Dahiana comenzó a sentirse un tanto sofocada con lo que estaba sintiendo en su pecho, el que él haya encontrado a su alma gemela después de tanto tiempo era bueno, pero para su pobre corazón que a duras penas estaba comenzando a sentir cosas por él era todo lo contrario.
— Necesito irme de aquí ahora —susurró consternada—. Me llevaré a mi hijo, tú debes hablar con ella, porque es tu alma…
— No te irás de aquí hasta que hablemos —Alexander agarró su rostro—. Mírame bien, porque no lo repetiré otra vez, Dahiana —quitó los mechones de cabello que estaban en su rostro—. Yo te marqué a ti, mi lobo lo hizo también y si yo no hubiese querido estar contigo antes de esto, la marca no estaría sellada, los bebés estuvieran en peligro y tú sufriendo.
— Es que…
— La madre de Owen tiene un lazo con mi primo Kang, es con él que quiso estar —dejó un beso en su frente—. Mis padres no son destinados, la hermana de mi madre era la pareja de mi padre, su alma gemela y mira cómo están ahora, queriéndose sin importar nada.
— Tus padres…
— Se aman, no son destinados y yo estoy teniendo sentimientos por ti, mocosa —la abrazó con ternura—. Para que las almas gemelas puedan estar unidas, los dos deben quererse y amarse. No es necesario que sean…
— Destinados, pero están rompiendo lo que la diosa luna les han impuesto, por ejemplo, yo soy una humana que no…
— Eres, una de las pocas humanas que existen en el mundo actualmente —Alexander dejó un casto beso—. Mira, hablaré con ella, puedes estar presente si gustas. Somos destinados y te corregiré en algo, tú y yo somos almas gemelas ahora, no ella conmigo. Lo que sentí por ella fue una conexión rota y ya.
— ¿Y si yo…?
— ¿Mami? —ambos giraron la cabeza hacia dónde se encontraba Owen—. ¿Por qué estás llorando?
— Owen quiso venir, lo siento —dijo Rebecca—. Los dejaré a solas, si se quedan a dormir ya sabes que tu habitación está libre y ordenada.
— De acuerdo, gracias, mamá —Alexander le sonrió a su madre, y esta se alejó—. ¿Por qué no puedes estar un momento tranquilo, Owen?
— Es que sentí a mamá llorar —Owen levantó sus brazos para que lo cargara—. ¿Qué le hiciste?
— Yo no lo hice —lo cargó y tomó la mano de Dahiana para caminar por el jardín—. Tu madre siente que no la estamos dejando de lado, porque esa mujer está lejos de ti.
— Ella dijo que es mi mamá —Owen lo abrazó por los hombros—. Yo no la quiero.
— Nadie te estará obligando a nada —dijo Dahiana con un hilo de voz—. Sin embargo, tienes que hablar con ella si te lo pide. No la trates mal.
— Es que no me gusta, solo tú —gimoteó el pequeño—. Es por eso que me quería ir a casa, nadie me escuchó cuando se lo pedí.
— Porque en las conversaciones de los adultos los más pequeños no pueden meterse —le pellizcó la nariz—. Nos iremos mañana temprano, la abuela nos acaba de decir que hay una habitación lista para nosotros.
— ¿Y ella se quedará con nosotros?
— Es la pareja del tío Kang —intervino Alexander, entrando poco a poco al bosque—. Ella no vino a llevarte, solo ha venido para sacar la basura que te dije antes.
— ¿A mi otro papá?
— A ese mismo —rio el alfa mayor—. Tu mamá está triste, teme que la dejemos abandonada por ella, algo que no es así, ya sabes por qué.
— ¿Qué vamos a hacer aquí? ¿Por qué me has traído?
— Vamos a correr en nuestra forma de lobo y tú estarás con nosotros.
Dahiana asintió, porque de todos modos le gustaba verlos en su forma de lobo. Eran demasiado bonitos, y necesitaba despejar su mente de todo lo que ocurría.
Ella recogió un poco su vestido, sentándose en el césped. Ver a Owen ser tan apegado a Alexander le daba mucha nostalgia y las palabras que el alfa le dio minutos antes le sirvieron un poco después de todo, ambos ya habían sellado el lazo en más de una ocasión y aunque fuera una humana, entendía muchas cosas.
Levantó ambas cejas al ver que otro lobo enorme se metió en el juego de Alexander y Owen, y si no estaba mal, ese era Marco.
— Mi esposo es un tanto quisquilloso con sus hijos —dijo Rebecca, detrás de ella—. Kang me dijo que su pareja y Alexander son almas gemelas.
— Ya no son nada o eso fue lo que me dijo él —puso un mechón de su cabello detrás de la oreja—. Posiblemente en estos momentos puede que crean que estoy loca, sin embargo, no quiero perder el sentido de la vida por algo como esto.
— Escucha lo que te diré —Rebecca suspiró—. Porque la diosa luna pone a alguien en tu camino para que sea tu destinado, alma gemela o lo que sea, no tiene nada que ver —Dahiana se quedó en silencio—. Porque tu parte sobrenatural es la que se pone de acuerdo contigo y eso es lo que vale. El lobo de Alexander te marcó desde que pasaron la primera noche juntos, mi hijo no puso resistencia, porque me imagino que debes saber que lo dicte la diosa luna no tiene que ser precisamente lo que hagan.
— La diosa luna debe estar enojada con ustedes los lobos por romper tanto las reglas…
— Esa regla no se puede romper siempre, Dahiana —su suegra la miró de manera compasiva—. Hasta el momento, los únicos que lo han hecho son Marco, Alexander y Kang. No sé quién más, por lo que no creo que alguien más lo haga.
— ¿Cómo sabes que la luna no se enojará…?
— Porque mi esposo es uno de los presidentes del concejo, Kang es un ángel caído y Alexander es un híbrido mixto —Rebecca negó un tanto divertida—. Es normal en estos lobos hacer este tipo de cosas, ten por seguro de que la luna no se enojará con ellos, el equilibrio está bien.
— ¿Por qué estás segura?
— Owen puso el equilibrio.
— ¿Owen?
— Hay tantas cosas que irás aprendiendo con el tiempo, porque si me hubieran dicho hace más de treinta años que los lobos existen, no lo considero —ella rio un poco—. Owen es hijo de Naisha, y como te habrás dado cuenta, Alexander era el alma gemela de ella —le fue explicando de a poco—. Al estar ya la marca de mi hijo, es posible que Owen…