Una esposa para el Ceo

1. El día en que te conocí y el momento en que los sueños quedaron atrás

18 de enero de 2008

Las luces de la música se proyectaban en cada una de las paredes húmedas de aquella discoteca a la que Oliver y Hayley me habían obligado a ir.

Mientras recorro los estrechos pasillos del lugar empiezo a recordar con claridad las palabras que ellos me habían dicho.

—Vamos, prometemos que te la pasarás de maravilla— exclamó Oliver colocándose un arete en su oído derecho.

Desde la cocina oí el tintineo de las copas y el ruido de unos tacones que se acercaban adonde nosotros estábamos.

— ¿No es así, Lillie?

—En efecto. Además todos sabemos que no es sano pasar el fin de semana estudiando. Te volverás loca aquí dentro— argumento pasándome una copa.

— ¿Esto es ?— la observé con un poco de desconfianza.

—Daikiri de durazno— respondió—La especialidad de la casa. No tienes nada de qué preocuparte— añadió posando una mano sobre mí hombro— Todos aquí sabemos que conseguirás pasar esos exámenes y te recibirás con honores de tu tan preciada Harvard, haciéndonos sentir orgullosos no solo a nosotros sino a todos en tu familia. Así con esto dicho, que les parece si brindamos por nuestra última noche como unos fracasados sin título para darle la bienvenida al primer día de nuestras vidas como personas maduras, profesionales y a quienes les espera un futuro brillante—levanto su bebida.

—Salud por eso— la imito mí amigo haciendo volar algo del glitter que recubría su cuerpo.

Menee mí cabeza divertida y bebí un sorbo de la mía luego de hacerla chocar con las demás. A diferencia de ellos no tenía planeado beber en el club, la verdad es que no tenía planeado seguir ingiriendo alcohol en lo que quedaba de la velada, pero horas más tarde aquí me tenían con un champagne en una mano y tres largas copas en la otra

Supongo que había roto mí propia promesa y para ser brutalmente honesta conmigo misma no tenía idea de porque había permitido que me arrastraran hasta aquí, posiblemente para que se callaran de una vez y me dejaran en paz o para no ser tachada como aguafiestas, no obstante si alguien venía y me preguntaba cómo la estaba pasando, tendría que ser sincera con ellos y decir la verdad: pésimo.

Yo no era como mis Oliver o Hayley. No. Ella era el alma de la fiesta, la chica segura, la que tenía a todos los hombres comiendo de su mano y él era el mejor amigo gay que todas querrían tener, ese que te daba consejos de moda, te acompañaba de compras y te regañaba cuando tu ropa no combinaba o mezclabas prendas de esta temporada con la de la temporada pasada.  También era él quien secaba nuestras lágrimas cuando algún patán nos rompía el corazón y no tenía ningún problema en dejarles más que en claro a estos capullos que cuando quería podía patearles el trasero en lugar de bueno… ya saben.

Yo por otro lado era la típica chica que se preocupaba por sus estudios, me había costado demasiado llegar hasta donde estaba, mis padres habían hecho un enorme sacrificio para mandarme a una de las universidades más prestigiosas del país y lo mínimo que podía hacer era sacar buenas calificaciones. Hasta ahora lo había logrado, estaba a un examen de graduarme con honores y tras eso poder alardear que era una licenciada en Relaciones Públicas y Humanas.  Y a medida que me acercaba a ellos no podía dejar de pensar en la cantidad de tiempo que estaba perdiendo por haberles hecho caso.

Al llegar adonde estaban, una gran sonrisa se expandió por el rostro de Hayls quien me recibió con los brazos abiertos. Era obvio que el vodka ya empezaba a hacer efecto en ella y por la manera en la que nuestro amigos se movía descaradamente en medio de la pista de baile junto a un extraño que no dejaba de tocar su cuerpo, podía afirmar que en él también.

Llámenme loca, nerd, antisocial o lo que quieran, sin embargo nunca entendería que era lo "divertido" de todo esto. Cada vez que venía aquí tenía que lidiar con tipos los cuales habían dejado su decencia y buenos modales en casa para convertirse en unos auténticos cavernícolas.

—Sabes que eres la mejor— gritó para hacerse escuchar.

Sus manos, ni lentas ni perezosas me arrebataron la burbujeante bebida.

— ¿Y tú eres consciente de que nunca te perdonaré esto, no es así?— dije en el mismo tono.

Ella sacudió su cabello junto con su mano en el aire, quitándole importancia a todo este asunto.

—Podría estar estudiando y en su lugar estoy esquivando capullos que quieren pasarse de listos conmigo.

Ella se agachó para dejar el alcohol en el piso y llevo sus dedos a mí rostro.

—Oh vamos no seas tan amargada. Una noche de diversión no arruinara tu promedio perfecto, además tengo algo o que te levantará el ánimo. Estoy segura de eso—añadió comportándose como una niña pequeña quien le tenía preparada a su mejor amiga una gran sorpresa.

— ¿Qué?— me acerqué a ella para  que me pudiera oír.

— ¿Viste los hombres que están en las escaleras conversando el uno con el otro?— apuntó con su cabeza hacia el trio que parecía estar esperando por alguien.

—Ajam…

—Bueno hace un rato se acercaron aquí y nos preguntaron a Oliver y a mi si nos gustaría acompañarlos arriba a la zona V.I.P. Les dijimos que no éramos dos, sino que éramos tres y según sus palabras “mientras más mejor”, afirmaron que de esa forma podrían equiparar las cosas.

—Pues es una auténtica pena porque yo no pienso moverme de este lugar, aunque ustedes pueden ir si lo quieren.

Ella enarcó una ceja ante mi respuesta seca y vacía de emoción.

—No pienses que te dejaremos aquí sola—masculló poniendo los ojos en blanco—Vinimos los tres, nos vamos los tres. 

Quise decir que fueron ellos los que  me arrastraron hasta aquí y que no tuve la oportunidad de poder oponerme. 

—Además—continuo hablando— ¿Sabes quiénes son?

—Mmm no—contesté siendo lo más sincera posible.

—Son los herederos de la fábrica de chocolates O’Neil. Son Harry, Maxximus y Robert O’ Neil, estos dos últimos son hermanos y el primero es su primo y  el hijo único de los fundadores de la empresa, los otros dos fueron adoptados por sus padres luego de que los de Max y Bob murieran en un trágico accidente casero, si mal no recuerdo fue por intoxicación con monóxido de carbono o un accidente de auto, no lo sé.




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