Una esposa para la bestia

Capítulo1: Cicatrices

1: Sebastián:
Doy unos pasos dentro de la habitación y miro a mi pequeña hija, está de espaldas abrazada de su almohada. Me quedo observándola silenciosamente, hace mucho que no la abrazo, ni la beso, hace mucho que no tomo a mi pequeña entre mis brazos, estiro la mano para tocarla y acariciar su cabello pero se voltea hacia mí:

—¡Vete de aquí! ¡Eres un monstruo!

—Alexa—pronuncio pero sus gritos me detiene y me quedo en absoluto silencio.

—¡Tía! ¡Tía! —empieza a gritar y mi hermana llega corriendo hasta donde estamos mientras yo doy un paso hacia atrás y ella se abraza de mi pequeña.

—Estoy aquí, no te dejaré sola, estoy aquí—pronuncia mientras mi hija esconde su rostro entre sus brazos.

—Seb déjanos solas. —pronuncia mi hermana y trago en seco.

—Vete de aquí, no quiero verte nunca más. Eres horrible, debiste haber muerto tú y no mi madre. —exclama Alexa y no logro pronunciar palabras. Solo salgo de allí con rapidez y entro a mi habitación encerrándome en ella. Me paro frente al espejo y me quedo observando mi rostro desfigurado en él, me quito la corbata con furia y abro mi camisa rompiendo los botones escuchándolos caer al piso uno a uno. Mi cuerpo también está lleno de marcas.

—¡¿Por qué no morí yo también?! —grito golpeando con mi puño el espejo y haciéndolo añicos mientras la sangre rueda por mi mano. Hace solo un año atrás tenía la vida perfecta, una esposa y dos hijos(un niño de 7 años y mi pequeña de 9 a los cuales amaba, riqueza y poder, era absolutamente feliz. Pero un terrible accidente cambió mi suerte y acabó con mi vida perfecta robándome a mi mujer y a mi pequeño y dejándome hecho una bestia. Tenía dinero suficiente para buscar a los mejores especialistas e intentar eliminar las marcas en mi cuerpo, pero no podía hacerlo, mi esposa y mi pequeño habían muerto por mi culpa, pues era yo quien conducía ese auto y esas marcas eran mi castigo, llevaba el infierno en mi cuerpo, esas marcas eran la señal de que no merecía estar vivo, de que debía pagar de algún modo mi error y esas marcas eran mi castigo. Perdí las ganas de seguir adelante y si estaba vivo aún y no había acabado con mi maldita existencia era solo por una razón: no podía dejar sola a mi pequeña en este mundo, yo sabía que nadie la iba a cuidar mejor que yo y aunque me odiara le prometí a mi esposa antes de que cerrara los ojos por última vez que cuidaría de mi hija y que nunca la dejaría sola. 

**********
Es temprano cuando bajo las escaleras para ir a trabajar:

—Seb debemos hablar—pronuncia mi hermana.

—¿Alexa... está bien? —cuestioné.

—Sabes que no—afirmó—Sebastián sé que Alexa es tu hija y la amas pero solo se hacen daño mutuamente, deberías dejar que se fuera conmigo a mi casa, estará mejor allá.

—No—respondí seguro—le prometí a Angela que cuidaría a nuestra hija y es lo que haré.

—Te odia—exclamó mi hermana clavándome un puñal en el pecho con esas palabras—no soporta verte, ni estar cerca de ti, lo mejor que puedes hacer es liberarla, dejarla que sea feliz.

—Es mi hija no puedo abandonarla—la interrumpí.

—Deja que se vaya conmigo a mi casa, yo cuidaré de ella como si fuera la hija que nunca podré tener.

—Anne no dejaré a mi hija. Agradezco todo lo que has hecho por nosotros todo este tiempo pero...

—Eres un egoista—afirmó y mi pequeña salió y se abrazó de las piernas de mi hermana.

—Quiero irme con mi tía, no quiero estar cerca de ti—afirmó y me quedé pensativo.

—Lo pensaré —respondí y salí de la casa mientras mi hija se aferró con furza a mi hermana para no mirarme. Comencé a manejar desconcentrado. Mi hija me odiaba y no podía hacer nada al respecto, ni siquiera me permitía acecarme a ella, quizás mi hermana tenía razón, quizás lo mejor que podía hacer por ella era dejarla libre. Mis pensamientos se cortaron cuando mi auto chocócontra algo, detuve el auto y miré desde allí, era un perrito de la calle, lo nás probable es que muriera, una chica corrió hacia él y lo tomó en sus brazos. Abrí la puerta del coche y salí tras ella sorprendido de que haría con el animal moribundo. Entonces vi que entró a una clínica veterinaria. ¿Será tonta o que era obvio que el cachorro iba a morir? Entré y me quedé observándola desde cierta distancia. Y al rato después salió el veterinario.

—No morirá pero quedará desfigurado podemos ponerle una inyección, y se irá de este mundo sin sentir nada...

—No—exclamó—lo llevaré a mi casa.

—Quedará feo y desfigurado, lleno de cicatrices—dijo el doctor intentando convencerla.

—No me importa, esas cicatrices forman parte de su historia, pero que es una sola historia dentro de una vida—el médico se quedó confundido mirándola como si estuviera loca pero sus palabras calaron hondo en mí. Yo también estaba lleno de cicatrices y ojalá alguien me hubiera tratado así y no como un monstruo. Di un paso para marcharme pero me detuve. Necesitaba a alguien en mi vuda que me quisiera a pesar de mis cicatrices, alguiem que le enseñara a mi hija que se podía querer aun lo que estaba roto, era evidente la necesitaba a ella. 

 




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