Una esposa para el alfa

41. ¿Un contrato?

Alexander miró brevemente a su esposa moverse sin muchos ánimos por la sala de la casa. Se encontraba con una de esas batas de dormir que él quería romper, puesto que ella las usaba para provocarlo, a tal punto de que tenía que ir al baño para bajar la calentura. Naisha y Kang estaban contando los días para irse lejos de todos otra vez… y su jodida esposa volvía a hacer acto de presencia en su sala.

— Listo, ya está mi firma —la voz de Naisha hizo que quitara su mirada de la mujer que se contoneaba por todos lados—. Owen ya no estará vinculado a mí a menos que él quiera.

— Es bueno saberlo y ver que has puesto tu firma —dijo Dahiana, pasándole una barra de chocolate a Alexander—. Mañana tenemos cita en el juzgado, literalmente eres nuestro testigo sorpresa.

— Así es —dijo Alexander—. También hay testigos de que los vieron a ustedes en la India…

— Eso es algo que no se puede hablar por el momento a menos que sea necesario —dijo Naisha, un poco incómoda—. Sé que a lo mejor pienses diferente a mí, pero…

— No pienso diferente a ti, sé que es un tema delicado el hecho de tener que ver a tu familia después de tantos años y…

— Mi familia me odia por haberme escapado con él, además, en cuanto les dije que estaba embarazada, me dieron la espalda de inmediato y no tienes idea de lo que he pasado durante todos estos años —negó con la cabeza la omega—. No irán a buscar a nadie a la India, mucho menos se mencionará a mi familia o algo parecido.

— Si ella no quiere ver a su familia, es entendible, nadie la puede obligar —Dahiana le dio un golpe en el brazo a su esposo—. Escuchen, Jonathan no tiene idea de que iremos todos al juzgado mañana. En cuanto nos den la luz verde, pues Naisha irá.

— Debemos tener en cuenta que ellos tienen buenos abogados y su estúpida hija no quiere divorciarse de él, por más que se lo hemos pedido —susurró Alexander—. Esa mujer da mucha pena y más porque piensa que ese hombre en verdad la quiere como dice.

— Él no quiere a nadie, ya lo ha demostrado con todas esas mujeres a las cuales estafó, les puso el cuerno, se hizo a un lado y ya no se sabe nada.

— Tienes razón en eso.

— Tu familia debe pagar por haberte dado la espalda de ese modo —dijo Kang, en un suspiro—. Ven, hablemos de forma más calmada.

Kang no esperó a que ella dijera algo, simplemente la tomó del brazo y caminó con ella hasta la cocina. Dahiana se mordió el labio, se quitó el calzado y fue hacia la entrada de la cocina para escuchar la conversación que esos dos posiblemente tenían. Alexander, con un largo suspiro, siguió los pasos de su esposa, puesto que también las dudas que tenía sobre esa relación le ponían los pelos de punta.

— Tienes que calmarte —le dijo Kang a Naisha—. Estás dejando todo en evidencia y créeme que no es bueno qué sepan, que estás triste porque te alejarás de tu hijo.

— Pasé cinco años suponiendo que mi hijo estaba muerto —Naisha les estaba dando la espalda al igual que Kang, pero su voz sonaba triste—. Fingir que esto está bien, me está matando, quiero tener a mi hijo conmigo.

— Sabes que no es posible…

— ¿Nunca me dejarás libre? —la omega golpeó su mano, cuando quiso tocarla—. Odio esta vida y esta marca me tiene mal.

— Es una marca que no se irá, ¿prefieres estar prostituyéndote ene ese club de mala muerte?

— Cualquier cosa hubiese sido mejor que esto —sollozó—. Quiero a mi hijo conmigo, me molesta estar contigo, saber que nunca tendré libertad es horrible y fingir que somos una pareja lo es mucho más.

Alexander frunció el ceño, ellos dos no se veían para nada bien y a decir verdad; le daba hasta pena saber que ellos dos solo estaban fingiendo estar bien. Le hizo firmar un papel para que no tuviera interés en su hijo, sin embargo, aunque lo quiera negar, ella tenía todo el derecho a quedarse con Owen.

— Esto es lo que hemos elegido… no te dejaré por más que quieras y será mejor que te limpies esas estúpidas lágrimas porque para que puedas escapar de mí, tendrás que morir —Kang la tomó del mentón—. No grites, no hagas nada porque no quieres pagar por los pecados de nadie.

Dahiana se movió de dónde se encontraba, con la ayuda de Alexander caminaron de regreso hasta el sofá, tomando el envase de chocolate y comiendo como si nada.

— ¿Está todo bien con ustedes? —le preguntó Alexander, fingiendo que no había escuchado nada—. ¿Quieres un momento a solas?

— No, ya todo está bien entre los dos —Kang se quedó de pie al otro lado del sofá, mientras que Naisha fue escaleras arriba—. Saldré, tengo que hablar con mis padres sobre algo.

— ¿Naisha está bien? ¿Seguro que no hay nada…?

— Sí, ya te lo dije —el ángel caminó hasta la puerta—. Regresaré en unas horas.

No le dijeron nada más, se estaba viendo una tensión demasiado grande en esa casa que, por suerte, Owen se encontraba con los padres de Alexander como cada semana para poder controlar sus transformaciones y de paso, descubrir la manera del porqué podría ayudar a aliviar el dolor.

— No debiste hacerla firmar ese papel —dijo Dahiana, chasqueando la lengua—. Ahora me siento mal, porque le estamos quitando a su hijo.

— Puede ser sonar cruel, pero es lo mejor —Respondió, mirando un puto fijo—. Ella tiene conocimiento de lo que firmó, por qué lo hizo y bajo cuáles circunstancias fueron. Lamentablemente, la vida de Owen no puede estar en peligro.

— ¿Qué quieres decir con eso?

— Ella puede verlo cuando guste, hasta llevárselo de vacaciones, siempre y cuando la vida de él no esté en peligro —la miró fijamente—. Es una relación que parece ser un poco seria, pero que al final es una cosa de locos.

Vio que su esposa hacía una mueca de desagrado a decir verdad, ella no se iba a quedar de brazos cruzados e iba a investigar más a fondo lo que había pasado entre Kang y Naisha. Owen no iba a regresar con ellos hasta después del juicio, ya que Dahiana lo pidió de ese modo; no quería que el pequeño viera si acaso las noticias acerca de lo que estaba pasando actualmente con su familia.




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