Alexander esa mañana se había levantado de buen humor, desayunó con su familia, disfrutó de un hermoso momento junto a su hijo y de paso, recordó esos momentos que pasaba con sus padres antes. No había dado dos pasos hacía su primera junta de la mañana, cuando sintió que lobo se sentía sofocado, que algo no andaba bien y que Dahiana tenía un problema. Sus manos y parte de su camisa estaban manchados de sangre, debido a que en cuanto llegó a su piso, Jolanis estaba pidiendo ayuda.
«— Podemos matar a ese hijo de… ni siquiera puede llamarse hijo» dijo su lobo, más enojado que nunca.
«— Necesito pensar en estos momentos. Matarlo sería una muerte digna para una escoria como esa. Tiene que ser algo digno.»
«— Espero que sea una muerte en la que nadie encuentre sus restos, porque ese sujeto se atrevió a dañar a nuestros cachorros y a nuestra luna» su lobo bramó.
«— Ella debió quedarse en casa, no ir a trabajar. Ese Jonathan no debió mandarle eso, es cómo si quisiera verla débil. Si algo les pasa a mis hijos o a Dahiana, acabaré con todo lo que tiene, porque de una cosa estoy seguro, es que no se detendrá y yo no quería llegar a un extremo tan alto».
«— ¿Qué harás?»
«— Él quiere dinero, le daré mucho dinero que no podrá deshacerse de él».
— ¿Estás hablando con tu lobo? —preguntó su hermana, pasándole un vaso de café—. Le dije a papá que buscara una muda de ropa en tu manada.
— Gracias —respondió con sequedad—. ¿Han dicho algo?
— Sí, la están revisando para ver si hay algo más fuera de lugar, porque ese sangrado no es normal —Kiara se sentó a su lado—. ¿Cómo estás tú? ¿Te sientes bien?
— ¿Qué consideras tú? —cuestionó irónico—. Dahiana está ahí, perdió mucha sangre y me olvidé de Owen.
— Owen estará bien, se lo llevarán a la manada —Kiara suspiró—. Dahiana es fuerte, es una humana que estaba llevando un embarazo complicado, que nadie había llevado. Debes tener fe y la fuerza necesaria para lo que se viene, porque no será fácil para ninguno de los dos.
— Es mi culpa, debí sacarlo del camino cuando tuve la oportunidad —movió el cuello con estrés y le dio un sorbo a su café—. No quiero que nadie más se meta en mi camino.
— Nadie más lo hará, verás que ella saldrá adelante.
Su hermana recibió un llamado en urgencias, y él volvió a quedarse solo. Bahir había querido suspender las labores en la empresa para estar con él, pero su padre Marco no se lo permitió, debido a que ya con el suceso de ese día, estaban llamando mucho la atención.
— Hijo —escuchó la voz de su padre—. ¿Has sabido algo de Dahiana?
— Sigue en revisión con el obstetra o algo así, no entiendo nada —se pasó una mano por el cabello—. ¿Y Owen?
— Está con tu madre o de camino a la manada —le informó Marco—. Vamos, iremos a esperar noticias a la habitación que se le asignará a Dahiana.
— ¿Puedo cometer mi primer crimen? —preguntó como si fuera un niño pequeño—. Necesito hacerlo.
— Luego hablaremos de eso, porque puedo ayudarte —Marco le dio unas palmadas en la espalda—. ¿Por qué no recurriste a tus dones de sanación?
— Me bloqueé —confesó, caminando hasta el elevador—. Hasta que mi lobo se escondió y fue hace unos instantes fue que pude hablar con él.
— Aunque ella no es tu luna, estás muy apegado al lazo que se creó entre ustedes —Marco presionó el botón del último piso—. Me haré cargo de ese sujeto, tú podrás terminarlo más adelante, pero necesito que te des un baño, porque no sería bonito que Dahiana despertara y te viera de ese modo.
— Tampoco me veo tan mal…
— Te ves fatal —Marco le pasó la bolsa en dónde se encontraba la ropa—. En dado caso de que las cosas se compliquen, le diré a alguien más que busque…
— Bien.
Fueron a uno de los privados, él agarró la ropa que se iba a poner; debía darse una larga ducha para quitarse los restos de sangre y pensar con más claridad las cosas. Salió de la ducha, ya cambiado y más calmado que antes; se encontró con la maravillosa figura de su hermana.
— Ya la van a traer —Kiara miró la hora en su reloj—. Todo salió perfecto, los bebés están bien y solo fue un simple susto el que pasó.
— ¿Por qué tardan tanto en traerla?
— Porque el médico a cargo le está haciendo unos estudios, ya puedes respirar en paz —Kiara bromeó—. Antes de que la traigan, deben venir a sacarte un poco de sangre, para dársela a ella.
— ¿Y me lo dices ahora?
— Tampoco ando adivinando el futuro de las personas —Kiara bufó—. Dylan me llamó, dijo que Dahiana puede salir del peligro si tiene tu sangre, ya sabes, mi esposo ve el futuro.
— Cada vez que me mencionas a ese sujeto, tengo deseos de matarlo, pero eso ya lo sabe —dijo Marco, poniendo los ojos en blanco—. Siéntate, que tu hermana pedirá algo de comida para ti.
— Él puede pedir comida por sí mismo, es un adulto —Kiara caminó hasta la puerta—. Llama a Owen, porque es capaz de venir hasta aquí en dado caso de que no los vea a ninguno en la casa.
— Dejé mi celular en la empresa…
— Está en la bolsa que traje —le informó su padre, y este luego dirigió la mirada hacia su hija—. Vete a trabajar, porque este hospital necesita un arreglo.
— Para eso estás tú, padre, para pagar los gastos de este hospital.
Marco apretó el puente de su nariz, ahora entendía por qué su esposa decidió no tener más hijos hasta ese momento, Kiara era suficiente. Un equipo médico llegó para la donación de sangre y en menos de una hora, ya Dahiana se encontraba en la habitación.
— Iré a la manada, porque tu madre no ha dejado de llamarme para saber qué está pasando contigo.
Su padre le dio un último abrazo, antes de salir de la habitación. La transfusión de sangre se inició y los médicos pusieron todo en orden, antes de salir. Apoyó el mentón sobre una de sus manos y con la otra, la posó sobre el vientre de Dahiana, para calmar a sus hijos.