A un día de la boda me era imposible mantenerme tranquila, sentía que me asfixiaba. Estaba hecha un manojo de nervios.
—Mi señora, se ve consternada, espero que todo esté bien —dijo Kyra mientras cepillaba mi cabello.
Nada estaba bien. Ya no aguantaba más, sentía que si no me sinceraba con alguien mis sentimientos iban a consumirme.
—¡Kyra, mañana va a ser el peor día de mi vida y eso solo será mañana, desde el momento en que me case con el rey cada día será el peor de mi vida hasta que me muera!
Las emociones reprimidas hasta ahora deseaban salir. Quería golpear los muros, aventar los muebles por las ventanas y gritar como una loca.
—No diga eso, por favor —Kyra parecía francamente alarmada—. Usted no lo sabe por seguro. No se niegue a la posibilidad de ser feliz, el rey es un gran hombre. Usted no sabe todo lo que ha hecho por la gente de aquí…
—¿Y lo que ha hecho por mí? ¿Eso no cuenta? Me ha quitado mi vida y todo…
—¡Pero usted se lo ofreció! Él perdonó la vida de su hermana. No debe ser injusta con el rey, ni siquiera lo conoce —era imposible discutir con Kyra, para ella Esteldor no tenía defectos. Exhalé exasperada ante su necedad—. Por favor, mi señora, yo sé que sufre. Créame, lo sé bien, lo veo en sus ojos cada mañana. Pero usted debe darle una oportunidad a esta nueva vida y cuando conozca a su esposo entenderá por qué es tan querido.
—¿Tan querido? Kyra, abre los ojos, ¡todos lo odian! Los duendes le temen.
—Eso no es verdad. Usted solo conoció a unos cuantos. Es imposible que un líder sea amado por todos, pero si se da el tiempo, llegará a conocer a muchos otros que sí aman al rey.
Kyra decía la verdad porque en su corazón estaba convencida de la integridad de Esteldor, pero ella no había visto los horrores que yo tuve que presenciar.
—Kyra, Esteldor mató a un duende con la mirada. Lo convirtió en cenizas ante mis ojos. El pobre duende solo intentaba ayudarme…
—Lo sé. Pero eso no puede ser lo único que forme su opinión. Ese duende estaba poniendo en peligro a todo Encenard con su plan de huir y lo sabía. Además, el rey ha salvado más vidas de las que ha quitado. Duendes y humanos le debemos estar vivos a él. Usted no conoce la verdad sobre este lugar, el rey se vio obligado a matar a ese duende. La seguridad de Encenard dependía de ello. Debe creerme cuando le digo que el rey actuó con sensatez.
Era inútil. Kyra estaba cegada por Esteldor. Ella jamás iba a entender y llegaba hasta el punto de perdonarle ser un asesino. No respondí a sus necedades y Kyra salió de la habitación en silencio.
**********
De forma inexplicable me desperté con buen ánimo, sin embargo, mi momentáneo episodio de bienestar cedió ante la angustia al recordar qué día era. Kyra me preparó un baño y conforme me lavaba mi malestar se acrecentó.
Helga y Halia llegaron poco después y me ayudaron con los rituales de belleza previos a una boda en Encenard. Frotaron mi piel con azúcar para que estuviera suave, aplicaron aceites aromáticos en mi cabello, entre un montón de otros trucos de belleza para hacerme resplandecer esa noche. El humor de las hermanas y Kyra era alegre, sonreían todo el tiempo, y temí que en cualquier momento se soltaran a cantar jubilosamente. Era claro que yo no compartía el mismo espíritu festivo.
—¿Se encuentra bien? —me preguntó Helga.
Ellas no entendían porque yo no bailaba de felicidad.
—Sí… son solo nervios —contesté con una sonrisa fingida, la primera que había esbozado en todo el día.
—Son normales, pero todo será perfecto. El rey organizó el evento personalmente, será algo memorable —dijo Halia, entusiasmada.
—¡Ay, Halia! No seas boba. Ella no está nerviosa por la boda, ella está pensando en qué pasará después, cuando la fiesta termine —dijo Helga entre risitas.
—¡Eso es inapropiado, Helga! —regañó Halia a su hermana mientras le lanzaba una mirada de desaprobación.
—¡Ay, por favor! No es ningún secreto que el rey es un gran amante.
Sentí nauseas, había logrado mantener la idea de la noche de bodas fuera de mi mente toda la mañana y ahora no solo ocupaba mis pensamientos sino la conversación.
—Hiciste sentir mal a Annabelle —reprochó Halia muy seria.
Helga me miró y dejó de sonreír.
—Oh… lo siento mucho. Fue una imprudencia de mi parte, pero esos son solo rumores, por favor, ignóreme —se disculpó temerosa, como si yo fuera a arremeter contra ella.
—No se preocupe, no es su culpa…
No pude continuar, me hundí en mi silla sintiéndome derrotada.
—No esté triste, por favor. ¿Qué sucede? —preguntó Halia .
No podía decirles la verdad, que era prisionera en este lugar, que odiaba a Esteldor con todo mi corazón por separarme de mi vida y por haber matado a Hoyt y a otros inocentes. Además sería inútil confesarlo, seguro ellas pensaban como Kyra.
—Lo siento… son solo nervios, estaré bien —contesté intentando parecer más animada.
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Editado: 01.08.2022