Una esposa para el alfa

37. Owen es mi hijo.

Alexander intentó moverse, en verdad lo intentó, pero el pequeño cuerpo que se colocó a mitad de la noche encima del suyo fue suficiente para mantenerlo quieto y que no se moviera más de lo debido. De paso, Dahiana estaba rodeando ambos cuerpos con un brazo. Era cómo si los dos estuvieran de acuerdo en mantenerlo prisionero entre sus brazos, sin embargo, estaba seguro de que solo lo hacían para que no se fuera a mitad de la noche.

— Necesito levantarme —intentó quitar el brazo de Dahiana—. Oigan, en verdad tenemos que levantarnos.

— Silencio, eso es algo que haremos después —masculló Dahiana—. Estás castigado por escaparte en la noche y volver como si nada.

— ¿Qué?

— Sí, estamos tratando de dormir ahora, por lo que debes hacer silencio.

Alexander chasqueó la lengua, no le quedó de otra más que quedarse dormido por un rato más con ellos. De todos modos, era demasiado temprano para levantarse e ir a molestar a sus padres. Cuando despertó, Dahiana no se encontraba en la cama, Owen estaba en su forma de lobo y él con más líos encima de los que podía contar.

— Buenas tardes, pequeños dormilones —Dahiana entró a la habitación con un carrito de comida—. Ya es la una y los dos parecen dos personas que no quieren sacar el trasero de la cama.

— Cuando lo intenté, me dijiste que estaba de castigo —colocó a Owen con mucho cuidado a su lado—. ¿Por qué no me despertaste antes?

— Te veías muy cansado y bajé para hacerte el almuerzo —Dahiana se encogió de hombros—. Me quiero ir a casa, no me gusta estar aquí.

— ¿Lo dices por Naisha? —ella asintió—. No tienes por qué estar asustada con ella, es alguien que no te ha hecho nada y ten por seguro que ella no te hará nada, mucho menos nos quitará a Owen.

— ¿Por qué estás tan seguro?

— Porque ella no es igual que Jonathan, vino para ayudarnos y el estilo de vida que ella lleva actualmente con mi primo, no es algo para que un niño como Owen esté metido —Alexander suspiró—. Ya hablamos de esto, Dahiana, dejemos las cosas tal y como están. ¿Estamos?

— Come, despertaré a Owen, le daré un baño, porque este cochino ahora quiere pasar más tiempo como un lobo para no bañarse.

Asintió como un buen esposo obediente. Como Owen no quiso despertar, tuvo Alexander que llevarlo a la mala él mismo hasta la bañera y meterlo con todo y el agua fría. Era de esperarse que este lo mirara mal por hacer tal cosa, sin embargo, regresó a la habitación para comer, escuchando el enojo de su hijo en contra de su madre.

— ¿Qué hice mal? —sollozó Owen—. Quería seguir durmiendo.

— Ya se te terminó el dormir como un marrano, Owen —se burló Dahiana de su hijo—. Ya es hora de que al menos puedas hacer una que otra cosa por ti mismo desde ahora.

— No quiero ir a la escuela, mami —Owen se quitó la toalla—. No es justo que yo deba ir allá y…

— Ya hemos hablado de esto, cariño —Dahiana volvió a tomarla, para secar su cuerpo—. Nos iremos en un rato a la casa, pero tienes que hablar con la mujer que está con tu tío Kang.

— Ella no es mi mamá, así que no la quiero conmigo, por favor…

— Lo sé, amor, lo sé —susurró Dahiana, haciendo una mueca—. Escucha lo que te diré —se sentó en la cama—. Ella solo quiere hablar contigo, porque el hombre malo te llevo en contra de su voluntad hace algunos años.

— ¿No me alejará de ti?

— No, ella no puede hacerlo, porque ahora eres mi hijo —dijo de modo compasivo—. Nadie podrá alejarte, así que deja de ser un vago como tu padre y vamos a salir.

Alexander y Owen se quedaron a solas en la habitación, sin embargo, después de un rato, ellos tuvieron que bajar a la sala en dónde ya se encontraba Dahiana hablando amablemente con Naisha y su primo.

— Me quiero ir a mi casa —susurró Owen, hacia Alexander—. Ya no me gusta la casa de los abuelos.

— Eso me ofende —bromeó Rebecca, con la bebé en brazos—. Nos vemos más tarde, iré a buscar a mi esposo… pueden hablar tanto como les guste.

— Gracias —dijo Dahiana, saliendo de la cocina con un envase de chocolate—. Serán unos minutos, porque ni yo quiero estar aquí.

— Tampoco es que vayamos a tardar mucho tiempo en el país —susurró Naisha—. Yo no te voy a quitar a Owen, mucho menos me meteré en sus vidas, por el hecho de que él aún es pequeño y a ti te ve más como una madre que a mí.

— Eso es correcto —Dahiana se sentó, recogiendo un poco su vestido—. ¿Por qué se van a quedar en el país?

— Por esto —Alexander le pasó su celular para que viera la sección de noticias—. Anoche se encontraron con que Jonathan tenía una casa llena de fotos de sus novias, amantes y de mujeres de la clase alta —le informó—. Irá a prisión.

— ¿Fue por esto que ustedes dos salieron anoche? —preguntó Naisha, cruzando los brazos en su pecho—. No me parece la cosa más bonita de todas.

— Estabas dormida, yo no podía dormir y Alexander quería romper las reglas por una noche —se burló Kang de la omega—. Es algo que deberíamos hacer, por el bien de todos, porque ese hijo de su madre no podía quedarse limpio.

— Debiste decirme que ibas a salir la noche anterior, de ese modo, no me hubiese preocupado por ti.

Alexander tomó un poco del chocolate de Dahiana, Owen por igual y ella también, viendo la escena que se había formado delante de ellos.

— El que te preocupes por mí no es bueno —Kang tomó su mano—. Hago esto todos los días y además de eso, los dos quedamos con que no te meterías en mis asuntos de trabajo.

— Kang…

— Naisha, nos iremos luego del juicio de ese hombre, ¿sí?

Alexander frunció el ceño, viendo más detenidamente a su primo hablar con Naisha, ella tenía los ojos únicamente en él, sin importarle que su alma gemela se encontraba frente a ella. Era un poco extraño todo, pero prefirió no decirle nada a su primo.

— ¿Más o menos cuándo será el juicio de ese sujeto?

— Será en unos días, aún no tenemos la fecha con exactitud, pero de ahí no saldrá con vida —decretó el alfa hacia su esposa—. Se vienen días tensos, a lo mejor la esposa de ese hombre va a querer que tú…




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