la comida sobre la mesa—. Dormías desde esta mañana, apenas he podido pedir algo de comer.
— Eso de saltarte las comidas por mí no tenías que hacerlo —la ayudó a arreglar la comida—. Creo que tu padre está saliendo con alguien de mi manada —Dahiana se detuvo en seco al escucharlo decir eso—. El otro día, la vi saliendo acompañada de uno de los hombres más viejos. Tampoco ha pedido que le hagan un cambio de chofer y él tampoco se aleja de ella durante sus horas de trabajo.
— ¿Razón del por qué no me dijiste nada?
— Pensé que lo habías notado, es tu madre y debes saber todo de ella —se encogió de hombros—. Mira, tu madre se nota que ha estado muchos años sola, ni siquiera la has escuchado quejarse de que quiere irse a vivir a otro lado o algo parecido.
— Supongo que tienes razón, mi madre no es esa clase de persona que se queja de las situaciones, ni siquiera me gritó o me dijo algo mal cuando descubrió que Jonathan se robó nuestros ahorros por mi culpa —hizo una mueca—. Cuando mi padre se marchó, ella tampoco hizo nada para detenerlo.
— ¿No que estaba muerto?
— Mi padre está muy vivo —rio, carente de humor—. Debe andar por ahí teniendo la vida que mi madre le quitó al decidir tenerme —se encogió de hombros.