Una esposa para el rey

Capítulo 13: La pelea real

Entusiasmada por la sorpresa de los conejos, corrí a la habitación de Dafne. Estaba segura de que a ella le encantaría salir a jugar con ellos y no podía esperar para mostrárselos. Sin embargo, mi alegría disminuyó en cuanto me acerqué a la puerta de su habitación y la escuché llorar. Sin pensármelo, me apresuré al interior. Ahí encontré a Dafne recibiendo una azotaina por parte de Morgana mientras que su duende miraba apenada e impotente desde una esquina. La niña sollozaba cabizbaja mientras Morgana le asestaba otro golpe en el brazo con una vara.

—Niña insolente, ¡me tienes cansada! —decía con ira.

Indignada por la escena, corrí a tomar a Dafne en brazos y encaré a su agresora.

—¿Qué crees que estás haciendo? —pregunté furiosa.

—Vete de aquí, este no es tu asunto. Esta niña es un dolor de cabeza y tiene que aprender —respondió Morgana de mal modo señalando hacia la puerta con la vara.

—Por supuesto que no voy a irme. Esto es un abuso, no puedes tratarla así —respondí.

—Puedo tratarla como quiera, estoy a cargo de sus cuidados. Esto no te compete, deja de meterte en lo que no te importa —exclamó Morgana con soberbia.

—Vas a ver sino me compete —dije antes de salir hecha una furia con la niña en brazos. Ya había sido suficiente de esta situación, aunque Esteldor no quisiera reconocerse como el padre de la niña, iba a obligarlo a que se ocupara de ella.

Morgana me siguió por el pasillo e intentó detenerme, pero yo no me detuve hasta llegar a la oficina de Teodoro. Sabía que Esteldor había ido a ver a su administrador y que se encontraba ahí en ese momento. No fue necesario ni siquiera tocar e interrumpir la reunión, para cuando llegué Esteldor ya iba de salida.

El rey se sobresaltó al verme llegar cargando a Dafne mientras su hermana me perseguía.

—¿Pero qué rayos está sucediendo aquí? —preguntó desconcertado.

—No puedes permitir que traten a Dafne así, es inhumano dejar que la golpeen —dije con el poco aliento que me quedaba, el castillo era enorme y recorrerlo con una niña en brazos no había sido fácil.

—¿De qué estás hablando? —preguntó Esteldor frunciendo el ceño.

—Ignórala, Esteldor, es una entrometida. Está creando problemas donde no los hay —exclamó Morgana a mis espaldas.

—Le hice una pregunta a mi esposa —dijo Esteldor con voz firme, mientras nos miraba con ojos penetrantes—. ¿De qué estás hablando, Annabelle?

—Morgana le estaba dando una azotaina a la niña, además de que todo el tiempo le habla con malos modos. No es correcto que Dafne reciba ese trato, tú deberías saberlo mejor que nadie —declaré con el ceño fruncido.

La mirada de Esteldor se ensombreció, por un instante temí que su enojo fuera dirigido a mí por confrontarlo de ese modo, pero él ni siquiera me miraba, sus ojos estaban enfocados en Morgana.

—¿Volviste a golpearla? Creí que había sido claro contigo al respecto —dijo Esteldor con ira contenida.

Morgana dio un paso hacia atrás, intimidada por su hermano.

—¿Qué quieres que haga? La mocosa es incorregible y tu esposa no hace otra cosa mas que ponerla en mi contra…

—¡Claro que no! —me defendí.

—Morgana, no quiero que le vuelvas a poner un dedo encima a Dafne. ¿Me entendiste? —exclamó Esteldor con la quijada tensa.

—¿Entonces qué sugieres? ¿Sabes lo agotador que es estar a cargo de una niña tan rebelde? —preguntó Morgana con voz chillona.

—Yo puedo hacerme cargo de ella. Lo haré con gusto —intervine aprovechando la oportunidad.

Morgana resopló con hartazgo.

—Annabelle, tú tienes muchos deberes como reina… —comentó Esteldor con una mueca.

—No importa, me haré el tiempo, ya veras que sí. Para mí no es una carga —dije adivinando en sus ojos que el rey no se oponía a la idea por completo.

—De acuerdo, si en verdad crees poder, no veo el problema —dijo después de considerarlo unos momentos.

—¡Esteldor! —chilló Morgana—. ¡Esto es un ultraje! Como si ella no se hubiera tomado ya las suficientes atribuciones, ¿ahora va a robarme mis funciones? Esto es una injusticia. Además, ni siquiera puede cumplir con los deberes que ya tiene y ya parece que podrá con nuevos.

Esteldor dio un paso al frente, sus ojos fulminaban la esbelta figura de Morgana.

—Cuida cómo te refieres a Annabelle, recuerda que estás hablando de tu reina y le debes respeto —le indicó entre dientes—. Ahora retírate de mi vista, no quiero verte más.

Morgana se dio la media vuelta y caminó indignada por el pasillo hasta que la perdimos de vista. Iba hecha una furia y seguramente buscaría la forma de desquitarse, era un consuelo saber que ya no tenía más poder sobre Dafne.

En ese momento, Esteldor tomó a Dafne de mis brazos para cargarla él. El gesto me tomó desprevenida, para mí era algo completamente nuevo verlo interactuar con la niña, pero era claro que para ella no pues Dafne aferró sus pequeños brazos alrededor de su cuello mientras aún emitía débiles sollozos que poco a poco se iban apagando. Esteldor caminó hacia una banca de color gris que se encontraba a unos metros de nosotros en el pasillo y tomó asiento, poniendo a Dafne en sus piernas.




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